El AVE, Correos…: el Gobierno es un bluf

AVE Correos

Resultan ciertamente patéticas las invocaciones de los portavoces gubernamentales, especialmente de Pilar Alegría y Esther Peña, a la «magnífica» gestión del Gobierno de coalición que, a su decir, «mejora día a día la vida de los españoles».

¿Han preguntado a los miles y miles de pasajeros de Renfe, por ejemplo, o a los todavía cada vez menos usuarios de Correos, lo que opinan al respecto? Sólo por poner en ejemplo dos empresas que antes fueron básicas en el devenir del progreso en España. Ambas están en quiebra técnica con agujeros multimillonarios.

Desde que Pedro Sánchez llegó al poder se hartó de colocar a amiguetes al frente de responsabilidades que les superan, desde su antiguo jefe de gabinete en Ferraz al actual ministro de Transportes (Movilidad), Óscar Puente, más dedicado a los jueguecillos políticos de salón que a tomarse en serio un departamento ministerial que le supera por todos los lados. Lo mismo podríamos afirmar de RTVE y EFE, con déficits brutales que de seguir por esa senda pondría en riesgo la propia supervivencia.

Para gestionar bien asuntos de tantos millones se necesita gente con preparación, oficio y experiencia. Algo elemental y en ello coinciden todos, menos los sectarios palmeros de Sánchez que le deben sus mamandurrias (algunas muy abultadas) y matan por seguir en ellas. No se puede prescindir del talento y la preparación técnica porque, de lo contrario, nos podemos encontrar con muchos otros ejemplos,como aquel bochorno de los trenes que no entraban por los túneles de Cantabria.

Los desmanes del sanchismo no sólo son político-ideológicos. Son un bluf, incluso en temas tan determinantes como la digitalización del país (un auténtico fiasco en el que la Unión Europea ya está tomando cartas en el asunto) o el desarrollo español de la Inteligencia Artificial.

Ver presumir a los edecanes gubernamentales o al propio presidente de “gestión excelsa” produce risa, náusea y melancolía. Cuando abandonen el poder (si lo abandonan) conoceremos en profundidad el desmadre que siempre conlleva la malversación de recursos públicos, la ineficacia y el clientelismo “ad hominem”.

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