La conspiración para asesinar a Stalin
La conspiración para asesinar a Stalin es un claro ejemplo de las intrigas y el clima de terror que dominaban la Unión Soviética en la primera mitad del siglo XX.
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Después de varios tragos de vodka y una larga velada, Josef Stalin cayó inconsciente en su dormitorio sin recibir atención médica. A los cinco días siguientes de este episodio, el 5 de marzo de 1953, falleció el autodenominado «hombre de acero». La causa oficial de su muerte fue un ataque cerebrovascular, pero hoy día, a 71 años de su deceso todavía existen interrogantes en torno a sus últimos días. ¿Hubo conspiración para asesinar a Stalin? ¿Quién mató al sanguinario dictador?
Para comprender la conspiración para asesinar a Stalin, es esencial situarla en el contexto de la Unión Soviética de los años 30 y 40. Tras la muerte de Lenin en 1924, Stalin consolidó su poder mediante una serie de maniobras políticas y purgas que eliminaron a muchos de sus rivales. A medida que avanzaba la década de 1930, la paranoia de Stalin creció, lo que llevó a la ejecución y encarcelamiento de miles de personas, incluidos altos funcionarios del Partido Comunista.
La misteriosa muerte de Stalin ¿qué sucedió realmente?
En la mañana del 1 de marzo de 1953, el hombre más temido de la Unión Soviética sufrió una hemorragia masiva en el lado izquierdo de su cerebro. Según sus biógrafos, Stalin pasó varias horas solo tirado en el suelo de su dormitorio, semiinconsciente y sin poder articular una palabra. Finalmente, a las once de la noche fue hallado por uno de sus empleados, quien se armó de valor para asomarse a su habitación, pese a que tenía prohibido entrar en esta sin su permiso.
Stalin necesitaba atención médica urgente, pero no cualquier médico estaba autorizado para atenderlo. Tras haber recibido la noticia del estado en que se encontraba el “hombre de acero”, ninguno de los miembros de su gabinete fue a socorrerlo de inmediato, incluyendo Lavrenti Beria el siniestro jefe de Policía y del servicio secreto NKVD.
El 3 marzo, sus hijos llevaron a un equipo de médicos que, tras los primeros exámenes, apuntaron a un derrame cerebral. A pesar de los intentos por bajar su presión arterial con sanguijuelas, la gravedad de su estado se acentuó con el paso de las horas. Stalin murió poco antes de las diez de la noche del 5 de marzo de 1953, rodeado de sus hijos.
Horas antes del ataque
Horas antes del ataque cerebrovascular, el 28 de febrero de 1953, el dictador invitó a su residencia a personas de su confianza Georgi Malenkov, Lavrenti Beria, Nikita Jrushchov y Nikolái Bulganin para ver una película. Tras pasar la noche bebiendo mucho, como era su costumbre, sus invitados se retiraron alrededor de las cuatro de la madrugada, dejando al dictador solo.
La teoría de conspiración para asesinar a Stalin
El equipo que practicó la autopsia a Stalin corroboró el resultado de los exámenes. El dictador falleció por un derrame cerebral causado por hipertensión y arterioesclerosis. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que el reporte oficial fuese puesto en duda.
Entre las distintas versiones sobre su muerte, se hizo popular la teoría de Stalin falleció de un infarto tras una fuerte discusión con sus lugartenientes. Sin embargo, la teoría de conspiración que ha cobrado mayor fuerza en los últimos años fue la de su supuesto envenenamiento. Una de las razones por las que surgió esta teoría fueron las casi doce horas que Stalin pasó sin recibir atención médica. Esta demora podría tratarse de un acto deliberado para acelerar su muerte, la cual se sabía segura.
Otras de las explicaciones están relacionadas con la lucha por la sucesión entre sus lugartenientes, quienes decidieron enfocarse en asegurar su continuidad en la cúpula del poder, antes de socorrer a su jefe. El llamado “complot de las batas blancas” también influyó en dicha decisión, sobre todo por las consecuencias que implicaría llevar médicos a la dacha Blízhniaia en Kúntsevo, si Stalin se recuperaba.
Semanas antes, Stalin había acusado a un grupo de médicos de origen judío, entre ellos a su médico personal, de usar tratamientos para asesinarle a él y varios altos funcionarios. Sin esperar pruebas, ordenó su arresto y autorizó que fuesen torturados. Esta situación dio inicio a una especie de “purga” entre los altos funcionarios por parte de Stalin.
¿Quiénes eran los principales sospechosos?
Desde luego, Stalin tenía muchos enemigos a su alrededor, pero sólo quienes compartieron con él la noche anterior serían capaces de atacarle y conspirar en su contra. A pesar de ser los principales sospechosos, los expertos en el caso, no obstante, señalaron como máximo sospechoso, incluso más allá de los médicos acusados, al jefe de policía Beria.
Según Nikita Jrushchov, líder sucesorio de Stalin, Beria llegó a confesar ante el Politburó: “Yo lo maté, lo maté y os salvé a todos”. Efectivamente, el único hombre que podía poner fin a los planes de purga del dictador era Beria. Como prueba de ello, justo un día después de la muerte de Stalin, Beria cerró la investigación del «Complot de Médicos», asegurando de que se trataba de acusaciones inventadas.
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