Ciudadanos: un nuevo comienzo
Esta es una campaña electoral llena de confusión y griterío. Por distintas razones –unas más poderosas que otras— los partidos grandes ocupan la pista con su enfrentamiento en clave nacional, cuando las urnas que se abren este domingo son las europeas.
Entiéndanme, no soy tan ingenuo como para ignorar que en unas elecciones al Parlamento Europeo se ventilan también muchos asuntos domésticos. Pero hemos llegado a una situación insoportable: otra carta del aprendiz de autócrata Pedro a los ciudadanos culpando a magistrados y periodistas de las –todavía— inciertas consecuencias de las cartas de recomendación de su mujer, aires plebiscitarios en la respuesta del principal partido de oposición, consignas sonrojantes desde La Moncloa, alusiones a máquinas de fango por parte de personajes que no se miran al espejo…
Los bloques en acción. El desparrame de la propaganda. La pérdida de la vergüenza y del significado de las palabras. La España polarizada y paralizada.
Lo que se dirime dentro de 48 horas no puede ir de esta pelea sin cuartel y con argumentos cada vez más alejados de los problemas reales. Las elecciones deben ir de la Europa que queremos, y de lo que creemos que España debe hacer en esa Europa.
Nosotros llevamos cinco años, toda la legislatura, haciendo –y esta valoración no es propia, en ella coinciden amigos y adversarios— mucho por España y por Europa, desde la pelea por los numerosos problemas que perjudican a los agricultores y ganaderos hasta la defensa del español en las escuelas de Cataluña; desde el refuerzo de la españolidad de Ceuta y Melilla hasta el apoyo a los interinos en sus demandas contra la temporalidad; desde la lucha contra la dejadez en el Delta del Ebro por parte del Gobierno y la Generalitat hasta la movilización en defensa de la democracia y las instituciones.
Si, también ahí hemos estado en primera línea, contribuyendo a que Puigdemont y los suyos sean unos parias en la Eurocámara y denunciando la farsa de la amnistía como lo que es; una gigantesca corrupción política –los amnistiados dictan las normas, primicia mundial- que impide investigar las conexiones de los independentistas con el terrorismo y con Putin; una maniobra de impunidad para unos delincuentes a cambio de siete votos para seguir en La Moncloa; una carga de profundidad contra la Constitución, la democracia y la igualdad ante la ley de los españoles.
Soy muy consciente de la complicada situación en la que nos encontramos después de las últimas convocatorias electorales. No me engaño. También sé que muchas decenas de miles de votantes que habían apostado en algún momento por Ciudadanos en sus 18 años de historia van a valorar lo que hemos hecho en la última legislatura del Parlamento Europeo. Que van a mirar las campañas de las otras fuerzas y van a descubrir que somos los únicos que hablamos de Europa sin dejar de hablar de España. A todos ellos les estamos pidiendo su apoyo para volver a empezar, para tener una nueva oportunidad de devolverles la confianza en los políticos, duramente golpeada por el espectáculo diario al que asisten.
En una Europa enfrentada a los retos de la crisis de las democracias liberales, la competitividad económica y tecnológica y la seguridad, y amenazada por populismos y extremismos, tenemos que mantener la presencia liberal y moderada para que los principios y valores se mantengan y la Unión no pierda pie en el escenario global.
En una España harta de enfrentamientos de bloques, de polarización, y necesitada de tolerancia política, de centrismo y reformas económicas y sociales, queremos pedir el respaldo a los que saben lo que hemos hecho en estos cinco años; a los que no quieren que la ausencia de Ciudadanos en el grupo liberal europeo deje la puerta abierta –como ocurría antes de 2019— a la entrada de independentistas disfrazados de liberales.
Si estamos nosotros, eso no ocurrirá: lo sabemos, porque fuimos nosotros los que les desalojamos. Y somos nosotros los que vamos a vigilar para que nadie en Europa se deje engañar por maniobras antieuropeas y antidemocráticas como la de la amnistía. Somos nosotros, contando con su respaldo, los que no nos resignamos a dejar el campo libre a la Europa de los miedos ni a la España de los garrotazos. Los que presentamos, sobre la base de nuestro trabajo europeo y español y con nuestras propuestas, un proyecto que dé voz al ciudadano que quiere ser libre e igual, al ciudadano que cree que no todo está perdido. Que puede renacer su esperanza en la política.
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