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Ni Casa de Campo ni El Retiro: el parque escondido de Madrid con cascadas únicas y rincones con encanto

Madrid
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En el corazón de Carabanchel, uno de los distritos con más historia de Madrid, se encuentra un rincón prácticamente desconocido para muchos madrileños: la Finca de Vista Alegre. Convertida durante un tiempo en refugio de reinas, luego en hogar del famoso marqués de Salamanca y finalmente en complejo institucional, Vista Alegre ha vivido múltiples vidas. Hoy, tras una cuidada restauración, este jardín palaciego ha vuelto a abrir sus puertas, permitiendo redescubrir uno de los espacios más encantadores de Madrid.

Caminar por sus senderos sombreados entre fuentes restauradas, árboles centenarios y pabellones de época es como viajar en el tiempo. Vista Alegre combina el romanticismo del siglo XIX con la serenidad de un jardín secreto, ajeno al ruido de la ciudad. Si buscas un lugar distinto para desconectar, rodeado de historia y vegetación, éste es, sin duda, uno de los parques más sorprendentes y especiales de Madrid.

Vista Alegre, un jardín nacido para la realeza

La historia de la Finca de Vista Alegre arranca en 1832, cuando la reina María Cristina de Borbón, viuda de Fernando VII, adquirió la propiedad como quinta de recreo. A las afueras de Madrid por aquel entonces, esta finca prometía privacidad y frescor en los meses de calor. María Cristina no escatimó recursos: amplió los terrenos hasta alcanzar unas 45 hectáreas, mandó diseñar jardines románticos de inspiración inglesa y francesa, y ordenó construir un canal navegable, además de pabellones y fuentes ornamentales.

El lugar pasó a convertirse en un auténtico oasis de tranquilidad. Se plantaron más de 20.000 especies vegetales entre árboles y arbustos, se crearon estufas para plantas exóticas y se encargaron obras arquitectónicas al reconocido Narciso Pascual y Colomer. El resultado fue un jardín palaciego como pocos en la España del siglo XIX. El Palacio Viejo, convertido en casa de baños y casino, y posteriormente el Palacio Nuevo, aportaban el toque aristocrático a este edén botánico.

De las fiestas del marqués a la función pública

Tras los avatares políticos y el exilio de María Cristina, Vista Alegre pasó a manos de sus hijas, Isabel II y Luisa Fernanda. En 1859, fue adquirida por el poderoso José de Salamanca y Mayol, quien más tarde recibiría el título de marqués de Salamanca. Bajo su dirección, Vista Alegre vivió una etapa de máximo esplendor. Se completó la construcción del Palacio Nuevo, se celebraron fiestas suntuosas en los jardines y salones, y la finca se convirtió en una de las residencias más admiradas de Madrid.

Las crónicas de la época describen la finca como un ejemplo de sofisticación y buen gusto, plagada de elementos decorativos como templetes, esculturas, bancos ornamentales, grutas artificiales y fuentes. Era un espacio diseñado no solo para el descanso, sino también para el disfrute estético y social de la alta sociedad. Todo ese universo, sin embargo, empezó a desdibujarse tras la muerte del marqués.

En 1886, debido a las deudas acumuladas por la familia Salamanca, la finca fue vendida al Estado. A partir de entonces, Vista Alegre comenzó su transformación en una finca con uso asistencial y educativo. Se instalaron en sus terrenos instituciones benéficas como colegios de huérfanos, centros para personas con discapacidad o asilos, y se levantaron nuevos edificios que alteraron el trazado original de los jardines.

Un tesoro oculto entre muros

Durante el siglo XX, la finca Vista Alegre estuvo parcialmente cerrada al público. Aunque fue declarada Bien de Interés Cultural en 1997, la ausencia de un plan de conservación agravó su deterioro. La comunidad, que la apodó «el Retiro de Carabanchel», impulsó su recuperación. En 2018, la Comunidad de Madrid inició su rehabilitación con 15,7 millones de euros. Las obras incluyeron jardines y fuentes, como la de los Caballos Marinos.

Un paseo entre historia, agua y vegetación

Hoy, la Finca de Vista Alegre vuelve a brillar. Sus 17 hectáreas visitables combinan zonas ajardinadas de estilos diversos, desde el geométrico francés hasta el pintoresco inglés. Aunque los palacetes principales aún no están abiertos al público por dentro, sí se pueden admirar sus imponentes fachadas. En cambio, el Pabellón de la Estufa Grande ha sido acondicionado como centro de interpretación.

Desde allí se contempla el Baño de la Reina, una construcción del siglo XIX utilizada en su día como balneario privado. Cerca de allí se encuentran los restos de invernaderos y la antigua naranjera, que evocan la vocación botánica de la finca.

La entrada principal se encuentra en la calle General Ricardos 179, justo en el barrio de Puerta Bonita. Se puede llegar fácilmente en transporte público: en Metro (líneas 5 y 6, paradas Vista Alegre u Oporto) o en autobús (líneas EMT 34 y 35). La visita es gratuita, lo que refuerza el carácter inclusivo de este espacio público renacido.

El horario varía según la estación: desde las 09:00 horas hasta el atardecer, cerrando alrededor de las 18:00 horas en invierno y de las 21:00 horas en verano. La Finca de Vista Alegre es una oportunidad para descubrir un pedazo de historia madrileña olvidada. Un parque donde el pasado aristocrático, la biodiversidad y la tranquilidad se dan la mano.

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