Las averías del farsante

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Acosado por ansiedades y vacíos, el ególatra Sánchez lucha para mantener el equilibrio psíquico en una sociedad que exige sumisión a las reglas del trato social, aunque Narciso piense que el único imperio que vale la pena, es su yo. Su salud mental se basa en evitar inhibiciones, sometiendo cada uno de sus impulsos a gratificación inmediata. Repasemos otras averías del farsante: como la intolerancia a la crítica y su incapacidad para la autocrítica; creerse superior al resto de los ciudadanos; una percepción 100% distorsionada de la realidad e ineptitud para asumir responsabilidades. O su falta total de empatía y esa propensión a descalificar al adversario. La sed constante de reconocimiento y halagos, le arrastra a rodearse de ineptos comunistas para sobresalir. Por no hablar de su nula transparencia, pues simplemente, no contesta. Sobrevalora su despotismo, tramado con mentiras y vilezas.

Sobrevive en palacio, tras pactar con esas tribus marxistas y separatistas, que exigieron un altísimo peaje. Al trepa, no le inquietó el coste, ya que sale de los delirantes impuestos que nos obliga a pagar, e inventó inmundicias contra los jueces y demás instituciones para no salir de Moncloa. España está en manos de un sucio mercader y de sus nefastos socios, que odian España y al Rey. Ojalá abran pronto las urnas para que podamos votar y nos libremos, de una vez por todas, de este paranoico, maleducado, que cree ser hijo de Zeus. El ego desmedido del autócrata necesita una urgente puesta a punto.

Su disparatada deriva, pareja a la de su tocayo Castillo, que hizo temblar a Perú, va a conseguir que tiemble España. Pero dos diplomáticos hispanos, creíbles, se pronuncian acerca de las oscilaciones maquiavélicas del ególatra. Paco Vázquez, ex alcalde socialista de La Coruña, previene: «Sánchez es un oportunista peligroso que está venezuelando nuestro país». Inocencio Chencho Arias, tampoco calla y pone en su sitio al tramposo: «El tahúr de la Moncloa es el presidente con menos escrúpulos de los últimos 90 años. Con tal de seguir en el poder, pactaría con Bin Laden. Este Gobierno no es el PSOE de antaño, Sánchez lo ha secuestrado para su propio beneficio». Tienen razón, dicho farsante es un ser amoral que no tiene principios, solo tiene intereses.

Al estar más zumbao que una zambomba, pretende acabar con la división de poderes de un plumazo y forzar un rápido cambio de leyes, que controlen el Tribunal Supremo, lo que la muy inteligente Cayetana Álvarez de Toledo define como: «El asalto definitivo a la Justicia». O sea, un golpe de Estado pactado, y encubierto, para que los golpistas recuperen sus derechos políticos y vuelvan a montar su folclórica kermés independentista. Este ególatra papanatas, sin traidores que lo sostengan, no vale un peine.

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