Las milicias de Muqtada al-Sadr salen de las zonas de manifestaciones en Irak

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La Cámara de Representantes del Parlamento iraquí ha aprobado una moción que exige la expulsión de las fuerzas militares estadounidenses de Irak, según ha informado la agencia de noticias iraquí NINA. Foto: EP

El clérigo chií Muqtada al-Sadr retiró a sus milicias de los focos de las protestas en la capital Bagdad y en la ciudad sureña de Nayaf después de los graves incidentes esta semana que dejaron, al menos, siete muertos y decenas de heridos, en el marco de los disturbios callejeros que azotan las calles iraquíes propiciados por el hastío de la ciudadanía, que protesta masivamente desde el 1 de octubre pasado contra la corrupción política, la degradación económica y de los servicios sociales y la injerencia de Irán y Estados Unidos en el país.

El dirigente Sabah Nabil, una de las cabezas visibles del centro neurálgico de las manifestaciones, el de la plaza Tahrir de Bagdad, explicó que acordaron con Abu Doaa al-Eisawi, consejero militar de Al-Sadr, la retirada de los grupos armados leales al clérigo. «Al Eisawi vino a la plaza Tahrir y mantuvo una serie de reuniones con los manifestantes», indicó Sabah Nabil, quien resaltó que el acuerdo consiste en que las milicias no se acerquen a las protestas y que se retiren de la céntrica plaza de Bagdad, así como de la plaza Al-Sadrain, en la ciudad sureña de Nayaf.

«Ambas partes acordaron también distanciarse de los actos de provocación y no cometer excesos contra la otra parte», remarcó el activista.

Muqtada al-Sadr es una de las personalidades más influyentes en la corriente chií de Irak y está muy vinculado a Irán, gran estandarte de la rama chií del islam (que rivaliza con la suní de la que es máximo valedor Arabia Saudí). Precisamente, la población iraquí viene cuestionando desde hace meses la intromisión de la República Islámica de Irán en los asuntos internos iraquíes solamente en busca de sus propios intereses; como ocurre en el caso de Estados Unidos y su presencia militar en la zona.

En los últimos tiempos se ha venido denunciando la presencia de agentes proiraníes en espacios iraquíes para dar sustento al desgastado anterior Gobierno de Adel Abdul-Mahdi y recibir así el apoyo de este en el plano internacional, donde el régimen de los ayatolás ha sido duramente criticado por poner en riesgo la seguridad y la paz en Oriente Medio.

Situación que se deriva de la dura confrontación que protagoniza Irán con Estados Unidos y gran parte del mundo árabe, desatada a raíz de las sanciones impuestas por el Ejecutivo norteamericano de Donald Trump ante los incumplimientos del acuerdo nuclear que limitaba el programa atómico iraní, el Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), suscrito en 2015 junto con Rusia, Francia, Alemania, Reino Unido, China y la Unión Europea. Convenio del que se salió la Administración Trump en 2018 al denunciar los incumplimientos iraníes del mismo y que se sigue manteniendo, pero con desavenencias en el seno de los países restantes.

Después de estas sanciones que afectaban sobre todo al comercio de petróleo iraní (su gran fuente de financiación), Irán respondió amenazando con seguir comerciando con su crudo, con bloquear el estrecho de Ormuz (principal zona de paso del comercio petrolero mundial) y con reducir significativamente sus compromisos nucleares (en materia de enriquecimiento de uranio y de tratamiento de agua pesada).

En este escenario llegaron diversos incidentes relacionados con buques cargueros en el Golfo y con ataques a intereses petrolíferos y aeroportuarios en Arabia Saudí, de los que se acusó directa o indirectamente a Irán, y que el Estado iraní acabó negando en la mayoría de los casos sin convencer a muchos.

Al-Sadr, líder de la coalición política Sairún, la más representada en el Parlamento de Irak, había venido apoyando las protestas de la población iraquí desde octubre, pero tras la muerte del general iraní Qassem Soleimani a manos de Estados Unidos, las cosas cambiaron.

El gigante norteamericano llevó a cabo una operación con drones en las inmediaciones del aeropuerto de Bagdad contra el jefe de las Fuerzas Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán (cuerpo de élite del Ejército persa), en el que acabó muriendo este y Abu Mahdi al-Muhandis, vicepresidente de los grupos armados chiíes Fuerzas de Movilización Popular. Una acción que lógicamente derivó en el enfado absoluto de la comunidad chií en Irak.

Después de este episodio, Al-Sadr convocó una gran manifestación contra la presencia de tropas extranjeras en el país, pero algunos de sus colaboradores acusaron a manifestantes de la protesta permanente de intentar boicotear su marcha.

El clérigo decidió entonces retirar su apoyo a las movilizaciones y posteriormente pidió incluso a sus seguidores que ayudaran a la Policía a restablecer la normalidad, protagonizando incidentes que dejaron decenas de heridos en Bagdad y, al menos, siete muertos en la ciudad sagrada chií de Nayaf, en el sur de Irak.

Nabil señaló que los manifestantes y los partidarios de Al-Sadr formaron un comité para evitar actos violentos y añadió que los participantes en las protestas solicitaron un «perdón oficial» a aquellos que han sido agredidos en los últimos días en las milicias. «Los seguidores de Al-Sadr se retiraron, los manifestantes han regresado a la plaza y las fuerzas de seguridad han asumido la responsabilidad de proteger la plaza y manifestantes», explicó a la agencia Efe.

Parece que, por el momento, las aguas pueden volver a su cauce, sobre todo teniendo en cuenta también la postura más conciliadora que ha demostrado el nuevo primer ministro de Irak, Mohamed Tawfiq Allaui, después de ser nombrado para su cargo por el presidente Barham Saleh.

Mohamed Tawfiq Allaui protagonizó tras su designación un acercamiento a sus compatriotas y a los manifestantes que se han lanzado en los últimos tiempos a las calles para demostrar su hastío ante la situación del país.

El nuevo jefe de Gobierno lanzó un mensaje a la red social Twitter en favor de los protestantes señalando que «si no hubiera sido por los sacrificios del pueblo iraquí, no se habría logrado ningún cambio». «Yo creo en vosotros», exclamó el nuevo primer ministro pidiendo a todos que continúen con las demostraciones públicas hasta conseguir las reformas políticas, sociales y económicas exigidas. «Ahora soy vuestro empleado y tengo una gran responsabilidad, no retrocedáis hasta que, yo u otro, cumpla con vuestras demandas», declaró el que fuera ministro de Telecomunicaciones bajo el mandato de Nuri al-Maliki en 2006 y 2010.

Llegados a este punto, se sigue trabajando para encontrar una salida para la situación de caos político y social que atraviesa Irak, sumido en una espiral de manifestaciones violentas desde el pasado 1 de octubre, las cuales han dejado ya 550 muertos y decenas de miles de heridos.

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