Opinión

Un gasto insostenible

El Gobierno ha presentado el proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado. Su base es insostenible por dos motivos: el primero, porque el cuadro macroeconómico no le ha durado ni veinticuatro horas, pues tanto la AIReF, como sobre todo el Banco de España, como BBVA Research, han publicado previsiones que desmontan las del Gobierno. Así, mientras que el Ejecutivo espera un crecimiento del 2,1% para 2023, AIReF estima un 1,5%; el Banco de España un 1,4%; y BBVA Research prevé un crecimiento del 1%. Todo ello, bajo muchos riesgos que pueden materializarse, que empeorarían dichas previsiones. Por otra parte, es también insostenible por el volumen de gasto al que llega el Gobierno, con un techo de gasto no financiero de casi 200.000 millones de euros. Ese nivel de gasto es claramente insostenible.

El Gobierno, en su afán electoral, no controla el gasto, sino que lo incrementa. Anticipa con endeudamiento la parte de los fondos europeos que no han llegado, y que no llegarán si no se cumplen las condiciones establecidas. Parece algo improbable, pero podría suceder, sobre todo si se liga a la reforma de las pensiones. En ese caso, lo que ahora es deuda temporal, pasaría a ser definitiva por mayor déficit que habría de cubrir dicho gasto. También sube el coste del capítulo I un 6,6%, tanto por el incremento de plazas como por la subida salarial del 3,5%. Adicionalmente, las pensiones plantea revalorizarlas al 8,5% (pendiente de cuál sea el dato medio definitivo del IPC de noviembre a noviembre); sólo esto, tendrá un impacto de mayor gasto de 15.000 millones de euros.

Además, reparte cheques y subvenciones de todo tipo: renta universal de 100 euros al mes por hijo para la crianza de los mismos, se trabaje o no; más fondos en dependencia; o extensión de la gratuidad de Cercanías y Media Distancia durante todo 2023, por poner varios ejemplos.

De esa manera, con una presión de gasto tan importante, que terminará siendo mayor, a buen seguro; y con una previsión de crecimiento tan alejada de la realidad, que hará descender la recaudación, pues el incremento de la misma derivado de la inflación es también insostenible en el tiempo, y con esas previsiones no lo compensará la recaudación ligada a la actividad real; los datos de déficit y deuda pueden empeorar notablemente.

El Gobierno, así, lleva a cabo una política enloquecida del gasto, mientras ahuyenta inversiones y merma las posibilidades de crecimiento y empleo de la economía, empeorando su estructura.

No se puede tratar de resolver siempre todo con más gasto, porque llegará un momento en que no se podrá financiar. En lugar de gastar más y poner parches, el Gobierno debería trabajar en realizar reformas que permitiesen que la economía se mantuviese por sí misma, no artificialmente, porque van a dejar un quebranto importante en la misma en un entorno de mucha dificultad.