Autocracia sanchista aquí y alcaldes musulmanes en Nueva York y Londres

Pedro Sánchez, Gobierno, autocracia

Vivimos unos tiempos convulsos y agitados, tanto a nivel nacional como en el ámbito internacional. En España la situación de un inquilino de la Moncloa, (un «presidente del gobierno»), que carece de capacidad de legislar por no tener una mayoría parlamentaria en el Congreso, y de acumular tres ejercicios presupuestarios sucesivos incumpliendo literalmente el artículo 143 de la Constitución, lo resume con toda precisión.

En una democracia parlamentaria, como es la definida en nuestra Carta Magna, el presidente no es elegido directamente por los ciudadanos -como es el caso de las repúblicas presidencialistas- sino por sus representantes en el Parlamento en nuestro caso las Cortes Generales, e investido por el Congreso de los Diputados. De tal manera que carecer de mayoría en él, es incompatible con el normal funcionamiento de tal régimen político democrático.

En previsión de que esa situación se pudiera producir dada la miscelánea de siglas que conforman el sanchismo, Sánchez ya había expresado hace un tiempo, ante el Comité Federal de «su» PSOE que estaba dispuesto a «gobernar sin el apoyo del legislativo». Aunque hablando con precisión habría que decir que estaba decidido a «estar», porque «gobernar» es otra cosa distinta al mero «estar» en el gobierno. Y esa situación es en la que se encuentra actualmente tras la ruptura oficial de Puigdemont, que convierte la correlación de fuerzas entre el sanchismo y la oposición en 172 contra 178 diputados respectivamente.

Ante este insólito escenario político, la respuesta dada por la opinión sanchista sincronizada, es de «absoluta tranquilidad», porque «gobernar no se limita a legislar». Lo que sin duda significa una nueva concepción de lo que hasta ahora se consideraba universalmente que es una democracia parlamentaria. Esa voluntad de seguir instalado en el gobierno sin mayoría, sin poder legislar, y sin Presupuestos, es propio de una autocracia que si no se le pone remedio es a lo que conduce el sanchismo, carente de límites éticos, morales, legales y temporales para satisfacer su ambición de poder.

La razón que esgrime para no dimitir y convocar elecciones, es impedir que gobierne la «ultraderecha», lo cual manifestado por quien está sometido a los 6 votos de Bildu además de los 7 votos de los separatistas de ERC, y está en el gobierno en coalición con la práctica totalidad de las siglas comunistas existentes en España, exime de más comentarios. El calendario político con elecciones en Extremadura el 21 de Diciembre, y en Castilla y León en marzo y Andalucía en Junio, como máximo, quizás sea el detonante interno para que Sánchez asuma que su situación política es insostenible. El que no las convoque antes es una línea roja para él, que no quiere que ese previo eventual fracaso suyo, sea considerado como la causa de un posible posterior fracaso en las autonomías.

Si a nivel nacional el panorama político es desolador, en el ámbito internacional no está precisamente como para «tirar cohetes». Que Nueva York tenga un alcalde musulmán -al igual que Londres- es un signo de la decadencia cultural de un Occidente construido sobre unas raíces culturales, con valores y principios aportados por la antigua Cristiandad europea. Si hasta ahora se podía pensar que esa decadencia era privativa de lo que hoy es la UE, con los EEUU al margen de esa ola, con Trump al frente, ya vemos que no es así.

Al respecto es de especial interés la noticia de que dos directivos de la BBC han dimitido, acusados de haber manipulado las declaraciones de Donald Trump en un documental sobre él. Fue la famosa intervención suya de enero de 2021 cuando presuntamente habría animado a seguidores suyos a invadir el Capitolio para impedir que los senadores y representantes pudieran reconocer la victoria de Biden. Si este rasero se aplicará en España no sabemos como estarían no pocos medios comenzando por la «BBC nacional» es decir la RTVE, convertida en la virtual cadena oficial sanchista.

La autocracia sanchista está okupando todas las instancias oficiales que equilibran los poderes del Estado impidiendo que el ejecutivo actúe como el supremo y único de ellos. De momento subsiste el Poder Judicial como bastión independiente: de la división de poderes que desde Montesquieu y hasta Sánchez, era consustancial a una democracia.

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