Invasión de Ucrania

OKDIARIO se sube a un autobús de ucranianos obligados a abandonar su país por culpa de Putin

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Joan Guirado

Larysa tiene 76 años. Cuando están a punto de cumplirse 60 días de la invasión rusa en Ucrania, emprende su primer viaje fuera del país que la vio nacer y crecer. Con un ucraniano únicamente descifrable por una traductora, la voz entrecortada y llantos, reconoce que seguramente “será un viaje sin retorno”. Viaja en un autobús negro de la compañía Antonelli desde Leópolis hasta Przemsyl, junto a 54 ucranianos más, que con mucha paciencia y resignación han logrado escapar tras un largo periplo y una espera de siete horas en la frontera.

Nuestra protagonista no ha dejado de derramar lágrimas, tímidamente, casi con vergüenza por si alguien la observaba, desde que se subió al autobús en Leópolis. Sólo en el tramo final del viaje, de más de nueve horas -incluyendo el control de la frontera- logramos que sonría un poco. Las notas del himno de Ucrania, que otra pasajera de seis años que viaja junto a su madre y su abuela en el mismo autobús entona con el violín que le regaló su padre, fallecido en la guerra, hacen que Larysa -nombre que significa ‘mujer alegre’- cambie un poco el rostro descompuesto y le brillen los ojos con la esperanza de que cuando la locura de Vladimir Putin cese, y finalice la barbarie, todo esos niños volverán a levantar el país.

Una casa convertida en fosa común

La mujer, que viaja completamente sola, con apenas tres bolsas que transporta en una pequeña carretilla, hasta hace poco vivía en Bucha, una de las ciudades más masacradas del país. De su casa no ha quedado prácticamente nada. “El terreno de la casa de los vecinos de enfrente”, dice entre lágrimas, “es ahora una fosa común”. Allí, enterrados, “he dejado a gente que quería mucho”. Aunque la emoción y los nervios le impiden verbalizar sus nombres. Lo ha perdido todo. Su barrio era su vida. Allí tenía lo que le quedaba de décadas de esfuerzo. Tras pasar unos días en casa de una amiga en Kiev y recibir ayuda psicológica, ahora viaja hacia Europa occidental. Una de sus hijas vive en Francia y espera poder llegar hasta allí.

Como ella son muchos los que siguen escapando de Ucrania buscando seguridad y esperanza. La mayoría esperan poder volver, pero ahora quieren estar en un lugar seguro. En el autobús en el que viaja OKDIARIO, la mayoría son personas mayores y mujeres con niños. Y los niños son los únicos que permiten olvidar por un momento la tragedia que nos rodea. Juegan, gritan y bailan como si no ocurriera nada. Como si se fueran de vacaciones. Para algunos, como Larysa, también es la primera vez que salen de su país. Y eso ya es una aventura. Hacerlo, encima, junto a sus hermanos y a sus primos, como Daryna, Lyudmyla y Myron, hace que lo que para la mayoría es una decisión obligada y triste para ellos sea emocionante.

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