Auroras boreales: qué son, tipos y cómo se producen
Entre los espectáculos naturales más bellos, sin duda se encuentran las auroras boreales. ¿Sabes en qué consiste este fenómeno? Aquí te lo contamos, toma nota.
Es un espectáculo que parece sacado de un cuento de hadas, rodeado de una gran capa de misterio y magia. En el norte se les conoce como boreales, mientras que en el sur son australes. El término correcto es el de auroras polares, puesto que afecta a ambos polos terrestres. Una manifestación completamente natural, piezas fundamentales dentro de la historia del planeta y de la humanidad.
Los vikingos creían que eran la armadura de las valquirias. En la actualidad las llaman las damas de verde. Para el pueblo Sami de Laponia, territorio que se extiende entre Noruega, Suiza y Finlandia, es la luz que puede ser oída. En la práctica, las auroras boreales forman parte del sistema de defensa de la Tierra.
¿Dónde nacen?
El inicio de las auroras se encuentra en la intensa actividad del sol. El astro rey produce explosiones electromagnéticas llamadas eyecciones de masa coronal. Expulsa fotones, protones y electrones, partículas muy energéticas. La corona solar libera un viento de plasma de altísimas temperaturas y velocidad, conformado por esos electrones e iones.
Esta inmensa energía cruza a través del espacio aproximadamente a 450 km/s. En muchas ocasiones, impacta directamente contra la masa terrestre. Cuando se producen estos impactos, se origina el juego de luces que se aprecia a simple vista en las noches polares.
El mecanismo para que se originen las auroras polares
Cuando la ionosfera recibe la energía de las partículas solares, se activan sus átomos y moléculas. Este es el momento en que se genera una intensa actividad de acumulación de fuerza. Al detenerse esa activación, todo vuelve al estado normal y entonces se produce la liberación del poder acumulado en forma de luz. Es esa carga liberada la que provoca la formación de las auroras.
Para que todo ocurra es necesario que se afecten los óvalos aurorales situados en los polos magnéticos de la Tierra. (No se deben confundir con los polos geográficos). Es hacia estos puntos donde el campo magnético desvía las partículas solares. Su visibilidad también depende de que la ionosfera cuente con la suficiente carga de gases.
No hay manera de predecir la intensidad de este fenómeno luminoso. Pero una vez que se produce el ciclo solar, les lleva unos tres días a esas partículas solares golpear las capas externas del globo terráqueo.
Los colores
Se trata de un gran derroche de coloración la que produce la interacción de las moléculas de la atmósfera terrestre con las partículas solares. El oxígeno es el elemento que da origen a las luces de color verde, amarillo y rojo. Mientras que los átomos de nitrógeno son los responsables de las ‘llamaradas’ azules y violetas.
Las diferentes tonalidades dependen de la altura en que chocan ambos elementos. Sobre los 240 km de altura los tonos son rojos, por debajo y hasta los 160 km son verdes. Entre estos y los 95 km son moradas y más abajo, azules.
Variedad de estos fenómenos cósmicos
Las auroras boreales tienen diferencias que dependen de su composición y altura. También importa su interacción con la atmósfera. Otro factor que se debe tomar en cuenta es el índice KP, un patrón que sirve para medir la fuerza geomagnética de la aurora polar. Este va desde cero, cuando no hay ninguna, hasta nueve, que representa la medida de máxima actividad solar. Los niveles más comunes son uno, dos y tres.
Es en ese conjunto de factores donde se producen la variedad de formas. Por ejemplo, se tienen los llamados arcos, que se dan cuando el índice KP es bajo. Las bandas son arcos, pero más amplios en su curvatura. Cuando el KP es muy alto toman la forma de corona. Mientras que las auroras difusas no tienen forma definida.
Cuándo son más visibles las auroras boreales
Las noches oscuras de otoño o invierno ofrecen mayores probabilidades de poder disfrutar de este ‘show de luces’. Un evento que ninguna tecnología ha alcanzado a replicar. Por supuesto que cuanto más oscuras sean las noches, mejor.
En el polo norte, entre los meses de enero y marzo se dan las auroras más llamativas. Aunque también hay que considerar que durante esta temporada el frío es todavía más intenso de lo que por lo general es. Cuando comienza el verano aumenta la claridad y aunque haya una tormenta con un alto KP, es mucho más difícil de apreciar.
Para no tener que enfrentar temperaturas súper extremas y disponer de noches completamente oscuras, los días de septiembre y octubre son los mejores para visitar el extremo boreal. Incluso se puede ver el reflejo de las luces sobre las superficies de los lagos que aún no se han congelado.
Quiero ver una aurora boreal. ¿A dónde ir?
Si quieres disfrutar de las auroras boreales, Islandia, Finlandia, Suecia, Groenlandia, Noruega, Alaska, Rusia o Canadá son los destinos que tienes para elegir. Eso sí, sin importar la época del año, mantente bien abrigado.
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