ESTADOS UNIDOS

Los ‘ecolojetas’ se quedan mudos ante el desastre medioambiental del tren tóxico en Ohio

Tren Ohio
Accidente de tren en Ohio. (AFP)

Mientras un tren descarrilaba en el estado de Ohio (EEUU) el pasado 3 de febrero repleto de mercancías peligrosas para el medio ambiente, el Gobierno Joe Biden y sus voceros oficiales asistían impertérritos a lo que consideraban que era el tema de mayor atención del momento: el globo espía chino que surcaba los cielos del país.

Una semana después del accidente ferroviario, la tragedia medioambiental hacía acto de presencia en East Palestine, una población de cerca de 5.000 habitantes situada cerca del lugar de los hechos. Ninguna autoridad del gobierno estadounidense, empezando por el propio presidente Joe Biden, ni apenas los medios de comunicación se hacían eco del desastre allí producido. El foco volvió a situarse sobre los tres objetos voladores no identificados que posteriormente fueron derribados por el ejército estadounidense y de los que se sabe cuánto apenas.

Han pasado dos semanas desde el siniestro del tren y es ahora cuando los medios de comunicación estadounidenses empiezan a despertar del letargo y dar cuenta de las nefastas consecuencias medioambientales de la tragedia. Miles de peces y otros animales acuáticos han muerto en los acuíferos cercanos al lugar de los hechos, los habitantes de East Palestine fueron evacuados pero temen volver a sus casas. Dicen que el aire es irrespirable, el olor es insoportable y muchos de ellos han sido diagnosticados con problemas de insuficiencia respiratoria y complicaciones en los ojos.

Agentes químicos

De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental estadounidense (EPA), además del cloruro de vinilo, el agente químico liberado en grandes cantidades, existen otras cuatro sustancias peligrosas «que continúan siendo liberadas al aire, derramadas al suelo y que penetran en los acuíferos».

Desastre medioambiental en Ohio.

Se trata del acrilato de etilhexilo, agente irritante de ojos, la piel y las vías respiratorias muy tóxico para la flora y fauna acuática. El monobutilo de etilenglicol, una sustancia cancerígena que puede absorberse a través de la piel y causar daños hepáticos y renales. El acrilato de butilo, una sustancia química extremadamente inflamable que puede quemar la piel y los ojos y causar daños pulmonares permanentes. Y, finalmente, el isobutileno, un compuesto altamente inflamable que puede irritar los ojos, la nariz y la garganta y causar el coma o la muerte cuando hay altos niveles de exposición.

La EPA advierte además que se han detectado dichas sustancias en el río Ohio, que proporciona agua potable a más de cinco millones de personas, el 1,5% de la población estadounidense. También asegura que se ha observado que los productos químicos se están filtrando por los desagües pluviales y habla de la posibilidad de contaminación del suelo.

Por todo ello, al siniestro de Ohio se le ha bautizado ya como el Chernóbil de EEUU, comparándolo con el accidente de la planta nuclear ucraniana en 1986. La corriente contaminante en el río Ohio se mueve a 1,61 km por hora hacia el río Mississippi, acercándose a Huntington, en el estado de Virginia Occidental, lo que podría poner en riesgo a los vecinos de otras demarcaciones. Las autoridades no creen que por ahora sea necesario cerrar el suministro de agua potable en nuevas poblaciones.

Hace dos días las autoridades pidieron a la población que no consumiera agua del grifo y que hicieran uso de agua embotellada. A estas alturas los estadounidenses aún esperan escuchar al presidente Biden sobre el descarrilamiento, mientras varios congresistas y senadores exigen una comisión de investigación. Quieren saber por qué el tren que transportaba productos químicos tóxicos no fue clasificado como de alto riesgo a pesar de que transportaba sustancias químicas que causan cáncer y problemas respiratorios y en la piel.

Esa circunstancia reservada solo para materiales altamente inflamables hubiera exigido que el tren redujera su velocidad y alertado al estado de Ohio que un tren de mercancías peligrosas estaba atravesando su territorio cerca de zonas residenciales.

Los senadores J.D. Vance y Marco Rubio han enviado un escrito carta al secretario de Transportes, Pete Buttigieg, desaparecido de la zona del siniestro en dos semanas, preguntando si las compañías ferroviarias en general están operando trenes con demasiados vagones y muy pocos trabajadores. El tren descarrilado arrastraba 150 vagones, de los cuales 50 se vieron afectados por el siniestro. Ambos senadores republicanos exigen también que el secretario Buttigieg visite East Palestine. Todavía no se han programado comparecencias en el Congreso, pero ese podría ser el siguiente paso, antes de iniciarse una investigación política sobre lo ocurrido.

¿Y los activistas verdes?

A medida que la indignación entre los residentes de East Palestine crece por días ante la ausencia de información y transparencia, en las redes sociales ha emergido una campaña de críticas hacia todos los activistas ambientales, que como Greta Thunberg, callan ante lo que ya es el mayor desastre medioambiental de los EEUU de los últimos años. De hecho, la joven sueca fue muy dura en 2019 con el tren que tuvo que coger para asistir a la Conferencia del Clima (COP25) de Madrid por la huella de carbono que dejaba en un tramo donde se empleaba el diésel para su funcionamiento. De la contaminación producida por el descarrilamiento del tren en Ohio no ha aparecido ningún activista para denunciar lo ocurrido, exigir responsabilidades o para manifestarse frente a la Casa Blanca por la reacción tardía de las autoridades.

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