La España que recoges, Feijóo

La España que recoges, Feijóo
La España que recoges, Feijóo

Aún pululan por este depauperado país supuestos analistas, pregoneros casi todos del Gobierno-pesadilla, que tratan de salvar el tafanario a Sánchez revolviendo en el baúl de los recuerdos y urgiendo a un remedo de los Pactos de La Moncloa que articuló el economista Fuentes Quintana con el beneplácito tardío, hay que señalarlo así, del entonces presidente Adolfo Suárez. Son los recogepelotas zurdos y bizcos del Gobierno que ni siquiera se detienen a detectar la principal diferencia entre lo que ocurrió en octubre de 1977 y lo que no va a ocurrir seguro en abril de 2022. En aquel tiempo se trataba de asentar una neodemocracia, heredera, mírese por donde se mire, de un tardofranquismo que se acabó en la cama de un hospital. Ahora pretenden salvar los traseros de nuestro peor gobernante (no se cansará el cronista de repetirlo) desde el Rey felón Fernando VII. Existe otra diferencia más, también fundamental: entonces presidía el Gobierno de España una persona decente, Suárez, que en toda su trayectoria, excelente al principio, errada después, no mintió ni una sola vez a los españoles: ahora, su sucesor en el mando político y administrativo de España, se enquista un individuo que cuenta sus palabras, sus promesas y compromisos con mentiras pertinaces. “¿Qué más tiene que pasar para que nos unamos y nos dejemos de rencillas?” se preguntaba él esta semana en el propio Parlamento. Pues, sencillo: según varios parlamentarios de la oposición, analistas independentistas, empresarios de todo jaez y profesionales dedicados en algún momento de su vida a la actividad pública, lisa y llanamente: “Que este hombre se vaya”. Se vaya y no siga haciendo más daño a España.

Algunos de los citados, por ejemplo el malogrado para la Política en mayúsculas Manuel Pizarro, prevén que el susto de este pasado martes con el varapalo del 9,8 por ciento de inflación, se va a quedar cortito para lo que nos espera en los primeros días de mayo cuando, esto no es una profecía sino una previsión sensata, ajustada  la realidad, los precios se desboquen y alcancen la cifra brutal del 10 %. La España que va a recoger el ya presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, va a estallar en poco tiempo cuando la resaca de esta inflación ponga en peligro cierto nuestras pensiones. Los adelantos más templados indican que, gracias a la estúpida “reforma Escrivá”, el ministro más antipático de este Ejecutivo fracasado, las pensiones va a a meter un bocado al Erario de no menos de diez millones de euros. “¿Cuánto tiempo tardará Bruselas en exigir a este bodoque que nos dice gobernar un recorte similar al que en su momento tuvo que realizar su antecesor y correligionario Rodríguez Zapatero?”.

Ese puede ser el día en que definitivamente la Nación entera se alce en protestas generalizadas y no aguante ni un ejercicio de ufanía y disimulo más, ni tampoco, claro está, otra serie de embustes para engordar el pelotón de las muchas trolas que acumula Sánchez en sus casi cuatro años en el poder. En la España que recoges, Feijóo, ya hay noticia asentada de otra paparrucha más: en La Palma, solemnemente y con una prestancia impostada, Sánchez prometió a todo los presidentes autonómicos, Feijóo, claro está, incluido,  bajar los impuestos, pues bien tres semanas después se niega a hacerlo; hace todo lo contrario, cubriéndose con nuevas y procaces añagazas, se dispone a apretarnos un centímetro más nuestra cintura fiscal, ya de por sí muy agobiada, con alzas impositivas generalizadas y con dispendios ininteligibles destinados a comprar el voto de las feministas más enrabietadas. Esto es exactamente lo que hay.

La España que recoges, Feijóo ha perdido en pocos meses el poder adquisitivo que ahorró a la fuerza durante los sucesivos e ilegales confinamientos que dictó el autócrata, y en poco menos de una día, ha rechazado el plan rimbombante que dibujó Sánchez en el Congreso, copia publicitaria de aquel otro que nos iba a hacer más fuertes tras el virus y que supuso un derroche de dinero únicamente para favorecer a los enchufados del “okupante” de La Moncloa. Por increíble que parezca, la España que recoges, Feijóo, está a punto de resucitar la cartilla de racionamiento del franquismo. Por lo pronto, las grandes superficies están reservando productos no vaya a ser que el porvenir apunte a mayores males de los que ya estamos sufriendo. Hace unos días, un jefe de uno de estos almacenes confesaba: “… Y es que digáis lo que digáis en los medios, la gente ya esta comprando febrilmente por dos cosas: porque piensa que vamos a subir los precios todavía más, y porque se teme que haya cosas que próximamente no pueda adquirir”. Es un reconocimiento de parte que se opone al reduccionismo optimista de la funcionaria Calviño y, desde luego, a la presunción chulesca de su propio presidente.

La España que recoges, Feijóo ya ni se sobrecoge, ni se indigna ante decisiones inmorales como la de asegurar el futuro de la sectaria Dolores Delgado cuando abandone la Fiscalía General del Estado. Es una decisión provocadora que en otro país más despierto provocaría un escándalo que terminaría seguramente con los huesos de la ministra de Justicia fuera de su departamento y con una oleada de altercados profesionales en todos los ámbitos de la  propia Justicia. En esta España que recoges, Feijóo a partir de hoy en Sevilla se espera con risas y chanzas la próxima entrega de la manipulación mensual del Centro de Investigaciones Socialistas que miente a sabiendas, pero tiene la virtud de producir en el electorado español la siguiente impresión: que pase lo que pase, ni hay solución, ni hay posibilidad de relevo, que tenemos a Pedro Sánchez Castejón en La Moncloa para rato. En la España que recoges, finalmente Feijóo, te topas con un partido, el tuyo, que ha estado a punto de suicidarse por un quitame allá esas pajas, un partido al que le echa el aliento en la nuca la tribu de Vox que ha hecho del fundamentalismo ideológico una baza que casi cinco millones de españoles han adqurido. El PP, su nuevo líder, ya ha empezado a sufrir las primeras invectivas. La intervención del leninista Echenique es sólo un aviso de lo que se le viene encima a Feijóo: toda suerte de canalladas desde el PSOE y su ralea a lo peor aderezadas con dentelladas propias como las que han podido hundir sin remedio a la refundación de Aznar. ¡Vaya trago, vaya marrón Feijóo!

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