La selección femenina de baloncesto, un pacto de Viana y una nueva identidad
El baloncesto femenino español vive un momento de transición. Tras el impacto que supuso terminar séptimas en el último EuroBasket y como consecuencia quedarse fuera del próximo Mundial Femenino de 2022, Lucas Mondelo ha conseguido que sus pupilos hagan reset de cara a unos Juegos Olímpicos donde han recuperado su mejor versión.
Tres victorias solventes en tres partidos demuestran que el equipo está adquiriendo una nueva identidad, aunque manteniéndose siempre fiel al mandamiento del «nosotras antes que el yo». Después de la pandemia, la selección perdió a una parte importante del núcleo que fue campeón con las ausencias de Anna Cruz, Marta Xargay y Laura Nicholls.
«Somos un grupo joven, eso es indudable. Tenemos todavía que terminar de conocernos, pero yo veo que vamos creciendo», explica Alba Torrens, la máxima anotadora de este equipo desde hace una década y que se siente como la profesora de una camada de jóvenes estrellas que lo ganaron todo en selecciones juniors y que ahora deben demostrar sus galones con las mayores.
Y todavía no hemos hablado de los ‘Pactos de Viana’, la curiosa forma en la que Lucas Mondelo y Laia Palau hablan de la situación de la capitana del equipo. La catalana está jugando menos que nunca con el equipo y ella lo toma como un proceso normal. «Yo tengo que ayudar dentro y fuera de la cancha. Si juego perfecto, si estoy en el banquillo me lo paso pipa animando a mis compañeras. Estoy para otras cosas», especifica la jugadora que cumplirá 42 años el mes que viene.
El peso de Palau ha sido sustituido por una Cristina Ouviña que en su debut olímpico está promediando 12 puntos y 7,7 asistencias por partido. «Es lo que espero de una titular y jugadora importante en Valencia Basket como ella. No me gusta destacar nombres en particular», añade Lucas Mondelo, quien ha visto cómo España ha encontrado una tercera opción ofensiva en ella tras Alba Torrens y Astou Ndour.
España no sabrá hasta el lunes el nombre de su rival en cuartos de final de los Juegos Olímpicos, pero sí sabe que construido una identidad y relato sobre el que apoyarse para buscar una inesperada medalla. Las nuestras se han aferrado a una tremenda defensa para limitar la anotación de todas sus rivales en la primera fase a un máximo de 70 puntos.
España tiene motivos para soñar, pero va paso a paso en sus objetivos. «Aquí nosotras podemos ganar a cualquier rival y viceversa. No hay nada que celebrar», repiten una y otra vez las veteranas en el vestuario a unas jóvenes que, poco a poco, van asimilando un rol mayor en el equipo. Maite Cazorla y Raquel Carrera han vivido momentos de brillantez en partidos calientes y se espera que su crecimiento sea el de un equipo por el nadie daba un duro hace un mes.
La mezcla entre talento, juventud y hambre han dado una vuelta de tuerca a la clásica selección para traer una nueva versión de España que parece no tener techo en estos Juegos Olímpicos. «Vamos a ir partido a partido, pero aquí no nos ponemos límites. Sabemos lo difícil que es ganar y lo fácil que es perder. No podemos distraernos», zanja Mondelo.