La mezquita de Ripoll informó a la Generalitat sobre la identidad del imán terrorista pero nadie actuó
Los líderes de la comunidad musulmana en Cataluña tienen la obligación de comunicar a las autoridades de la Generalitat los nombres de los imanes que predican y dirigen los rezos en las mezquitas. El Gobierno de Carles Puigdemont cuenta con el departamento de Afers Religiosos (Asuntos Religiosos) que establece las relaciones entre el poder político y las comunidades religiosas.
En Cataluña, según el censo oficial del Gobierno autonómico, existen 79 centros de rezo musulmán, la mayoría de los cuales siguen la doctrina salafista, la más radical que admite el uso de la violencia contra los infieles.
Por supuesto, este registro no incluye a las mezquitas que se levantan en pequeños locales y en viviendas de manera clandestina, algo que nada tiene que vez con la mezquita Annour de Ripoll donde predicaba el imán terrorista.
Sin embargo, fuentes policiales sitúan en Cataluña más de 200 centros de culto islámico de los que 80 pertenecen a la doctrina salafista, la más radical del Islam que predica la yihad, la sharia o ley islámica y el califato único.
La población musulmana en Cataluña ha superado ya los 400.000 musulmanes —el 20% del total de España— de los que la mayoría procede de Marruecos. Las mezquitas más radicales se encuentran en Reus (Tarragona), en Lérida y en Salt (Gerona), el municipio de la Comunidad con mayor número de musulmanes.
Los antecedentes del imán de Ripoll
Siguiendo esas condiciones, la comunidad musulmana de Ripoll se vio obligada a informar, en su día, al Gobierno catalán de la presencia de Abdelbaki Es Satty en la mezquita gerundense. A partir de esa comunicación, las autoridades catalanas pudieron acceder a los antecedentes por tráfico de drogas del imán marroquí. Así mismo, los Mossos también disponían de datos de las relaciones del terrorista con los integrantes de una célula yihadista que fue desarticulada año antes por la Policía en Vilanova y Geltrú en la conocida como Operación Chacal.
El imán marroquí residió, entre 2006 y 2008, en la capital de la comarca barcelonesa del Garraf, una ciudad de 70.000 habitantes a mitad de camino entre Barcelona y Tarragona, antes de que fuera detenido en Algeciras por tráfico de drogas en 2010. Fue condenado a cuatro años de cárcel que cumplió en una prisión de Castellón, logrando tras quedar en libertad que un Juzgado de Castellón impidiera su expulsión de España, como desveló este lunes OKDIARIO.
El imán y el atentado de Bruselas
La colaboración de yihadistas catalanes con integristas de otros países europeos quedó en evidencia tras el atentado en Bruselas en marzo de 2016. La Policía detuvo en medio de la Operación Apolo a tres personas que habían colaborado en los atentados en Bélgica. Se da la circunstancia de que el imán catalán, fallecido en la explosión del chalés de Alcanar, vivía en esas fechas en tierras belgas.
El imán de Ripoll, como publicó este lunes OKDIARIO, pretendió afincarse en ese mismo año de 2016 como imán en la ciudad belga de Vilvoorde pero le fue prohibido por las autoridades belgas por sus antecedentes por tráfico de drogas. Vilvoorde junto barrio de Molenbeek en Bruselas son las dos comunidades de Bélgica que más yihadistas —los conocidos como foreign fighter, jóvenes musulmanes europeos que se alistan en el ejército del ISIS para combatir en Siria e Irak— han proporcionado a la causa del Daesh.
Abdelbaki Es Satty, durante el tiempo que permaneció en la cárcel de Castellón por un delito de tráfico de hachís, conoció a uno de los condenados del atentado del 11-M. El imán terrorista trabó amistad con Rachid Agliff, conocido como ‘El Conejo’, uno de los yihadistas condenados a 13 años de cárcel por el atentado de Atocha. El imán era el encargado de organizar el rezo entre los musulmanes de la prisión.
Con todos estos antecedentes nadie entiende cómo no saltaron las alarmas de las Fuerzas de Seguridad para neutralizar al imán marroquí y desactivar su célula de jóvenes yihadistas.
Pero el imán de Ripoll no era el primer dirigente de la comunidad musulmana que se ha visto envuelto en un delito de tráfico de drogas. Varias de las células terroristas investigadas por la Policía han acudido al narcotráfico, generalmente hachís procedente de Marruecos, para financiar sus acciones terroristas o de proselitismo religioso.
No obstante, la mayoría de las mezquitas catalanas como las del resto de España reciben fondos de países como Qatar, Kuwait y Arabia Saudí, entre otros estados del Golfo Pérsico, por medio de organizaciones benéficas o aportaciones privadas. Marruecos dispone así mismo de un Ministerio de la Religión que financia directamente a algunos de los imanes que predican en Cataluña.
El alcalde de Ripoll acusa al CNI y al Estado
El primer representante público que ha roto la buena sintonía entre los diferentes estamentos policiales del Estado ha sido el alcalde de Ripoll. Jordi Munell, en una entrevista a La Vanguardia, da por hecho de que tanto los Mossos d’Esquadra como Afers Religiosos desconocían los antecedentes del imán marroquí convertido en terrorista. Según el primer edil, ni el Cuerpo Nacional de Policía ni el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) informaron a la Generalitat en su momento del pasado radical y delictivo de Abdelbaki Es Satty.
A esa maniobra de confusión se ha sumado también el clérigo musulmán de la comunidad islámica Annour, donde ejercía como imán el terrorista fallecido. Éste coincide con el alcalde en la versión de que los Mossos carecían de la información. Lo que resulta sorprendente es que el imán jefe de Annour no detectara las actividades secretas ni el mensaje incendiario de su subordinado.