La Gemma está hasta ahí

La Gemma está hasta ahí

No me digan, no me digan. No sólo son las encuestas del CIS del Sr. Tezanos las que se hacen a medida y se interpretan según los señoritos que las encargan. Ahora va el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) (un consorcio de la Diputación de Barcelona y la Universidad Autónoma) y publica un sondeo que nos revela que, en realidad, la sociedad catalana es de lo más proinmigración. De la que no viene de España, entendámonos. Un 60% de ella, poca broma. «El resurgimiento de la inmigración como problema coincide con el cierto regreso al debate público, propiciado por la presencia de los partidos de extrema derecha», señala el propio ICPS. Y lo publica El Nacional.cat, un diario afín al procés, cercano a Junts, pero que le pasa la mano por el lomo a los progres sociatas, a los cuperos y a lo que sea que huela a poder en algún momento y a subvención de la buena.

Pero ni siquiera sus lectores habituales compran el género. De hecho, la mayoría de los 600 tuiteros que respondieron a la noticia en las redes se muestra incrédulo y hasta indignado. En Cataluña, como dijo el juez Marchena, hay mucha «ensoñación». Pero a veces las ruedas de molino se hacen duras de tragar. Incluso una presentadora catalana, Gemma Manzanero, de cuya existencia es la primera vez que tengo noticias, se ha quejado en sus redes sociales de que un par de marroquíes la han robado de forma violenta. «No tengo móvil ni tengo tarjeta de crédito ni nada», ha explicado. Y ha añadido una ordinariez que ignoro si es fruto del shock o de que tiene mala lengua habitualmente. La Sra. Manzanero ha soltado un «em tenen fins el cony» que ha retumbado en el éter internáutico. No se lo voy a traducir, que el catalán es lengua oficial en el Congreso, por ejemplo.

Entiendo que la locutora, si ha participado en el sondeo del ICPS, no forma parte del 51,1% de catalanes en contra de limitar la entrada de inmigrantes. Aunque si éste se hizo antes de que le arrancaran el bolso, quizá sí. Que hablar por hablar es muy propio de ciertas profesiones. Y un «em tenen fins el cony» en un momento indebido obstaculiza mucho ciertas carreras. Escribí en este periódico que el psicólogo Rob Henderson acuñó el término «luxury beliefs» («creencias lujosas») para describir el tipo de ideas y opiniones que confieren estatus a los ricos, a un coste muy bajo para ellos, pero que afectan a los pobres de manera desproporcionada. Y gran parte de este país, y sobre todo en Cataluña, vive de fantasías contraproducentes para quien no se gane la vida básicamente con el dinero público. Por ejemplo, el ICPS o un tertuliano de Rac1 que propone subir impuestos para acoger a más inmigrantes. Les cuento. Eloi Gummà, que ha cargado contra Junts por su votación contra la reforma de la Ley de Extranjería, cree que la falta de recursos que alegan los de ese partido sólo es la excusa «para el giro a la derecha de Junts». La cuestión es que, hace unas semanas, el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) realizó una encuesta que ponía en nuestro conocimiento que casi la mitad de los catalanes piensa que la inmigración es excesiva, que las leyes que la regulan son demasiado blandas y que el 60% considera que los inmigrantes reciben más recursos de los que aportan. Un buen lío. Parece que las élites políticas y mediáticas siguen yendo en dirección contraria a la realidad social de Cataluña. ¿Qué otra cosa fue el procés sino una «creencia lujosa» como una casa de payés? Y lo de payés nunca mejor dicho.

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