Joel Joan y yo vamos en las listas municipales
Mira por donde, vamos a tener alguna cosa en común. Vamos a cerrar como independientes una lista electoral sin estar felices con ninguno de los actuales partidos. Él clausura la lista de Junts por una pequeña localidad del Tarragonés y yo la de Valents en otra pequeña ciudad del Vallés. El actor, que llegó a estar convencido de que los «españoles» no tenían media bofetada y de que sería más fácil quitarnos la ciudadanía a más de la mitad del electorado catalán que birlarle un chupa-chups a un nenito, dice estar muy «decepcionado con los partidos independentistas». Concretamente, dijo que los votaría «su purísima madre». Cómo le entiendo. Y yo sería muy buena votante constitucionalista si hubiera habido un Ciudadanos con pies y cabeza. Valents parece ser un intento de reedición de la filosofía ciudadana con una líder que ha llegado a ella desde Unió Democrática, que ya es llegar. Y porque me lo han pedido y no he visto motivos suficientes para hacerme la muerta.
¡Ya puede estar decepcionado, ya! Los delirios de masas es lo que tienen. Nadie tuvo narices de cortar la fantasía xenófoba independentista cuando ya se veía que cogía fuerza. En la subasta política de «a ver quién da más», del runaway, de la huida hacia delante de los objetivos cada vez más disparatados, todos se liaron la manta a la cabeza y que fuera lo que Dios quisiera. No fuera a ser que, como en la lotería que se vende en la empresa por Navidad, no le fuera a tocar el premio a todo el mundo menos a uno. Barcelona aún muestra huellas en el asfalto de las barricadas diarias a las que nos sometieron durante más de dos años. En la Meridiana ya no hay cortes desde antes de ayer, como quien dice. El ambiente de decadencia lo empapa todo y ninguna de las empresas que huyeron piensa considerar la vuelta. Y menos con los pirados que están en el Govern.
Un ejemplo. La consejera de la Presidencia, Laura Vilagrà Pons, anda proponiendo cosas chulísimas para que la gente se olvide un poco de aquella Republiqueta que teníamos «a tocar». Y como ideas a ras de suelo nunca tienen a mano, ha salido a predicar paz y amor porque las políticas públicas han de «incrementar el bienestar de las personas». Lo dijo en algo llamado jornadas Hacia un indicador de bienestar subjetivo en el Palau de la Generalitat. No nos impresiona. No tenemos a estas alturas ninguna duda de que cualquier cosa que se le ocurra a un Gobierno nacionalprogresista ha de ser siempre, siempre subjetivo. Cuando es objetivo lo pueden medir y evaluar y luego pasa lo que pasa. Las empresas fugadas deben de andar locas ante la expectativa de una Renta Básica Universal (las jornadas iban de eso).
¡Qué gobernantes! Pero cuidado con los que se presentan ahora. Con quien tampoco simpatiza Joel Joan es con el cabeza de lista por Barcelona, Xavier Trías. Yo menos, pero debe de ser por los motivos más opuestos. La gran esperanza blanca del seny convergent dice ahora que se va a poner firme con la okupación. Él, que cuando fue alcalde entre 2011 y 2015, se achantó de una manera inexplicable con los ladrones de viviendas en el famoso caso de Can Vies, en el barrio de Sants. Dice ahora que se equivocó. «No calculé lo locos que están los okupas», lloriquea. Pues si antes no supo calcularlo, imagina ahora que se cansa más por lo de la edad.
Ya le echará una mano ERC, que ha pactado con el Gobierno español y EH Bildu, para seguir haciendo la vida imposible a quienes deseen librarse de okupas o inquilinos morosos. El proceso durará dos años, con intervención de los servicios sociales. Hasta ahora, la media para echar a un okupa era de nueve meses. Vamos a mejor. Pues eso, que cerramos las listas y que sea lo que Dios quiera.