La demagogia con las pensiones

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La reforma del sistema de pensiones es algo que es urgente, porque, si no, el sistema estará matemáticamente quebrado. Puede ser duro decirlo, pero es la verdad, y, por tanto, es lo que los responsables políticos deberían decir.

No es, por tanto, cuestión de ideologías sino de matemáticas actuariales. Cada vez tenemos más pensionistas y esos pensionistas cobran una pensión más elevada que las que se cobraban antes, y lo hacen durante más tiempo. Cuando se puso en marcha en España el sistema de reparto, la esperanza de vida al nacer no era mucho más alta de 65 años en los varones, que entonces eran el grueso de la población activa. Ahora, sin embargo, gracias a Dios, la esperanza de vida se encuentra por encima de los 80 años en ambos sexos. Este factor, sin duda, eleva el número de años que se percibirá una pensión, que supone, por tanto, un incremento del coste del sistema.

Por otra parte, la tasa de sustitución o de reemplazo de las pensiones en España -esto es, el porcentaje de pensión que se percibe respecto al último salario- no ha dejado de crecer y es la más elevada de Europa, muy por encima de la media de la UE y de la eurozona. Esto eleva también el coste del sistema público de pensiones, al ser mayores las pensiones que entran al sistema que las que salen.

El impacto será especialmente importante cuando se jubile el grueso de las cohortes del baby boom, período que tuvo lugar entre 1952 y 1977, pero encontrándose esas cohortes más numerosas en crecimiento de natalidad anual entre 1957 y 1967. Son muchas personas que, por un lado, accederán a una pensión, que, por otra parte, dejarán de cotizar como activos y, por último, percibirán, en términos generales, una pensión mayor que la media actual, con lo que dicha media se elevará y, con ello, el coste del sistema.

Adicionalmente, además de producirse esa salida de la población activa de todas esas personas, no se reemplazará con una entrada similar en el mercado de trabajo de las nuevas generaciones, pues los nacimientos de estas nuevas cohortes fueron ya muy escasos, de manera que la relación entre activos cotizantes y pensionistas caerá de manera importante. Por eso, si nada se hace, el sistema colapsa matemáticamente, y eso es lo que hay que evitar. Hay que tomar medidas para solucionar el problema y garantizar su sostenibilidad.

Ahora, muchos tratan de crear un enfrentamiento generacional entre pensionistas y jóvenes, comparando el poder adquisitivo de unos y otros y el riesgo de que los jóvenes no puedan cobrar una pensión. Eso es falso. La responsabilidad no es de los pensionistas actuales, los cuales pagaron muchísimo para sostener las pensiones de sus mayores y para devengar derechos sobre su futura pensión, que ahora cobran o están a punto de cobrar. Es cierto que es insostenible que las pensiones se liguen al IPC, al menos con el sistema actual de reparto y el nivel elevado de precios que se da, pero lo que no puede ser aceptable es que unas se revaloricen con el IPC y que se excluya de ello a las pensiones altas. Cada uno ha cotizado por bases distintas y ha aportado cuotas distintas. Si ahora se les discrimina también en la revalorización, al final terminaremos de convertir el sistema en uno asistencial en lugar de contributivo. Hay que recuperar el factor de sostenibilidad, pero mientras las pensiones se revaloricen por IPC no puede excluirse de ello a las pensiones altas, pues es esencial mantener el carácter contributivo del sistema.

El Banco de España lo ha advertido en distintas ocasiones, donde ha llegado a alertar del un aumento muy significativo en pensiones contributivas que se está produciendo, que es lo que ha deteriorado rápidamente el saldo de la Seguridad Social. Es más, el 44% del total del déficit de las AAPP se produjo por la diferencia negativa entre cotizaciones y pensiones contributivas. Por todo ello, el Banco de España ha pedido, en varias ocasiones, claramente, que se lleven a cabo reformas estructurales que permitan la sostenibilidad del sistema. También lo han hecho en diversos momentos BBVA Research y Fedea, de momento con escaso éxito. Esperemos que los políticos sean conscientes del verdadero problema que supone no reformar el sistema de pensiones y que lo hagan para garantizar su viabilidad, no con meros parches para la propaganda, sino con reformas estructurales que consoliden y garanticen las pensiones, en lugar de tratar de enfrentar a distintas generaciones y de perjudicar a quienes más han aportado, que, además, no soluciona el problema. Hay que pasar de la demagogia con las pensiones a la reforma del sistema que garantice su viabilidad, que es posible.

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