En camas de cartón y sin aire acondicionado: así viven los deportistas en la Villa Olímpica
OKDIARIO participa en una visita guiada para periodistas en la Villa
Guardería, gimnasio, el restaurante más grande del mundo...
Conoce todos los datos de la Villa Olímpica
La Villa Olímpica es lo más parecido a una versión en miniatura de nuestro planeta que se puede encontrar a lo largo del mismo. Un ecosistema de 54 hectáreas lamido por el río Sena en el famoso municipio de Saint-Denis y donde 14.500 vecinos, entre deportistas y personal, disponen de todo lo necesario para optimizar su preparación y matar el tiempo. OKDIARIO ha conocido sus entresijos en una de las visitas guiadas para periodistas que permite conocer, entre otras cosas, las famosas camas de cartón donde reposa la flor y nata del deporte mundial durante estos Juegos Olímpicos.
No es que los responsables de la Villa Olímpica permitan meterse hasta la cocina -que tampoco la hay- de las habitaciones, sino que han recreado una para hacerse una idea de cómo son esas estancias de unos 12 metros cuadrados donde los deportistas respiran austeridad: una cama de cartón de 90 centímetros de ancho por 2 metros de alto (ampliables 30 centímetros más para los muy altos), una mesilla, una silla y un ventilador, ya que carecen de aire acondicionado. Eso es todo.
Para amortiguar la extraña impresión que produce conocer que las camas están hechas de cartón, los organizadores explican que los 16.000 colchones de la Villa Olímpica están realizados a medida para cualquier deportista después de un estudio personalizado y biométrico. Todos serán donados cuando concluyan los Juegos a diversas instituciones como el Ejército francés.
Preguntados por sus nuevas camas, los deportistas españoles responden positivamente desde su casa en la Villa Olímpica, donde tienen como vecinos a deportistas de Italia y Argelia. Es uno de los 82 edificios que confirman esta pequeña ONU donde el alcohol está prohibido, todos los vehículos son ecológicos y la energía parte de una planta solar de 400 metros cuadrados que flota sobre el río Sena.
El mayor punto de reunión de los mejores ejemplares de la raza humana -al menos físicamente- es el gigantesco comedor que reparte unos 40.000 servicios al día, lo que le convierte en el mayor restaurante del mundo. 200 chefs confeccionan 500 recetas diferentes para satisfacer las necesidades de todos los gustos y confesiones religiosas.
Porque aquí todas las cifras son mayúsculas: 2.800 pisos que serán reconvertidos en viviendas después de los Juegos, 9.000 árboles recién plantados, 600 lavadoras de ropa, 345.000 muebles… Y en el listado de instalaciones destacan un gimnasio de 3.000 metros cuadrados, una clínica médica de 3.500 metros cuadrados, una zona de conciliación familiar con guardería y sala de lactancia y hasta un supermercado y una tienda FNAC donde los juegos de mesa son el producto estrella. Futbolines, petanca, máquinas de videojuegos, zona de yoga, pantallas gigantes para seguir los Juegos… No será por posibilidades de ocio.
A pesar de todas estas opciones para esperar entre competición y competición, el único lugar de toda la Villa donde hay que hacer cola es el más sencillo de todos: los aros olímpicos. Su simbolismo es tan fuerte, quizá sin parangón en todo el mundo, que los mejores deportistas del globo aguardan pacientemente su turno para hacerse una foto con ellos. Pocos ganarán medalla, pero todos se pueden llevar este recuerdo indeleble. Son los más altos, los más fuertes y los más rápidos. Y también son como niños en un parque de atracciones.
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