«Confecciones Marlaska, al quinto lavado la ropa casca»

El Ministerio de Interior ha decidido -vaya usted a saber por qué- que sean los presos quienes confeccionen los uniformes de los funcionarios de prisiones en lugar de recurrir, como era habitual, a unos grandes almacenes. Los tejidos empleados dejan mucho que desear, pese a lo cual Interior ha convocado un concurso público de tres millones de euros para seguir suministrando los componentes textiles a los reclusos. El tejido es un desastre en calidad, comodidad, funcionalidad y transpirabilidad, según denuncian los funcionarios. «Sólo admiten cinco lavados y se les borran las letras y la bandera de España». Lo de la bandera de España puede que esté hecho con toda la intención, que de este Gobierno cabe esperarse todo, pero lo de los cinco lavados es de nota.
Lo sensato es que estos uniformes fueran realizados por empresas textiles especializadas y no confeccionados por presos, y que, por supuesto, pasaran un control de calidad, pero «al ser tejidos que retienen el calor y no absorben la humedad, con las altas temperaturas del verano, los profesionales penitenciarios pasan muchísimo calor con las prendas, lo que les provoca una gran incomodidad y, además, al no transpirar producen olor», denuncian. O sea, que en verano tienen que lavarlos todos los días y las prendas no soportan más de cinco lavados.
Los trabajos de producción se realizan en los centros penitenciarios de Córdoba, El Dueso (Cantabria), Jaén, Alcalá de Henares (Madrid), Soto del Real (Madrid), Topas (Salamanca), Segovia y Puerto de Santa María (Cádiz), donde Marlaska ha decidido instalar los talleres. No se sabe qué extraña razón mueve al ministro para someter a los funcionarios de prisiones a la tortura de tener que llevar una indumentaria que cualquiera diría está hecha por sus peores enemigos. Eso de que los presos cosan los uniformes de los funcionarios se presta a que no den puntada sin hilo y, en consecuencia, las prendas sean una forma de venganza. Y Marlaska, partiéndose de risa.