Los zoólogos ponen el grito en el cielo: la mayoría de aves españolas cada vez tienen menos crías
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Temporada tras temporada, la reproducción de muchas aves se hunde sin señales de recuperación. Detrás de este fenómeno, se encuentran numerosos factores ambientales y presiones humanas que sitúan a la avifauna en una encrucijada crítica.
Los últimos datos difundidos por organizaciones especializadas describen una situación que podría transformar para siempre el equilibrio ecológico del país.
Por qué las aves españolas tienen cada vez menos crías
Los análisis recogidos en el informe «El estado de las aves de España 2024», elaborado por SEO/BirdLife, muestran un retroceso continuado en la productividad: únicamente tres de cada diez ejemplares registrados durante 2024 eran juveniles.
Este descenso en la proporción de aves jóvenes se interpreta como un síntoma directo de un entorno cada vez menos propicio para la reproducción.
Según la propia organización, la caída afecta incluso a especies presentes en prácticamente todo el territorio, como el gorrión común, el jilguero europeo o el vencejo común.
Los programas de seguimiento Sacre (primavera), Sacin (invierno) y Noctua (nocturnas) evidencian que el deterioro no es puntual: el 43% de las especies analizadas en primavera muestra un declive continuado desde 1998. No obstante, en invierno parece que la situación no es tan crítica, estando el 66% de las especies en situación estable o favorable.
Impacto ambiental y agrícola en el descenso de aves en España
La tendencia es especialmente pronunciada en las especies ligadas a zonas agrícolas y arbustivas. La intensificación de los cultivos, el uso sistemático de pesticidas y la pérdida de mosaicos de vegetación han generado un escenario hostil para aves tradicionalmente abundantes. Estos grupos presentan una reducción cercana al 40% desde finales del siglo pasado.
Las aves nocturnas tampoco escapan al deterioro. El programa Noctua, también de SEO/BirdLife, refleja que más de la mitad se encuentran en retroceso.
Entre ellas, destaca el caso de las lechuzas, que han sufrido caídas drásticas en sus poblaciones, agravadas por la contaminación lumínica que altera sus hábitos de caza y reproducción.
Asimismo, los especialistas advierten de que las especies de alta montaña ven cómo su espacio disponible se reduce conforme el calentamiento global desplaza sus hábitats hacia cotas cada vez más limitadas.
Amenazas de la caza y la hibridación genética en especies autóctonas
Otro frente de preocupación nace de la actividad cinegética. La perdiz roja, catalogada como vulnerable, acusa tanto la presión de la caza como la liberación masiva de ejemplares criados en granjas, muchos de ellos híbridos como la perdiz chucar.
Esta práctica, denunciada por grupos conservacionistas y recogida por medios ambientales, está introduciendo material genético ajeno en las poblaciones silvestres.
Algo similar ocurre con la codorniz común, afectada por la mezcla con la codorniz japonesa, cuya cría sigue permitida con fines alimentarios pese a estar considerada especie exótica invasora. La introgresión genética podría alterar incluso los patrones migratorios de la especie autóctona.
Especies de aves que se recuperan en España y el papel del monitoreo científico
No todo el panorama es negativo. El águila imperial ibérica y el pinzón azul de Gran Canaria muestran mejoras atribuidas a décadas de conservación intensiva. También los bosques y ciertos entornos urbanos presentan signos positivos, con poblaciones estabilizadas o en ascenso.
Los expertos destacan que estas conclusiones solo son posibles gracias a miles de colaboradores y plataformas de ciencia ciudadana como eBird, que superó los 37 millones de registros en España en 2024.