Los enchufados del ‘procés’

Hace años, en el mitin que tenía que ser la puesta de largo de Mas como candidato, Jordi Pujol lo eclipsó completamente. Era el 20 de enero del 2002.
Pujol lo recuerda incluso en su libro de memorias. «El acto no salió bien, por culpa mía», admite en el tercer volumen, página 131.
CiU estaba en su apogeo y el discurso en cuestión pasó a la historia como el de las «titas, titas», que es cómo se llama a las gallinas para darles de comer.
«¿Por quién nos han tomado?», se peguntó en alusión a las eventuales presiones de Aznar para que entrasen en el Gobierno.
«Deben pensar que somos una gente que ha ido a hacer política por los cargos», proclamó. «No estamos en política por la menjadora (el comedero)», insistió.
Hay que decir que, más de veinte años después, los hechos han desmentido al expresidente. Una vez más.
De hecho, el proceso fue siempre eso: todo por pasta. En sus diversas variantes. Para algunos fue un trampolín profesional. Como Gabriel Rufián o Míriam Nogueras. O prejubilación dorada. Como el hermano de Pasqual Maragall, que fue eurodiputado y hasta titular de Exteriores.
Pero, sobre todo, ha sido una agencia de recolocación. No deja de ser curioso que los mismos que proclamaban que «nos vamos», «hemos pasado pantalla» o que no había «marcha atrás» se estén recolocando deprisa y corriendo en organismos y empresas públicas del mismo Estado opresor que querían combatir. Que caray, combatir: ¡derribar!
El otro día, por ejemplo, veía a Miquel Calçada elogiando el nuevo canal infantil de RTVE en catalán y pensé: prometieron la independencia a los 18 meses en julio del 2015 y ha terminado todo con un canal de dibujos animados. Eso sí, en catalán.
Calçada fue comisario de la Generalitat para el Tricentenario. Los fastos organizados para conmemorar el 300 aniversario de la derrota de 1714. Que tenían que ser el último trampolín antes de la independencia. Para darse ánimos. Ya ven: un periodista haciendo de historiador.
Y luego, en las elecciones generales del 2016, Francesc Homs lo puso de candidato al Senado. Con tan mala fortuna que no salió. Ahora, se supone, ha sido resarcido como miembro del consejo de administración de RTVE.
Otro en el mismo órgano es el ex jefe de prensa de Junqueras, Sergi Sol. Es cierto que sufre una dolencia grave -que se recupere desde aquí- pero no a todos los que les detectan una enfermedad similar los colocan en la Administración pública. Debe estar de baja.
Pero hay más: el ex consejero de Empresa en el último Gobierno de Quim Torra, el economista Ramon Tremosa. Apenas unos meses entre septiembre del 2020 y mayo del 2021, cuando ganó Esquerra. Toda la vida criticando el déficit de infraestructuras en Cataluña para acabar de consejero de Aena de la mano de Maurici Lucena.
Y, en la misma línea, el mismo consejero de Salvador Illa: Miquel Sàmper. Sàmper era un abogado independentista que fue alcaldable por Terrassa. Con tan mal resultado que pasaron de nueve concejales en el 2011 a tres en el 2015 con el de candidato. Apadrinado, por cierto, por Josep Rull.
Recuerdo unas imágenes suyas por TV3, rodeado de esteladas, criticando una operación de la Guardia Civil en la que buscaba las urnas, urnas que -dicho sea de paso- tampoco encontraron. De ahí, como decía, miembro del Gobierno de Salvador Illa.
O el director general de los Mossos antes del 155, Pere Soler, también de Terrassa (Barcelona). Dejó en las redes un reguero de tuits a favor de la independencia y, sobre todo, arremetiendo contra los que estaban en contra. Ahora en la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia.
Tampoco querría olvidarme de Ferran Falcó, alcaldable por Badalona, al que Salvador Illa ha recolocado de director general del Consorcio del Besòs.
A Falcó le pedí yo la dimisión hace años porque fue imputado por el caso Adigsa, una variante del 3%. Pero luego tuve que comerme mis propias palabras. La magistrada que llevaba el caso, Núria Bassols, lo archivó. Eso sí, no sé qué pensar porque acabó de comisaria de Transparencia en el Gobierno de Artur Mas. Que casualidad.
Por supuesto, también los hay de Esquerra. Como Jordi Pons, que fue miembro de la Sindicatura de Cuentas a propuesta de este partido. Ahora consejero del Banco de España. Por eso, tanto decir que «Espanya ens roba» para acabar a sueldo del Estado.