Covid: arribista Simón y comisario Oliver
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Cinco años después, Fernando Simón, aquel portavoz sanitario gubernamental al que nadie se creía durante la terrible pandemia que se llevó por delante 130.000 vidas (todavía no conocemos la cifra exacta que el Gobierno se niega a oficializar y mira qué es fácil), ha decidido salir del agujero para explicitar determinados puntos oscuros de aquella terrible tragedia. Lo único que ha podido aportar en territorio amigo (Évole) es sandez encima de sandeces, en un intento por reescribir una historia que no puede colar. Fueron inútiles, mentirosos, ilegales, chapuceros y traidores al pueblo.
Baste recordar esto: «En España la pandemia, como mucho, dejará uno o dos casos». Eso fue lo que dijo el jeta éste que ya debería haber sido encausado. Todo el mundo es ya consciente de la auténtica verdad de lo acaecido bajo un gobierno incompetente que hasta de la terrible situación quiso sacar ventaja política. Ha regresado para teóricamente hablar de una gestión infumable y subraya que «llena de mentiras oídas en voz alta». ¡Hace falta tener cara de cemento!
El doctor Simón intenta, un lustro después, salvar su imagen ante la historia porque, al final, Sánchez y sus cuates siempre están en lo mismo: manipulación , bulos, mentiras; el único mérito al más puro estilo goebbelsiano (el nazi) es que lo declinan con un descaro digno de mejor causa y siempre en la creencia de que el pueblo español es tonto de baba, aunque hasta la fecha ese mismo pueblo ha tragado con ruedas de alquitrán.
Una de las pruebas más evidentes de su inmensa indignidad fue cuando escudaban sus trinkes a través de las mascarillas, respiradores y demás material sanitario detrás de la apelación a un «comité de expertos» (Sic) que posteriormente el mismo Gobierno confesó que no había existido nunca. ¿Se puede ser más cobarde y ruin? ¿Se puede tener menos responsabilidad y capacidad para dirigir una nación con serios problemas de salud pública? ¿Ha caído bajo la guillotina de los jueces y de las leyes democráticas el autor de esa colosal mentira?
Nadie cree que fuera Fernando Simón el autor de la patraña histórica. ¿Quién estaba al frente del aparato propagandístico gubernamental? Tomen nota: Miguel Ángel Oliver, actual presidente de la Agencia EFE, la misma que no hace muchos meses se inventó también que un helicóptero se había estrellado en las Torres de la Castellana, el mismo medio que pocas semanas después dio por muerto al famoso escrito Fernando Aramburu y días más tarde nombró a la líder opositora venezolana como portavoz del gobierno chavista en aquel país.
Oliver es el mismo que cercenó criminalmente la libertad de expresión durante aquellos días. Incluso con la televisión en directo mandó rectificar a un general de la Guardia Civil cuando le falló el subconsciente en contra de sus mandos políticos.
Simón y Oliver… Dos tipos que se han ido de rositas y siguen abrevando en las mamandurrias gubernamentales. La Historia no olvidará sus nombres ni otros.