‘Don Limpio’… ¿De veras?

‘Don Limpio’… ¿De veras?

Cuando escuché que en la entrevista con Ana Rosa Pedro Sánchez se calificaba a si mismo como un hombre «limpio», no pude por menos de recordar que  hubo un tiempo, no tan lejano, en el que en el País Vasco solíamos decir que había unos signos externos que hacían que a los batasunos se les conociera nada más verlos, sin que ni siquiera hubieran abierto la boca: de entrada, no ducharse. Y luego ya, venía todo lo demás, claro.

Al mentiroso patológico que ocupa la presidencia del gobierno de España desde que se hizo con ella a través de una moción de censura destructiva habría que explicarle que no es lo mismo ducharse que ser una persona políticamente limpia. Claro que un tipo que califica sus mentiras como cambios de criterio estará más que dispuesto a defender que la ducha y la honestidad son equivalentes.

Si lo pensamos bien, que Sánchez crea que puede convencernos de que él es un político limpio resulta coherente con la perversión del lenguaje que ha instaurado en España el gobierno más toxico de nuestra historia democrática. Un presidente que mantiene como delegado del Gobierno en Madrid a un tipo que ha proclamado que Otegi –un terrorista, cuyos delitos han sido ya juzgados pero cuyos actos no serán nunca borrados de la historia- y su partido -organización heredera y defensora de ETA y de toda su historia de terror- ha hecho más por los españoles que todos los patriotas juntos, no es un político limpio.

Un presidente que mantiene en el Gobierno a un ministro que elude el pago de impuestos al tener un ático registrado a nombre de una empresa, no es un político limpio.

Un  presidente que ha mantenido de directora de la Guardia Civil a una afiliada del PSOE que ha inscrito sus propiedades inmobiliarias a nombre de su familia –marido, e hijos-, que ha pagado algunas de esas propiedades con el dinero del fraude de los Eres de Andalucía y que ha hecho todas estas operaciones para ocultar su patrimonio, no es un político limpio.

Un presidente que ha ocultado en su agenda una parte sustancial de sus viajes en Falcon a Marruecos y a República Dominicana (33 veces a este ultimo país) no es un político limpio.

Un presidente que corona su legislatura como el más opaco de la democracia y bate el récord de denuncias en Transparencia (el último año se le han impuesto 944 reclamaciones por falta de transparencia, según recoge el Portal de Transparencia y Buen Gobierno) no es un político limpio. Máxime cuando el número de denuncias supera año a año las presentadas en el ejercicio anterior y cuando Sánchez también bate el récord en el numero de denuncias estimadas (aquellas en las que se da la razón al ciudadano) que es también la más alta desde el año 2015.

Un presidente que ha protegido (y protege) las andanzas del llamado Tito Berni y toda su trama corrupta e impide, con instrucciones a la presidenta de la Mesa del Congreso de los Diputados, que la policía judicial acceda al despacho del diputado socialista en el que supuestamente hacía sus fraudulentos negocios y que no ha colaborado con la justicia desvelando los nombres de otros diputados del PSOE presuntamente implicados en la trama, no es un político limpio.

Un presidente que designa como notarios de la memoria democrática al partido que defiende y homenajea a los asesinos que trataron de impedir con bombas y tiros en la nuca que triunfara la democracia, no es un político limpio.

No es un político limpio aquel que para conseguir y mantener el poder se alía con los enemigos jurados y mortales de la democracia.

No es un político limpio aquel que elimina del Código Penal los delitos de sedición por los que han sido condenados sus colegas de Cataluña, a los que les debe la posibilidad de seguir ocupando la Moncloa.

No es un político limpio quien sitúa a los de Otegi en el corazón de las políticas de Estado, en el puente de mando según dice el propio terrorista.

No es un político limpio quien pacta presupuestos a cambio de presos, quien vende la dignidad de la Nación a cambio de unos meses más en la Moncloa.

No es un político limpio quien gobierna Navarra con la hez de la sociedad española.

No es un político limpio quien miente todo el rato y sobre todas las cuestiones, quien engaña, quien falsifica los datos, quien busca el enfrentamiento entre españoles, quien pretende demoler el sistema del 78 aliándose con los enemigos de la España constitucional y democrática.

No es un político limpio quien hace de la mentira su guía de comportamiento.

No es un político limpio quien parasita las instituciones y quien cierra de forma inconstitucional y por dos veces seguidas el Congreso de los Diputados.

Concluyamos. Los datos avalan que Pedro Sánchez no puede ser identificado como los batasunos históricos  («de entrada, no ducharse…») pero su suciedad política es más que manifiesta.

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