Investidura kilómetro cero

Investidura kilómetro cero

Con oro, incienso y mirra llegaron los Reyes Magos que ahora en la versión laicista y republicana de Pedro Sánchez serían ese conglomerado de cuerpos y anticuerpos que previsiblemente sustentará su investidura. Instalados en el kilómetro cero de la investidura comenzará para la vida política española una fase de ajustes intransitivos, puestos prioritariamente al servicio de una ambición tan legítima como sombreada de riesgos colectivos. Pero, del mismo modo que los Reyes Magos completaron su peregrinar global, hoy los gobiernos no pueden retraerse y operar bajo una campaña de cristal para no contaminarse con las fruslerías cada turbulencia internacional. De hecho, comienza una década que una vez más dará ventaja a quienes tengan visiones a largo plazo para posicionarse con fortaleza en un mundo imprevisible.

¿Puede ser Pedro Sánchez un buen gobernante en los nuevos tiempos? De entrada llega al poder aparatosamente hipotecado y nadie va a escrutar cada uno de sus movimientos tanto como aquellos sectores del PSOE que se resisten a meterse en la cama con ERC, Podemos o Bildu. Condicionado por sus apoyos parlamentarios y con el partido de Pablo Iglesias incrustado en La Moncloa, ¿de qué modo actuará en caso de un nuevo acto de secesión por parte del independentismo en Cataluña? Como hipótesis, su comportamiento en caso de tener que aplicar de nuevo el 155 u otros controles constitucionales puede ser de tal ambigüedad en su ejecución que el efecto quede nulo.

Como gobernante en funciones ha ido malviviendo con promesas, con una gestualidad ya un poco desgastada, con los restos de Franco deambulando en helicóptero, pero gobernar es decidir y decidir a menudo es acertar en la elección del mal menor. Como ha demostrado la alternancia en sus mejores momentos, España se puede gobernar desde el centro-derecha y el centro-izquierda pero se tiene que gobernar. Por el contrario, socios y aliados de Pedro Sánchez van a intentar que no se arrime al centro, que deteriore los consensos sobre el modelo territorial y se dedique al gasto público, en la versión más elemental del socialismo, ya arrumbada por lo que queda de la democracia. Desde esta perspectiva, es tan posible como poco deseable que Sánchez reciba constantes presiones de Bruselas, sin mucho margen para una política económica nacional.

A golpes de imagen o según las encuestas, se legisla demasiado sobreactuando según los estados emocionales de la sociedad y eso representa legislar precipitadamente y mal sin considerar los costes generales que puede tener cada acción de gobierno. Gobernar según el interés general, consiste en no limitarse a contentar fracciones de ese bien común, sean económicas o multiculturalistas. Cuesta imaginar que, como presidente del Gobierno, Pedro Sánchez desatienda la erupción inmediata en beneficio del diagnóstico total. A partir de la investidura, van a transcurrir cien días truculentos porque ni la oposición ni los medios de comunicación van a quitar el dedo del gatillo. Desde luego, ahora mismo el “Manual de resistencia” de Pedro Sánchez no tiene visos de convertirse en las “Meditaciones” de Marco Aurelio.

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