Cada día más cerca de un Brexit sin acuerdo

Cada día más cerca de un Brexit sin acuerdo

La historia del Brexit será estudiada dentro de un siglo como la que hoy en día podemos hacer del Reino Unido en la primera parte del siglo XIX. Tras involucrarse en la campaña para desalojar del poder a Napoleón y participar con el resto de grandes países del momento en el Congreso de Viena, los líderes británicos decidieron soltarse amarras y volverse sobre sí mismos en prácticamente buena parte del siglo XIX, salvo contadas excepciones como la guerra de Crimea o el apoyo a la emancipación griega contra el imperio otomano. Digo todo esto porque, así como a lo largo de este año he defendido que el Brexit no iba a tener lugar mientras Theresa May siguiera al frente del gobierno británico y Jean-Claude Juncker dirigiera los designios comunitarios, con Boris Johnson el panorama es bien distinto.

Mientras May nunca estuvo del todo convencida de la materialización de la salida de la Unión Europea y trataba de hacer malabarismos con sus parlamentarios y sus colegas europeos, Johnson es el líder político de Occidente más parecido a Trump en el modo de tomar de decisiones. Tanto Johnson como Trump son dirigentes que basan sus políticas en la propia intuición y en la convicción de que tienen el apoyo de buena parte de la sociedad para sacar adelante sus iniciativas. Todo aquello que Trump defendió durante su campaña electoral ha tratado de llevarlo a cabo, con mayor o menor éxito, en el ejercicio de su mandato. Boris Johnson, como nuevo primer ministro, siente estar a las antípodas de su predecesora y precisamente por ello va a ir esculpiendo la imagen y el relato necesario para desmarcarse del pasado inmediato, sobre todo en cuanto al Brexit se refiere. Eso significa Brexit sí, o Brexit sí. Y es ahí donde reside la gran diferencia respecto a Trump: el británico es supuestamente más previsible que su colega estadounidense. Todos conocemos qué piensa el primer ministro británico respecto a la salida de la organización comunitaria y, desde luego, no va a sentarse a negociar nada que no sea sobre la base de la salida de la UE.

El mayor problema los tenemos los países miembros de la UE. Así como era previsible que May no quisiera aceptar un ‘no deal’ bajo su mandato, a Johnson le da prácticamente igual y las nuevas autoridades comunitarias deben saber que no es lo mismo negociar con May que con su sustituto. Este jueves decía Juncker, legando a su sucesora Ursula von der Leyen un camino repleto de espinas, que ya no va a existir más negociaciones del Brexit y que el acuerdo con May es sobre lo único que se puede trabajar. Dado que el aún presidente comunitario conserva el puesto en los minutos de descuento lo mejor sería que dejase esa decisión a la nueva presidenta de origen alemán y ya veremos si existe voluntad de sentarse a negociar.

Dado que la nueva presidenta no asume mandato hasta el mes de noviembre y la salida británica del club comunitario está prevista para un día antes, el 31 de octubre, no existe tiempo apenas de acordar nada. Y ese es el escenario al que nos abocamos. La UE no considera plantear un nuevo modelo de acuerdo bajo ningún concepto. Y, por otro lado, a Boris Johnson se le presume feliz por protagonizar un episodio del que ha estado haciendo campaña durante muchos años. El gran problema de todo es que la peor parte se la acabará llevando la ciudadanía de uno y otro lado.

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