Gabriel Santos: «Las presidenciales serán un plebiscito entre salvar a Colombia o caer en el castrochavismo»
El próximo 27 de mayo, Colombia celebra elecciones presidenciales. La popularidad del actual mandatario, Juan Manuel Santos, hundida a pesar de que bajo su mandato se ha cerrado un acuerdo para que las autodenominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) dejaran de matar, extorsionar, violar, secuestrar y traficar con drogas —lo que le ha valido un Premio Nobel de la Paz— demuestra que el país no está de acuerdo ni con cómo se ha cerrado este medio siglo de sangre y dolor ni con su gestión del día a día. Aparte de las salpicaduras cada vez mayores de casos de corrupción, Colombia tiene todas sus cifras socioeconómicas peor que cuando Santos llegó al Gobierno.
Hay un polo opuesto de una manera total al presidente y a su legado. Lo encabeza quien fue su mentor y antecesor en el cargo, Álvaro Uribe, al frente del Centro Democrático (CD). Junto a Uribe se han alineado los conservadores de otro ex presidente Andrés Pastrana y el ex procurador Alejandro Ordóñez, los líderes que defendieron el NO en el plebiscito sobre los acuerdos con los narcoterroristas de las FARC en octubre de 2016. ¿Quién liderará esa opción, que parece llamada al Palacio de Nariño y a darle la vuelta a la política colombiana? Responde Gabriel Santos, primo del actual presidente, pero fiel uribista y candidato del CD a la Cámara de Representantes por Bogotá.
PREGUNTA.– ¿Cuál es su diagnóstico sobre la política colombiana a pocos meses de unas elecciones presidenciales tan trascendentales?
RESPUESTA.– En Centro Democrático, estamos con nuestro modelo de Estado. Muchos dicen que la elección está entre dar el poder a una oposición sensata o acercarnos cada vez más a ser Venezuela. Y en definitiva, ésa es la balanza. Si las elecciones salen mal, habremos elegido a quien está influenciado por ese modelo de sociedad totalitaria. Pero confío en que la sabiduría de los colombianos apoyará a nuestro partido para que Colombia se asegure ser la democracia menos interrumpida de toda América Latina.
P.– Dígame, ¿a quién se refiere cuando habla de ‘modelo totalitario’?
R.– Por supuesto y sobre todo al candidato de las FARC, que ha liderado el grupo terrorista y que incluso mantiene su alias: Rodrigo Londoño, alias Timochenko. Pero luego, también hay otros demócratas enmascarados, como el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, al que apoyaron las FARC. Y otros, que se dicen alejados de la lucha armada, como Jorge Robledo o Clara López, negociadora ahora con el ELN.
P.– La política colombiana está radicalmente polarizada. ¿Ve usted estas elecciones como un plebiscito entre asegurar la democracia o caer en ese modelo?
R.– Sin duda, son un plebiscito para rechazar o caer en el castrochavismo. En Centro Democrático veníamos advirtiendo, y hasta hace dos años se reían de nosotros. Los venezolanos decían hace 17 años «nosotros no somos Cuba». Y lo mismo dicen hoy los colombianos, «no somos Venezuela». La deriva es muy peligrosa y son unas elecciones entre un modelo probado, el que representa el presidente Álvaro Uribe Vélez, y el del vecino, cuyo dictador ha hundido a los venezolanos en el hambre y la pobreza. Ésa es la elección.
P.– Permítame, señor Santos, que le recuerde que ese presidente al que culpa de la deriva totalitaria es su primo, Juan Manuel Santos.
R.– Bueno… en temas de Estado la filiación familiar tiene que ser indiferente. Lo primero son los intereses del país, y hay que salir del abismo en el presidente actual nos tiene sumidos. Por encima de todo. La familia la da Dios. Pero luego está la familia escogida, y mi mentor es Álvaro Uribe Vélez.
P.– Ya que el ex presidente Uribe no se presenta para regresar al Palacio de Nariño, y dado que el candidato que salga del CD tiene enormes posibilidades de ganar, el abanico de aspirantes es enorme. ¿Tiene usted un favorito?
R.– Es un abanico enorme de todos muy buenos candidatos, personas y profesionales conocidos y sin tacha. Le confesaré que mi predilección es por una persona que aún no se ha postulado claramente. Pero repito lo que el resto del partido: el que diga Uribe [risas].
