Churchill y su relación con el alcohol
La relación de Churchill con el alcohol es un reflejo de su vida: apasionada, intensa y, a veces, descontrolada.
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Uno de los mitos más extendidos sobre la vida de Winston Churchill es la de su relación con el alcohol. De hecho, existe una creencia generalizada de que Churchill abusaba del alcohol, pero la mayoría de los historiadores la rechazan. Si bien es cierto que Churchill bebía mucho y lo hacía todos los días, el profesor y escritor Warren Kimball de Rutgers sostiene que el estadista británico no era realmente un alcohólico, sino probablemente un “dependiente del alcohol”.
Pero, ¿cómo era la relación de Churchill con el alcohol?
El comienzo de un hábito peculiar
La relación del Churchill con el alcohol comenzó en su juventud, cuando estuvo en India y Sudáfrica. Según cuentan algunos historiadores, en aquellas localidades el agua no era apta para beber, había que añadir whisky y, “a fuerza de una aplicación cuidadosa, aprendió a gustarle”. La bebida, que a menudo tomaba por las mañanas, consistía en colocar una pizca de Johnnie Walker Red, cubriendo el fondo del vaso, para luego llenarlo con agua.
Según Jock Colville, la bebida se parecía más a un enjuague bucal que a un trago largo, por lo que apenas podía calificarse como “whisky con agua”.
El mito de Churchill y el alcohol
A lo largo de los años, Churchill ha sido catalogado como un alcohólico, pero para muchos historiadores era una afirmación bastante imprecisa. Lo cierto es que, aunque tenía tendencia a la bebida, conocía sus límites, según el mismo lo indicó en sus escritos.
En una oportunidad, el estadista británico comentó: “Mi padre me enseñó a sentir el mayor desprecio por la gente que se emborracha”. También señaló que una copa de champán levanta el ánimo, agudiza el ingenio, pero “una botella produce el efecto contrario”.
El consumo diario mínimo de alcohol de Churchill fue reseñado en el libro de Richard Langworth “Winston Churchill, mito y realidad”. Según el autor, Churchill bebía varios whiskys con soda (menos de una onza de whisky) cerca de las once de la mañana, a la hora del té y a la hora de ir a dormir. Ocasionalmente, bebía uno más durante la noche.
También tomaba una pinta imperial (20 oz) de champán o vino en un almuerzo a la 1 p. m. seguida de un brandy, probablemente también de una onza. Y una pinta imperial de champán o vino en la cena seguida de un brandy. Lo anterior se traduce en aproximadamente seis copas de champán o vino al día, junto con entre 140 y 170 ml de whisky o brandy, repartidas en un período de entre 12 y 15 horas.
Era bien sabido que Churchill bebía grandes cantidades de alcohol durante las comidas. De hecho, AL Rowse hace una descripción al respecto en su visita a Chartwell a la hora del almuerzo.
Un tratamiento médico inusual
A finales de diciembre de 1931, Winston Churchill (1874-1965) fue atropellado por un automóvil cuando descendía de un taxi en la Quinta Avenida de Manhattan, Nueva York. El primer ministro inglés reconoció que había sido su culpa porque no miró en la dirección correcta y, por tanto, no pudo percatarse de que un auto se acercaba.
Uno de los médicos que lo atendió, Otto C. Pickhardt, emitió una nota médica en la que se afirmaba que la convalecencia post-accidente de Churchill “requiere el uso de bebidas alcohólicas, especialmente a la hora de las comidas”, especificando 250 cc por día como mínimo (FH 101:51). Esto con el propósito de acelerar la recuperación clínica de las fracturas que tuvo.
En cualquier caso, aunque se trataba de mucho alcohol, el consumo diario habitual de Churchill se encontraba dentro del ritmo de cualquier persona, ya que se estima que el cuerpo es capaz de procesar y metabolizar el alcohol puro a un ritmo de una onza por hora.
La bebida como inspiración
Para Churchill, el alcohol no solo era un medio de relajación, sino también una fuente de inspiración. Muchos de sus discursos más memorables fueron redactados mientras disfrutaba de una copa. Algunos biógrafos sugieren que su consumo de alcohol le permitió liberar su creatividad y abordar los desafíos con una perspectiva distinta. Su famoso brindis «¡A la victoria!» se convirtió en un símbolo de su determinación y espíritu combativo.
Además, el alcohol también jugó un papel en su vida social. Las reuniones con otros líderes y diplomáticos a menudo estaban acompañadas de copas y brindis, lo que ayudaba a suavizar tensiones y fomentar relaciones. En momentos de crisis, como durante la Segunda Guerra Mundial, la camaradería y la conversación en torno a una copa de vino o un vaso de whisky se convirtieron en una estrategia para unir a su equipo.
Efectos en su salud y legado
A pesar de su capacidad para manejar el alcohol, el consumo excesivo tuvo sus consecuencias. Churchill sufrió varios problemas de salud a lo largo de su vida, algunos de los cuales se han relacionado con su estilo de vida. Sin embargo, su longevidad y su notable resistencia son, en parte, atribuibles a su fuerte personalidad y su determinación.
Su legado, lleno de contradicciones, incluye su relación con el alcohol. La figura de Churchill es compleja: un líder fuerte y decididamente carismático, pero también un hombre con debilidades humanas. Su amor por el alcohol se ha convertido en parte de su mito, un símbolo de su carácter audaz y su capacidad para enfrentar la adversidad.
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