Dios os guarde y puta España

TV3, España, Cataluña

El maestro de periodistas Xavier Rius nos recordaba en su última columna que una de las estrellas de la actual TV3, la subvencionada por el ‘moderado’ Salvador Illa, tiene una baldosa en la puerta de su casa con la inscripción «Dios os guarde y puta España», para que todo aquel que se acerque a su hogar sepa de qué pie cojea, y a quién odia. Se trata de Peyu, un humorista siniestro que forma parte del soviet hispanófobo de TV3 y al que el Govern socialista le acaba de contratar un nuevo programa para la temporada que viene. Es el mismo tipo que se inventó un gag para TV3 – que al final no se emitió, pero que él se encargó de difundir en redes – en el que presumía de su deseo de que la princesa Leonor – entonces menor de edad – le hiciera una felación.

Acuérdense de Peyu, de sus deseos libidinosos y delictivos, y de su baldosa, cada vez que algún amigo o conocido elogie el ‘talante’ de Salvador Illa, ese mentiroso compulsivo que suena en los mentideros como posible sucesor de Pedro Sánchez. Y es que Illa, si Puigdemont o Junqueras le exigieran que se pusiera una chapa en la solapa con el «Dios os guarde y puta España» lo haría sin ningún problema, porque la política de su partido es la hispanofobia por sistema. No en vano tiene en su Gobierno a un consejero, Francesc-Xavier Vila, dedicado en cuerpo y alma a erradicar el uso social de la lengua española de Cataluña. Illa ha hecho lo que no hizo ni Jordi Pujol, ni Artur Mas, ni Quim Torra, ni Pere Aragonès: crear una consejería de Política (persecución) Lingüística, y ha puesto al frente a un radical separatista.

Por eso ustedes no habrán leído, ni escuchado, ningún mensaje de solidaridad del Govern del PSC cuando la heladería argentina de Gracia, o cualquiera de las docenas de locales señalados y amenazados en redes por fanáticos separatistas, sufren las consecuencias de la hispanofobia sembrada por ERC, Junts o la CUP. De ahí que la reunión en Bruselas entre Salvador Illa y Carles Puigdemont no haya sido ningún ‘peaje’, ni ningún ‘sacrificio’, para el líder del PSC. Porque el actual ‘president’ ha desbordado a los separatistas con políticas más radicales, no solo en lo lingüístico, también en la demolición de lo que queda de Estado en Cataluña, de ahí la conversión parcial de la Jefatura de la Policía Nacional de Vía Layetana en un «centro de memoria histórica», y la retirada continúa de competencias en Cataluña de la Guardia Civil.

Por no hablar de lo económico, con una consejera de Economía, Alicia Romero, conocida como ‘la nacionalera’ dentro del PSC y que es una fan de la insolidaridad interregional y está encantada de dejar sin un euro a comunidades como Extremadura o Andalucía. Sin olvidar la ‘soberanía’ en materia de seguridad que tan bien representa la consejera de Interior, Núria Parlon, que dimitió hace unos años como miembro de la dirección del PSOE por el apoyo que Pedro Sánchez prestó para la aplicación a Cataluña del artículo 155 de la Constitución.

Cuando la Delegación del Gobierno en Cataluña, dirigida por el dirigente del PSC Carlos Prieto, no hace nada para evitar que se incumpla la ley de banderas en centenares de ayuntamientos catalanes, certifica la retirada del Estado de Cataluña. Cuando un alcalde ve que puede retirar la bandera de España o el retrato del Rey sin sufrir consecuencias legales, ya se siente ‘empoderado’ para cualquier acto hispanófobo que le ocurra, porque sabe que el PSC no actuará contra él. Entre otras cosas porque hay docenas de gobiernos municipales en Cataluña entre socialistas y separatistas. Cada vez que Illa abre una ‘embajada’ separatista en cualquier país no lo hace porque ERC o Junts le obliguen. Lo hace porque aspira a ocupar su espacio político y ser el representante del separatismo con sordina: el objetivo es el mismo, pero a menor velocidad.

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