Las bombas termobáricas, el as en la manga de Putin para arrasar los refugios antiaéreos
Las bombas termobáricas rusas son capaces de vaporizar cuerpos a 3.000 grados centígrados
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El imperialista Vladímir Putin, que ya tiene al menos dos investigaciones abiertas por crímenes contra la humanidad, en España y Alemania, ha ordenado encarnizar los ataques contra ciudades que ya están devastadas por los bombardeos que comenzaron el 24 de febrero. De hecho, Ucrania y varios grupos de derechos humanos han acusado públicamente a las fuerzas armadas rusas de usar bombas de racimo y bombas termobáricas contra la población civil. Estas últimas son el arma no convencional más poderosa del mundo, cuyo poder destructivo sólo se compara con una bomba nuclear. El uso de ambas está prohibido por la Convención de Ginebra.
En concreto, las bombas termobáricas o de vacío, son un as que tiene Vladímir Putin en la manga para amenazar a la población civil porque su forma de actuar las hace mortíferas en los refugios antiaéreos. De hecho, este tipo de bombas las creó Estados Unidos para destruir los túneles subterráneos del Vietcong.
La embajadora de Ucrania en Estados Unidos, Oksana Markarova, ha asegurado que se han producido ataques rusos con armamento ilegal, después de reunirse con varios miembros del Congreso de Estados Unidos. “Hoy han utilizado la bomba de vacío (…) La devastación que Rusia está tratando de infligir a Ucrania es grande”, afirmó Markarova a primeros de marzo.
Pero, ¿qué son y cómo funcionan las bombas termobáricas que las autoridades ucranianas aseguran que ha lanzado el ejército de ocupación ruso? Denominada por la propia Rusia como el padre de todas las bombas, los ingenieros bélicos rusos han perfeccionado enormemente esta arma de destrucción masiva empleada por primera vez por los norteamericanos en Vietnam. Ahora es capaz de vaporizar a cualquier ser vivo a 3.000 grados centígrados.
Cómo funcionan las bombas termobáricas
El analista militar británico Robert Hewson explicó en una entrevista para la BBC que las bombas termobáricas liberan combustibles que generan una reacción explosiva con el oxígeno, lo que ocasiona la citada vaporización de cuerpos. En las formas de uso de estas armas se ha buscado que la nube penetre en los túneles.
Estas bombas termobáricas actúan en dos explosiones. La primera libera combustible en gas o en polvo que se mezcla con las partículas de oxígeno del aire. De esta forma, se crea una nube grande de calor. Con la segunda explosión se detona ese combustible, que propagará la onda explosiva por toda la nube de calor generada por la primera. Se produce el efecto de vacío cuando la combustión consume el oxígeno, lo que causa una explosión de alta temperatura que succiona el aire. La onda expansiva tiene una duración significativamente mayor que la de un explosivo convencional.
La explosión se expande por el aire, quemando y haciendo desaparecer todo lo que la onda expansiva, de unos 300 metros a la redonda, tiene a su alcance. Esta destrucción tiene el doble de alcance de las bombas Moab, el más poderoso explosivo del arsenal norteamericano, usado contra el Estado Islámico en la guerra de Afganistán. Estados Unidos la llamó «la madre de todas las bombas». De ahí que Rusia denomine a la suya «el padre de todas las bombas».
La temperatura causada por esta arma puede oscilar entre los 2.500 y los 3.000 grados centígrados, según una investigación que realizó la Universidad Técnica de Medio Oriente de Turquía.
El origen de las bombas termobáricas
Las primeras armas termobáricas se fabricaron en 1960, durante la guerra de Vietnam. Estados Unidos las hizo para despejar campos minados, adaptar el terreno para el aterrizaje de helicópteros y destruir la red de túneles del Vietcong. Pero, también afectaron a la población civil.
Posteriormente, en la década de los años 60, la Unión Soviética atacó con estas bombas China, Afganistán en los 70 y Chechenia ya en los años 90.
Estados Unidos, por su parte, utilizó estas bombas de vacío durante la invasión de Irak en el año 2003. Pero el alcance de todas ellas quedó eclipsado en 2007, cuando Rusia perfeccionó su poder destructivo con una bomba termobárica con la misma capacidad de destrucción que una atómica. Rusia la llamo «el padre de todas las bombas».