Carmena destroza a sus antiguos discípulos
La ex alcaldesa de Madrid, ex militante comunista y ex juez, Manuela Carmena, ha hecho estos días un análisis acerca del auge y caída del podemismo, que no tiene desperdicio, una pieza de análisis perfecta sobre el devenir de Pablo Iglesias y sus cuates:
«A la gente no la puedes engañar con promesas que sabes que no vas a cumplir… No puedes llegar al poder criticando a los demás por cosas que cuando llegas haces lo mismo… La ejemplaridad es fundamental para un dirigente público… No puedes cambiar un humilde barrio por otro de lujo… No puedes vivir como un rico cuando te metes con ellos…».
Punto. No hay más secreto para explicar lo ocurrido con Podemos. No puedes prometer que sólo percibirás tres salarios como máximo y luego embolsarte (la pareja) 20.000 pavos al mes. Ojo, tengo para mí que a la rutilante señora Díaz puede ocurrirle algo parecido. Si quieres representar al pueblo llano, tienes que vivir como el pueblo llano y no tratar de engañar con planchas de última hora cuando, además, vives en un piso de 450 metros cuadrados que se supone necesitará servicio.
Escrito lo anterior, subrayar que todo alrededor de la líder de Sumar es tan impostado, tan de marketing franquista, que hay que sospechar que trata de dar gato por liebre. Esta ferrolana teñida de rubio ha terminado por creerse que es de verdad, que no se besa porque no llega y que papá comunista la trajo al mundo para redimir el orbe. Pura purpurina adornada con frases de almanaque.
El principal input que ha puesto en el mercado es la reforma laboral (más bien, contrarreforma) y la consiguiente creación de empleo. ¿Qué empleo? Hay un millón más de desempleados de lo que dicen sus cuentas, sin olvidar que la mayor parte del creado lo ha sido en las administraciones públicas, no en la economía productiva.
Lo que mejor sabe hacer es presumir de fantasmadas al más puro estilo neocomunista. Santiago Abascal tuvo la oportunidad el pasado jueves de haberla puesto al descubierto, desnudarla en sus incapacidades, pero se limitó a alfilerazos de monja novicia.
Si esta chica no consigue seguir sentada en el coche oficial, su carrera –asentada sobre mentiras cocinadas en medios afines- se desinflará como un mal soufflé. Por eso, en esta campaña hacen lo que hacen.