Candilazos

La dislexia de Garzón

La dislexia de Garzón
Segundo Sanz

Que el comunista Alberto Garzón bebe los vientos por una dictadura bolivariana en España como la de Venezuela ya era algo sabido. Sin embargo, lo que se desconocía hasta el momento era que el “pitufo gruñón” de la izquierda —según le llaman sus detractores en Unidas Podemos tras bautizarlo así Pablo Iglesias— padece una dislexia galopante.

“La derecha golpista venezolana vuelve a intentar ganar el Gobierno con las armas, otra vez llamando a los militares a combatir a su propio pueblo. Nuestro firme compromiso está con la paz, el diálogo y contra el golpe de Estado. No pasarán”. Así reaccionó Garzón a la liberación de Leopoldo López por parte de militares que apoyan al presidente encargado Guaidó. Y así evidenció una incapacidad perversa, porque no cabe duda de que es intencionada, para distinguir entre la izquierda y la derecha democráticas en Venezuela. Porque luego están sus adorados chavistas, los que abrazan la dictadura.

El mismo que vislumbra un país próspero, de crecimiento económico, de respeto a los derechos humanos y sustentado en unas elecciones libres y democráticas cuando, en realidad, no hay en él más que hambre, miseria, asesinatos de disidentes, presos políticos, urnas compradas y asalto de instituciones legítimas tiene los ojos ensangrentados de odio y el alma corrompida.

Porque sostener que el partido de Voluntad Popular, al que pertenecen López y Guaidó, es la “derecha” es tanto como proponer a Nicolás Maduro como premio Nobel de la Paz. Garzón miente adrede y lo hace sin el más mínimo rubor, porque él sabe que Voluntad Popular es una fuerza de centro-izquierda que forma parte, junto al PSOE de Pedro Sánchez entre otros partidos, de la Internacional Socialista desde el año 2014. A esta coalición mundial de socialdemócratas y laboristas no pertenece, en cambio, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) fundado por Hugo Chávez, en tanto la propia Internacional lo considera una organización “dictatorial”.

El propio presidente Sánchez cuando todavía era el candidato Pedro recibió en Ferraz a Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López, y le trasladó su respaldo y solidaridad. Incluso meses después llamó “miserable” al podemita Monedero por comparar a López, entonces preso, con los terroristas de ETA. Ahora, como le pide Zapatero, quiere gobernar apoyado en este populismo tan amigo de los tiranos.

No lo pudo resumir mejor Leopoldo López padre, quien después de que Garzón llamara “golpista” a su hijo, retrató a Carrillito como alguien “malintencionado” o, de lo contrario, que “necesita un psiquiatra, porque tiene los cables pelados”. Los cables, y la vergüenza.

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