P.– ¿Eso quiere decir que el proceso de elección será que el ex presidente muestre su favor y el partido aclame ‘a la búlgara’?
R.– No, por supuesto. Al contrario. Él no se mete. Mire, mi padre estuvo en esta contienda hace cuatro años y sé que el presidente Uribe prefiere la trastienda. El 11 de diciembre, como muy tarde, se decidirá quién es el candidato del partido. Y en marzo se someterá a una consulta entre el designado y los dos aspirantes de los conservadores: Marta Lucía Ramírez y el ex procurador general, Alejandro Ordóñez.
P.– Es una alianza electoral entre los que defendieron el NO a los acuerdos con la narcoguerrilla de las FARC.
R.– Eso es. Fue un acuerdo tomado entonces, entre los que defendimos el NO.
P.– Entonces, ¿eso significa que en caso de victoria denunciarán los acuerdos? Con el riesgo de que las FARC…
R.– No. Uribe ya lo ha dejado claro. No es echar para atrás los acuerdos. Es cambiarlos. Hay que asegurarnos que sean unos acuerdos que no sean sólo una paz por un tiempo, y para eso hay que eliminar los incentivos nocivos a los criminales. ¿Cómo hablar de paz con 188.000 hectáreas plantadas de coca? ¿O con privilegios a criminales de guerra? ¿O para violadores de los derechos humanos de los campesinos? ¿Con ministros que se robaban el dinero de las obras públicas clave para el país? Este conflicto ha dejado millones de víctimas, y sólo las miran por el retrovisor.
P.– Esos políticos corruptos de los que me habla, ¿qué responsabilidad tienen en el desastre que ha sido la expropiación de Electricaribe a la española Gas Natural Fenosa?
R.– Es que hay que cambiar por completo el modelo de gobierno. Mire cómo estaba tratada Gas Natural cuando gobernaba Uribe, entre 2002 y 2010, Electricaribe era una empresa eficiente. Sin embargo, la desidia de las instituciones que no pagaban los servicios públicos a los proveedores llevó a la empresa a una profunda crisis ¡y luego la expropian! Eso genera una inseguridad jurídica terrible. Nosotros hemos hablado con los empresarios españoles para darles garantías de que si llegamos al Gobierno, Colombia será un país fiable. Es muy difícil enviar el mensaje a la comunidad internacional de que somos un país próspero si cambiamos las reglas del juego cada vez que se nos descuadra el balance, si no cumplimos con las empresas.
P.– ¿Y qué van a hacer?
R.– Mire, en los estatutos del Centro Democrático está la confianza del inversionista como un dogma, porque más inversión es más empleo, que es más recaudación de impuestos y más crecimiento, así que es más país. Quien acaba sufriendo estas malas políticas siempre es el consumidor final, más que nadie. Y genera un círculo vicioso de desinversión extranjera.
P.– Me ha hablado antes de ministros quedándose dinero de obras públicas, del modelo castrochavista, de financiaciones ilegales de campañas. En OKDIARIO hemos publicado documentos de los millones de dólares entregados por Hugo Chávez y Nicolás Maduro a Podemos.
R.– Es sumamente peligroso lo que está pasando. La ideologización de la política por parte del dictador Maduro está demostrándose con ramificaciones de financiación a partidos afines en otras regiones del mundo. Yo sé de primera mano que Juan Carlos Monedero estuvo muy cerca de los negociadores de las FARC en La Habana. ¡Ojo con eso! La injerencia directa de los populistas en asuntos internos de otros países llega con el dinero de la dictadura chavista. Demuestra el poder que hay detrás de este entramado de relaciones internacionales y su proyecto expansionista de tomar las democracias de todo el mundo. Debemos defendernos.
P.– ¿Qué papel jugó Monedero en la negociación entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y los narcoterroristas como Timochenko en Cuba?
R.– Monedero tiene que explicar qué hacía allí. Él se reunió con delegados de las FARC en la isla. ¿Qué hace alguien así con un terrorista? ¿Acaso dirigió su estrategia? Una prueba de todo esto que le digo es que el abogado jefe de las FARC en La Habana era Enrique Santiago, dirigente de [Izquierda Unida] los socios de Podemos en el Congreso.