Lo que el PSOE debe a Conde-Pumpido y viceversa

Lo que el PSOE debe a Conde-Pumpido y viceversa

Entiendo que Cándido Conde-Pumpido, el eterno sospechoso con toga, exija a sus coaligados políticos recibir el premio por el que tanto ha luchado: la presidencia del Tribunal Constitucional, una de las metas finales para cualquier profesional de la justicia.

Dicen, no me lo creo, que el PP estaría dispuesto a la trágala que encaramaría definitivamente a Conde-Pumpido, hijo de su padre y padre de su hijo, a una institución clave y a partir de ahí Sánchez respiraría tranquilo. He comenzado por escribir que, en efecto, los favores exhibidos y comprobables de este magistrado a sus amigos del PSOE se pueden tabular. Ha sido su garganta durante décadas y el que ha sostenido sus posiciones y cuidado de sus intereses. Desde la Fiscalía General intentó preservar la honorabilidad de algunos de sus más conspicuos dirigentes –Bono, sin ir más lejos- aunque la realidad y el sentido lógico dijeran todo lo contrario.

Según fuentes del sector, Conde-Pumpido no tiene acreditada finura jurídica como para presidir desde la auctoritas el TC. Pudiera ser, pero tiene el favor y la confianza de sus amigos políticos. Y eso es un valor en la España del compadreo y el sectarismo galopante. Alguien pudiera decir que algo parecido o exacto hacen también desde la bancada de la derecha y tendría razón. ¿Cómo es posible que un poder tan esencial del Estado esté en mínimos históricos en la valoración ciudadana? Por lo apuntado. Personajes así, ni son sordos, ni ciegos… Todo empezó cuando un vicepresidente del Gobierno que tuvo que huir acuciado por la corrupción familiar dijo aquello de que Montesquieu había muerto.

Lo que desde entonces lleva muerto y enterrado es el prestigio y la honorabilidad de los profesionales de la justicia. Incluso, la justicia misma.

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