Es la hora de un Gobierno de concentración nacional

Al coincidir con un cambio de orden mundial, España no ha podido elegir peor momento para tener un Gobierno como el actual. Son bien conocidas las acciones gubernamentales carentes de cualquier lógica, que constituyen una improvisación permanente con el único fin de seguir sosteniendo una mayoría parlamentaria que mantenga en el cargo al actual presidente. La mezcla de separatistas y radicales de izquierda, asumida por el PSOE, ha establecido una especie de régimen que vulnera con frecuencia el orden constitucional debido a los peajes exigidos por los sediciosos.
Es evidente y notorio que en los años que Sánchez lleva gobernando se ha desarrollado en España una situación que puede ser calificada como anárquica, aunque dirigida de forma estalinista, dado que todas las decisiones pasan por él, cuando no ejerce la dirección de cualquier actividad sobrevenida por su interés personal. Su forma de actuar recuerda tenuemente al más exitoso dictador del siglo XX, José Stalin, que una vez llegado al poder, colocaba en puestos clave a personal leal a su persona. A continuación, situaba otra tanda de personal para vigilar a aquellos, reemplazando a parte de los primeros por ambiciosos vigilantes.
Las explicaciones del Gobierno a la opinión pública son un prodigio de falta de veracidad. Cuando se carece de razonamiento jurídico, se envuelve en un relato de hadas. Al suprimir el delito de sedición, una amnistía encubierta, se dijo que era para empezar una nueva relación con Cataluña, cuando en realidad, era una cesión a los sediciosos, a la vez que suprimía un valioso elemento de la seguridad nacional. El ominoso proyecto de ley de amnistía se justifica diciendo que es un gesto de hermandad y reconciliación. A la vez que es un caso de adanismo político, constituye una extralimitación de funciones propia de la prevaricación.
La opción de acusar a Bildu durante la campaña electoral del País Vasco es una muestra de esquizofrenia política. Tiene toda la apariencia de una boutade electoral. Hoy digo una cosa, mañana lo contrario, el electorado entenderá. Hay que tener presente que para seguir la farsa, las autoridades socialistas deben aprenderlo y ensayarlo, lo que les acapara su atención en detrimento de sus funciones administrativas. Pero lo que se deduce de estas escenificaciones es una falta de respeto absoluto por la ciudadanía.
Durante estos años de gobierno del PSOE de Pedro Sánchez, se ha deteriorado de forma evidente el mecanismo constitucional, llegando a anular la separación de poderes. A su vez, el prestigio de España ha caído muy bajo, dada la falta de rumbo en su política exterior, su cortoplacismo y sus aparentes relaciones con el Grupo de Puebla, lo que la hace muy vulnerable en el contexto internacional. Las últimas gestiones de países extranjeros sobre empresas nacionales, parece como si España estuviese en almoneda.
Por otra parte, el Gobierno está lejos de ser una coalición, más bien se asemeja a un grupo heterogéneo de partidos políticos, donde cada uno va a lo suyo. El separatismo campa por sus fueros y, como consecuencia, la seguridad nacional está fragilizada. Una gran mayoría de las instituciones trabajan bajo la impronta de Sánchez y se nota cómo los resultados de su gestión son, simplemente, lamentables. Baste como ejemplos RENFE y Correos. El uso del CIS como elemento de propaganda del PSOE, que lleva años bajo la dirección de un conocido sociólogo socialista.
Además, la justicia investiga presuntos actos de corrupción dentro del entramado gubernamental. El problema no se arregla con que Sánchez deje el cargo, aunque es condición imprescindible, la tarea para reparar el lamentable estado en que se encuentra España será titánica. Esa es la compleja y enorme misión que tendrá que afrontar un próximo ejecutivo que debería ser de concentración nacional.
A título de guía puede decirse que la misión de ese Gobierno de Concentración Nacional sería la de reconstruir el Estado teniendo presente principios constitucionales esenciales como que todos los españoles son iguales ante la Ley y que la creación y el ejercicio de la actividad de los partidos políticos son libres dentro del respeto a la Constitución y la ley. Debe ponerse el foco en la garantía del «principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos».
El programa de reformas debe estar preparado para recuperar la unidad nacional y establecer las siguientes prioridades estructurales: recuperación, con carácter general, de las competencias estatales transferidas a las comunidades autónomas. Reposición del delito de sedición. Activación del Sistema Nacional de Sanidad. Activación del Sistema Nacional de Educación. Las embajadas dependientes de Ministerio de Asuntos Exteriores son única representación nacional.
Es muy probable que el Gobierno de Sánchez, nacido de una moción de censura cuya motivación entra de lleno en la prevaricación, junto con la debilidad del presidente Rajoy, se recuerde como un periodo negro de la democracia española. Los tiempos que vienen no van a ser fáciles, la ciudadanía española debe reaccionar.
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