El Taller del Lago, la nueva Casa de Campo de Madrid

Restaurante El Taller del Lago
Restaurante El Taller del Lago

Ante el barullo genérico que está provocando hoy nuestra ciudad , me resulta inevitable volver la mirada al Madrid de Goya. Majos, aristócratas, toros, revueltas, procesiones, verbenas, fandangos y manolas que inundaban las praderas de San Isidro, haciendo gala de la ligereza de los prejuicios y la chulaperia, que nos lleva a ser implacables contra el que quiera imponer otra cosa que no sea de la que permiten sus habitantes.

Los mandamases de entonces se dieron cuenta que Madrid estaba necesitando parques y jardines de uso público. así que con sus orígenes franceses y después italianos transformaron estos jardines estos en los puntos de encuentro que son el prado, el retiro y la casa de campo.

Restaurante El Taller del Lago

La muchedumbre transformó estos espacios en praderas aunque con aires palaciegos y sobre todo la llenó de mucho quiosco, merendero, caseta y en general lo necesario para entregarse al ansiado disfrute.

Claro que hoy los personajes que veo, visten de otra manera y gustan de otros hábitos, montan en bici y corren sin necesidad de ir a un sitio, usan mallas y cascos, deportivas de aire y prendas metaveriscas, o bailan la yoga, pero da igual cuando y donde hayan nacido, siguen actuando como madrileños, y siguen remando.

El Taller del Lago, junto a la casa de campo, se respira toda esa esencia de madrileñismo, pero en arte geométrico y cultura europea, gastronomía de leña y cerveza , gimnasio urbano, taller de bicis o guardería, todo lo que pide hoy el siempre liberal, moderno y agitado pueblo madrileño. Los artífices de entender que después de una guerra, sea contra franceses o contra viruses, la gente solo quiere estar en las calles y parques , son ya expertos en aciertos en el mundo gastronómico actual. Aquí se unen los creadores de Triciclo y de Hat, que ya dieron el campanazo con Villa Verbena.

Sin pretensiones innecesarias, sencillo, pero con un alto nivel de cocina para estar en un parque. La carta suma todo aquello que el variadisimo espectro de personas que pasean por el Retiro y la Casa de Campo puedan imaginar. Desde el desayuno hasta la cena.

“Humo, sudor, y birra” se proponen al visitante para que pase a ser dueño de sus gustos y así pueda elegir entre croquetas o ceviche de corvina salvaje, zamburiñas a la parrilla con chile o morro y oreja, patatas bravas o guacamole, perrito caliente con salsa curry o bocadillo de calamares, ensaladilla ucraniana o mezzes libaneses, pizzas, tacos o pollo peruano. Estas cartas, son una tranquilidad espiritual, que explican cómo en Madrid no triunfan nunca los aires independentistas que rondan algunos lares de la península.

Destacables las costillas de angus ahumado sobre roble americano, las costillas de cerdo con salsa asiática, o el pollo peruano. En fin, todo lo que pasa por ese horno de leña que transforma desde los mejillones hasta la salchicha bratwurst y les da ese toque ahumado que apetece en un jardín.

La carta de vinos es suficiente, pero la de cervezas es muy sorprendente por su variedad, como imaginan a estas alturas, nacionales o internacionales, frescas o maduras, rubias o morenas, la que usted más quiera. Más de 600 m2 y 400 y variados asientos que sin embargo tienen algo de acogedor en su inmensa variedad. Y Benito Pérez Galdós esperando desde su silla junto al lago para recordarnos el próximo episodio de Madrid.

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