Desvelamos todas las claves del Ibex 35 (I)
La economía española cuenta con indicadores representativos sobre su evolución, plasmados en esos datos macroeconómicos que periódicamente vamos conociendo y que a veces son esperanzadores y los envolvemos de un singular triunfalismo aunque cuando son malos siempre procuramos darle la vuelta al calcetín y nos empeñamos en querer ver los aspectos positivos —eso está bien desde el punto de vista de levantar la moral económica entre el respetable—; la economía española, decía, dispone de una serie de referencias o termómetros al margen de los consabidos y ortodoxos indicadores. Por ejemplo, como meses atrás apuntaba, los números de El Corte Inglés, que conocemos el último domingo de cada mes de agosto, coincidiendo con la tradicional celebración de su junta general de accionistas, vienen a ser como un affidávit sobre el comportamiento del consumo.
Claro está que hoy la omnicanalidad del comercio hace que no sea suficiente solo con ver las cuentas de los grandes almacenes españoles para formarse una idea sobre el gasto de las familias y haya que recurrir a más fuentes de datos. Pues bien, en el contexto empresarial la lectura e interpretación de las cuentas de las empresas no financieras que cotizan en el selectivo Ibex 35 ofrecen un aceptable mosaico para entender qué tal anda en cuestiones financieras y económicas lo que podría considerarse como lo más granado del empresariado español. El estudio que formulo cada año, entidad por entidad, se limita a las que damos en llamar no financieras, es decir, que no se incluyen bancos ni compañías aseguradoras a fin de obtener una más acicalada homogeneidad. La casuística, tanto de la banca como del negocio asegurador, resulta atípica si se compara con el formato clásico de los balances y de las cuentas de resultados de las empresas no financieras.
Al cierre de 2017, eran 27 las compañías no financieras que cotizaban en el selectivo Ibex 35 que anualmente va viviendo sus particulares movimientos: entran unas, salen otras, se fusionan unas terceras, matrices que integran a subsidiarias, holdings que escinden alguna división. Cada año tienen lugar movimientos corporativos y operaciones societarias que van modelando como una versión animada de los grandes operadores de la Bolsa española. En las tablas siguientes, se presentan, de una parte, la composición histórica del Ibex 35 desde 2009 hasta 2017, resaltando aquellas compañías cuya sede no se encuentra en España (ArcelorMittal), los bancos y las compañías aseguradoras, y, de otra parte, los principales movimientos habidos desde 2009 hasta 2017 en lo referente a inclusiones, exclusiones, cambios de código y de nombre. En primer lugar, destaca una composición bastante estable de las grandes compañías en el Ibex 35; por tanto, no se producen cambios muy significativos en el transcurso de estos años.
Es cierto que alguna entidad sale del Ibex y reaparece al cabo de un tiempo e igualmente determinadas empresas a las que cabría calificar como clásicas en la alineación del Ibex desaparecen: Abengoa, debido a sus vicisitudes financieras; tres constructoras tradicionales como FCC, OHL y Sacyr, a causa de sus inquietudes económicas y cambios accionariales; algún banco de renombre engullido por las circunstancias adversas de sus balances, como es el caso de Popular… No obstante, una serie de nombres se van repitiendo a lo largo de estos ejercicios lo que en principio viene a ser como un signo de estabilidad bursátil, pero, ahondando un poco más, ese detalle quizá sea representativo de una especie de anquilosamiento de los motores de nuestra economía, si damos por sentado que las empresas que cotizan en el selectivo Ibex son tractoras económicas, grandes empresas que mueven a medianas y, éstas, a su vez, a pequeñas.