Ayer soñé que indultaban a unos liberales 

Ayer soñé que indultaban a unos liberales 

La mente, en los sueños, tiende a utilizar imágenes de la realidad y a mezclarlas de otra manera. Así, ayer soñé que un grupo de liberales, hartos de que les confisquen la mitad de su salario cada mes (retenciones más seguridad social), decidía terminar con el sistema tal y como lo conocemos. Primero lanzaron una campaña dirigida a los menores de cuarenta años para promover su salida del sistema de pensiones, haciéndoles ver que cuando lleguen a la edad no quedará nada por cobrar y que están pagando para otros. Abogaban por un sistema de capitalización que terminase con el actual sistema de reparto. Luego lanzaron otra campaña dirigida a que los que pagan sanidad privada exigieran ser eximidos de la obligación de financiar la pública. Proponían un sistema de aseguramiento obligatorio para toda la población activa, pero eligiendo la aseguradora como pueden hacer los de Muface. En una tercera fase, pretendían aplicar este esquema sanitario a la enseñanza: miles de padres comenzaron a pedir que les dedujeran de su cuota en el IRPF lo que les cuesta el colegio de sus hijos con la razón de peso de que si no consumen enseñanza estatal no tienen por qué pagarla.

La cosa fue creciendo… Cientos de asociaciones movilización a miles de personas en el movimiento de emancipación del Estado. Diversos intelectuales prestaron ríos de tinta para fundamentar la alternativa liberal… Entre ellos, destacó un profesor de Derecho de la Universidad de Madrid que elaboró la teoría del Estado personal. Según dicha teoría, podemos admitir estar sometidos a un Estado en lo territorial, la justicia, seguridad y defensa, pero cada uno debería poder decidir su adscripción personal a un Estado socialista o liberal en función de cuánto quisiera pagar y por cuantos servicios. Era la teoría del «voto por los pies», pero sin moverse: distintas fórmulas estatales competitivas entre sí, al igual que compiten aseguradoras o compañías telefónicas. La ley sólo impondría ciertos deberes de afiliación o cobertura mínima para que ningún ciudadano quedase sin sanidad o educación obligatoria.

Tras años de reivindicaciones sin conseguir cambios estructurales, los líderes liberales decidieron pasar a la acción y promovieron abiertamente el fraude fiscal para satisfacer sus demandas. Varios miles de ciudadanos siguieron sus consignas y dejaron de pagar la cuota de la SS y dedujeron en el IRPF las cantidades pagadas por la enseñanza privada o los seguros de salud. La Agencia Tributaria no daba abasto y no era posible sancionar a todos dentro del plazo de prescripción. Considerando el apoyo popular, algunos partidos con representación comenzaron a apoyar la emancipación del Estado, obteniendo más del 20% del voto a nivel nacional.

Ante el caos sembrado, los líderes fueron detenidos y condenados por sedición. Pero, para reconstruir la concordia, el Gobierno indultó a los condenados y logró promulgar una ley de amnistía fiscal para los contribuyentes rebeldes. Me desperté mientras el presidente explicaba la conveniencia de dichas medidas…

Al despertar a la realidad, pude comprobar que el sueño no era descabellado: los indultos de la semana pasada permiten plantear cualquier sueño político que suponga cambios estructurales de calado. Mi duda es: ¿Cuá será el límite admisible? ¿A qué otro tipo de situaciones se podría aplicar el esquema usado con los independentistas catalanes? ¿Es consciente la izquierda de que la “concordia” que hoy predica podría volverse en su contra (en una España en la que las plataformas anti-impuestos van creciendo poco a poco)?

 

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