Trump da luz verde a una ofensiva militar de Turquía contra las fuerzas kurdas en Siria

Erdogan Donald Trump
Recep Tayyip Erdogan y Donald Trump. (Foto: AFP)

Donald Trump ha dado su visto bueno a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, para que lance una ofensiva militar contra los kurdos en el norte de Siria.

La luz verde del presidente de EEUU se ha encendido pese a que las fuerzas kurdas son sus aliadas en la lucha contra Estado Islámico.La Casa Blanca ha anunciado este domingo que el presidente del país, Donald Trump, ha decidido dar ‘luz verde’ a una ofensiva militar turca contra las fuerzas kurdas presentes en el norte de Siria, aliadas de Washington en la lucha contra Estado Islámico.

«Turquía iniciará pronto su largamente planeada operación en el norte de Siria», afirma la Casa Blanca en un comunicado emitido tras una conversación telefónica entre Trump y Erdogan.

No obstante, «las Fuerzas Armadas de Estados Unidos no apoyarán ni estarán involucradas en la operación», se dice en el comunicado tras explicar que el ‘califato’ «ha sido derrotado».

La Casa Blanca aprovecha para insistir en que Washington «ha presionado a Francia, Alemania y otros países europeos, de donde llegaron muchos combatientes de Estado Islámico capturados, que les acepten de vuelta, pero no les quieren y se han negado».

El comunicado avisa de que «Estados Unidos no se hará cargo de ellos por lo que podrían ser muchos años y un gran coste para el contribuyente estadounidense», ha señalado, al tiempo que ha resaltado que «Turquía será ahora responsable» de los yihadistas capturados en la zona.

La decisión de Trump abre la puerta a una ofensiva militar turca en el norte de Siria contra la milicia kurda Unidades de Protección Popular (YPG), principal elemento de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), apoyadas por Washington en la lucha contra Estado Islámico.

Turquía considera al grupo como terrorista por sus lazos con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y ha reclamado en numerosas ocasiones a Estados Unidos que le retire su apoyo.

Erdogan ha incrementado en los últimos meses las operaciones militares contra el PKK en el sureste de Turquía y en el norte de Irak, donde el grupo cuenta con numerosas bases, al tiempo que ha detenido y encarcelado a cientos de políticos kurdos del país por cargos de terrorismo.

Ankara ya llevó a cabo a principios de 2018 una ofensiva -respaldada por grupos rebeldes del país árabe- contra las YPG en la región de Afrin, hasta entonces controlada por las fuerzas kurdas, argumentando que la presencia del grupo cerca de la frontera suponía una amenaza contra su seguridad.

Erdogan y otros altos cargos del Gobierno turco han insistido desde hace meses en la necesidad de una operación similar pero de mayor escala para crear una ‘zona segura’ para Ankara.

Ankara ha dicho además en las últimas semanas que esto permitiría la reubicación de cientos de miles de refugiados sirios que se encuentran en estos momentos en el país, llegando a amenazar con abrir las puertas del país para que estas personas vayan hacia Europa en caso contrario.

Las autoridades sirias han defendido que esta ‘zona segura’ debe entrar 32 kilómetros en territorio sirio y extenderse a lo largo de mas de 480 kilómetros, algo que ya ha sido igualmente criticada por Damasco.

Ante esta situación, los gobiernos de Estados Unidos y Turquía anunciaron el 7 de julio un acuerdo para establecer un centro de operaciones conjuntas y gestionar la ‘zona segura’ en la zona norte de Siria, tras meses de negociaciones al respecto.

En el marco de las mismas, los ejércitos de ambos países han trabajado en medidas de confianza y llevado a cabo patrullas conjuntas en este área, mientras que las YPG han destruido fortificaciones y se han replegado de la misma.

Sin embargo, Ankara ha criticado en reiteradas ocasiones durante las últimas semanas lo que considera como una lentitud en la puesta en marcha de la misma y una situación insatisfactorias para sus exigencias.

La situación ha sido uno de los principales focos de tensión entre ambos aliados -ambos piezas destacadas en la OTAN-, ya deteriorada por la negativa de Washington de extraditar al clérigo Fetulá Gulen -al que Ankara acusa de estar detrás del intento de golpe de Estado de julio de 2017- y la decisión de Turquía de comprar a Rusia el sistema de defensa aérea S-400.

La Casa Blanca no ha dado detalles sobre a dónde se retirarán los efectivos estadounidenses -entre 100 y 150 militares- que abandonarán la zona o si esto es una señal de una retirada total de Estados Unidos.

El propio Trump abogó en diciembre de 2018 por una retirada total de las fuerzas estadounidenses del país árabe, si bien finalmente dio marcha atrás ante las críticas desde el Pentágono y los servicios de Inteligencia, así como aliados europeos y regionales.

El anuncio del mandatario estadounidense llevó a presentar su dimisión al entonces secretario de Defensa, James Mattis, quien apuntó a «diferencias irreconciliables» con Trump en cuestiones políticas. Posteriormente, dimitió Brett McGurk, enviado especial de la Casa Blanca para la coalición que combate contra Estado Islámico.

El grupo yihadista, que perdió todos sus territorios en Siria en marzo con la caída de la localidad Baghuz, tomada por las FDS, ha recuperado fuerza desde entonces y ha llevado a cabo decenas de atentados en Irak y Siria en los últimos meses.

Fuentes de Inteligencia citadas por ‘The New York Times’ han indicado además que los yihadistas están reposicionando sus redes financieras y llevando a cabo tareas de reclutamiento en el campamento de desplazados de Al Hol.

El campamento, situado en el norte de Siria y gestionado por las FDS con poca ayuda internacional, se ha convertido desde la caída de Baghuz en una zona al margen de la ley y un semillero de la ideología del grupo yihadista.

En Al Hol se encuentran cerca de 70.000 personas, entre ellas numerosos familiares de yihadistas, considerados como fervientes seguidores del grupo, dado que permanecieron en el territorio del ‘califato’ hasta su caída final.

Por ello, fuentes oficiales estadounidenses han alertado del peligro que podría suponer que la custodia de estas personas quedara fuera de control en caso de que las FDS tuvieran que desplegar refuerzos en otras zonas a causa de una ofensiva a gran escala por parte de Turquía.

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