Así empezó Hugo Chávez

Así empezó Hugo Chávez

Manipuladores en lo público, censores en lo privado. Pablo Iglesias y Podemos supuran tics chavistas casi con cada propuesta. Especialmente cuando el tema concierne a los medios de comunicación. En ese particular, las analogías entre el difunto dictador Hugo Chávez y los populistas españoles resultan más que evidentes. Desde que Pedro Sánchez alcanzara la Presidencia del Gobierno, Iglesias ha tratado de cobrarse su apoyo a la moción de censura contra Mariano Rajoy a través de la consecución de un papel preponderante en RTVE. Ahora, además, no sólo pretende mangonear el Ente informativo de todos los españoles, sino que también quiere medrar en los contenidos de las televisiones privadas. Por muy precaria que sea la estabilidad gestora del Ejecutivo socialista debido a sus 84 diputados, Sánchez no puede permitir estas veleidades a los populistas bolivarianos.

En primer lugar, por el bien general de los ciudadanos; en segundo lugar, por su propio interés, ya que si Podemos se hiciera con el control de los medios de comunicación, sería el principio del fin para el PSOE y también para el propio Pedro Sánchez. Tras una propuesta en apariencia inocua como que las televisiones privadas emitan una cuota de música en catalán hay una aviesa intención de manipulación ideológica mediante la imposición. Socavar los medios privados para fortalecer unos medios públicos caídos en la desgracia de la manipulación sería el sueño de los podemitas. Algo que ya hizo Hugo Chávez en Venezuela durante su mandato: revocación de licencias a las corporaciones críticas, imposiciones a medios contrarios, cierre masivo de emisoras y vetos y restricciones a la información en Internet. Medidas que fueron denunciadas por Reporteros Sin Fronteras.

El origen de toda aquella maniobra que censuró —entre otras muchas realidades— la violencia gubernamental durante las elecciones parlamentarias de 2010 en el país caribeño, llevó a miles de profesionales fuera del país. Iglesias lleva desde hace tiempo intentando hacerse con el control informativo en España. Su voluntad de intervenir las privadas es una prueba más de que tras dar el visto bueno a Begoña Alegría como jefa de informativos de RTVE —simpatizante y seguidora del partido de Iglesias— , o el apoyo al independentista Jaume Roures para que se haga cargo de las externalizaciones de la cadena, no hay más que un plan preconcebido para convertir los medios públicos y privados en auténticas sedes de propaganda. El PSOE, que por ahora ha actuado bien con el nombramiento de Rosa Maria Mateo, no debe caer de ninguna manera en la trampa de Iglesias. De lo contrario, daría los primeros pasos para convertir España en un remedio de la coerción informativa que sigue amordazando Venezuela en la actualidad y que nació de las obsesiones dictatoriales de Hugo Chávez.

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