Conmoción en las redes: un ‘youtuber’ almacena una foto digital PNG en un ave como si fuera un disco duro viviente

Un experimento científico ha dejado atónitos a millones de personas. Lo que parecía un planteamiento propio de la ciencia ficción terminó materializándose gracias a la perseverancia de un ‘creador de contenido’, que consiguió guardar una imagen digital en la memoria de un ave y, lo más increíble, recuperarla a través de su canto.
El responsable de esta sorprendente hazaña es Benn Jordan, músico y divulgador científico, quien compartió en su canal de YouTube el proceso completo de su investigación. Según relató, tomó un dibujo en formato PNG y lo transformó en ondas sonoras con ayuda de un sintetizador espectral.
Posteriormente, reprodujo esas frecuencias para que un estornino europeo pudiera escucharlas y memorizarlas.
Un divulgador científico logra almacenar una imagen PNG en el canto de un estornino
El entrenamiento del ave se prolongó durante semanas, hasta que Jordan consiguió identificar en su canto patrones sonoros equivalentes a la imagen original. Con programas de análisis espectral y un minucioso trabajo de decodificación, los sonidos fueron revertidos nuevamente a datos visuales.
Así, lo que comenzó como un archivo de apenas 176 kilobytes sin comprimir terminó convertido en un insólito ejemplo de almacenamiento biológico tal y como informa el Diario de Tabasco.
De acuerdo con el propio Jordan, el experimento supuso revisar gigabytes de grabaciones obtenidas con micrófonos de alta sensibilidad. «Encontré mi dibujo de un pájaro dentro del canto de un pájaro real», declaró con asombro en su canal de YouTube.
El estornino europeo, el ave con capacidad de imitar sonidos humanos y digitales
La elección de esta especie no fue fortuita. Los estorninos europeos son considerados los mejores imitadores del reino animal, con la habilidad de reproducir desde sonidos mecánicos hasta voces humanas.
En este caso, el ave había sido criada por Jordan desde temprana edad y, al no convivir con otros ejemplares, centró su aprendizaje en los estímulos auditivos de su entorno humano.
Su órgano vocal, la siringe, está diseñado para generar una amplia gama de frecuencias con gran precisión. Esto les permite aprender decenas de cantos diferentes y adaptarse con rapidez a nuevas melodías.
Investigaciones previas, como las publicadas en la revista Science, han vinculado esta destreza con procesos cognitivos avanzados, lo que refuerza la idea de que estas aves poseen un potencial único para el almacenamiento y procesamiento de información auditiva.
Limitaciones del experimento para usar aves como discos duros vivientes
Aunque el resultado despertó admiración, el propio Jordan subrayó las limitaciones del procedimiento. El canto del ave se encontraba desfasado entre 50 y 60 Hz respecto a la señal original, lo que obligó a dedicar horas de análisis para obtener una versión decodificada.
Además, la velocidad del proceso está lejos de equipararse a la de un disco duro o una memoria SSD, cuyo rendimiento puede superar los 500 MB por segundo.
El creador enfatizó que su proyecto no busca reemplazar los sistemas de almacenamiento digital, sino explorar nuevas formas de entender la memoria y la codificación. En sus palabras, se trata de un «ejercicio artístico y científico que trata de expandir lo que entendemos por memoria y codificación».