De Delibes a Almudena Grandes, entre el sectarismo y la ignominia
Cuando el PP pidió que el aeropuerto de Valladolid fuera renombrado como Miguel Delibes, en homenaje a uno de los escritores referentes de la literatura española, fallecido en marzo de 2010, el Gobierno socialcomunista, en marzo de 2021, contestó que «el cambio de denominación de estaciones y aeropuertos es un proceso complejo y delicado en el que hay que tomar en consideración cuestiones económicas, de gestión, de marca, impacto reputacional, aceptación pública, fidelidad de reconocimiento e identificación por los usuarios, consenso social y consenso entre posibles afectados y gestión administrativa y empresarial del cambio de denominación a todos los niveles, entre otros condicionantes». O sea, que no. Parece obvio que el rechazo al nombre de Miguel Delibes respondía a cuestiones de puro revanchismo político.
Pues bien, el Gobierno de PSOE-Podemos ha añadido el nombre de la escritora Almudena Grandes, próxima a Izquierda Unida y al Partido Comunista, a la estación Puerta de Atocha en un tiempo récord, porque su muerte se produjo en noviembre del pasado año. Es decir, ha tardado tres meses en solventar los problemas de denominación de estaciones y la complejidad que pusieron de excusa para paralizar el renombramiento del aeropuerto vallisoletano, pese a que Congreso y Senado habían aprobado que se llamase Miguel Delibes hace más de dos años.
No hace falta ser muy sagaz para concluir que la decisión del Ministerio de Transportes -órgano competente para el cambio de denominación del aeropuerto de Valladolid y de la Estación de Atocha- representa un intolerable agravio que responde, simple y llanamente, al sectarismo ideológico de un Gobierno que concibe la cultura con los criterios totalitarios propios de una izquierda reaccionaria. El castigo a Miguel Delibes y el premio a Almudena Grandes es la respuesta natural de un Ejecutivo que ha llevado su fanatismo ideológico a extremos peligrosos. Luego se les llena la boca hablando de libertad y cultura. Son lo que son: acumulan tanto odio y revancha a sus espaldas que provocan grima.