Begoña Gómez: negocios con el aval de la Moncloa

Begoña Gómez: negocios con el aval de la Moncloa

No se entiende que la mujer del presidente del Gobierno siga inflando su currículum con cursos de «dirección comercial» que no fueron impartidos ni por un centro universitario o escuela de negocios, sino por una consultora -Tea Cegos, ahora Grupo Cegos- que ofrecía formación a empresas -y, por tanto, de carácter privado y no oficial-. Y es que Begoña Gómez no necesita en absoluto justificarse con inflados méritos académicos. La falta de una licenciatura la ha suplido con creces: ha logrado codirigir un máster en la Universidad Complutense -algo insólito-y, además, se ha hecho con varios patrocinios para un curso que ha convertido en un negocio.

¿O es que alguien piensa que la razón por la que ha logrado hacerse con un máster regado de ayudas empresariales se debe a que está en posesión de diversos cursos de «dirección comercial»? A estas alturas convendría separar el trigo de la paja: que empezara falseando su currículum con una licenciatura ‘fake’ es indiciario, en todo caso, de una conducta presuntuosa, pero la gran cuestión de fondo es que los apoyos empresariales conseguidos no lo han sido -resulta obvio- por sus ‘méritos académicos’, sino  por ser la mujer del presidente del Gobierno. Así de claro. Y es ahí donde hay que situar la polémica. Y es ahí donde cabe hacer el principal reproche, aún a riesgo de que la izquierda y sus terminales mediáticas manipulen la realidad con burdas acusaciones de machismo.

Porque es razonable pensar que el impulso empresarial a los negocios de Begoña Gómez está directamente vinculado a su condición de mujer de Pedro Sánchez. O mejor dicho: ¿Acaso Begoña Gómez habría recibido dicho impulso de ser una ciudadana anónima? Por lo tanto, Gómez no necesita seguir inflando su currículum, porque si fuera por su currículum jamás habría dirigido un máster en  la Universidad Complutense y jamás ese máster le habría servido de reclamo para captar apoyos. ¿Cómo pudo dirigirlo? La respuesta es obvia: su aval sigue estando en la Moncloa.

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