Vecinos de El Hierro desesperados por la invasión migratoria: «Para nosotros no hay dinero»
La isla de El Hierro ha llegado a recibir hasta seis pateras diarias
La precaria situación que viven los habitantes de la isla de El Hierro por la entrada de inmigrantes ilegales no pasa desapercibida. Esta población insular recibe de forma casi continua cientos de personas al mes procedentes del África occidental, algo que desborda el espacio y los servicios públicos de la isla.
«Llegamos a tener hasta 5 ó 6 pateras diarias. Unas 600 personas al día», afirma una mujer canaria. «El problema es la capacidad, porque aquí no tenemos dónde albergar a todas esas personas», asegura.
Esta habitante de La Restinga, un pequeño municipio al sur de la isla, explica que las autoridades, por orden del Gobierno central, se llevan a los inmigrantes a Tenerife y después a la Península. Sin embargo, revela que los menores se quedan en El Hierro con el objetivo de integrarlos. «A los menores de edad no se los llevan. Ya tenemos una gran cantidad en Valverde que los tienen estudiando y cada vez va a aumentando el número. Vamos a tener dentro de poco más habitantes africanos que canarios», dice.
Otro hombre, preguntado por OKDIARIO, ve con recelo que El Hierro sea una de las grandes puertas de entrada para la inmigración africana en Europa. Declara que los servicios públicos se ven mermados en muchas ocasiones como consecuencia del colapso que provocan todas las personas que llegan en pateras. «Ha ocurrido que se merma el cuidado a los habitantes de El Hierro por atenderlos a ellos. Que ahí tendrían que tener cuidado las autoridades», explica.
El panorama en el puerto de La Restinga es desolador. Filas de tiendas de campaña se agolpan a lo largo del muelle, a pocos pasos del agua, haciendo frente a ráfagas de viento marino. Allí pasan los recién llegados unos días hasta ser enviados a Tenerife a la espera de poder aterrizar en la Península. Esta problemática provoca una dura polémica entre los residentes de La Restinga: unos culpan a las mafias y al Gobierno, otros defienden que vengan.
«Yo trabajo y me comen a impuestos. Si vienen, que trabajen», se queja un hombre frente al muelle. «Se lo tienen aprendido. Cuando vienen ya saben dónde los van a enviar y cómo los van a tratar», dice otro.
Por el contrario, una mujer se muestra favorable a su llegada y culpa a este medio de «escarbar en la basura». «Las potencias occidentales exprimen a África», «me dais vergüenza» y «os llevaría los africanos a Madrid» son algunos de los improperios que el reportero de OKDIARIO recibe de una lugareña de El Hierro. Esta misma mujer, visiblemente alterada, llega a comparar a los turistas de la España peninsular con los miles de inmigrantes que llegan en patera. «Los madrileños vienen a invadir mi tierra. Cuando viene toda esa gente parece que nos tenemos que postrar ante ellos porque vienen de la Península, porque vienen a darnos de comer por el turismo, y eso es mentira», dice.
Centro de Santa Cruz
La avalancha migratoria que está sufriendo el archipiélago canario ha obligado al Gobierno regional a construir un nuevo centro de acogida en mitad de Santa Cruz de Tenerife. OKDIARIO se ha trasladado hasta allí para comprobar no sólo el estado de los recién llegados a España, sino también el de los vecinos que tienen que convivir con un macrocampamento de ilegales cerca de sus casas.
El lugar donde se encuentra el centro es una antigua cárcel convertida ahora en zona de internamiento para todo tipo de personas procedentes de Senegal, Marruecos, Mali, Mauritania y Gambia. Tenerife 1, así se llama la prisión, se sitúa en el céntrico barrio de Los Gladiolos y alberga a cientos de inmigrantes que campan a sus anchas por el centro de la ciudad. «Está fastidiando a la vecindad. En el mismo centro de la ciudad no tiene por qué estar esto. Hay institutos cerca y son molestos cuando hace ruido y nosotros no podemos hacer nada, porque los que mandan son los políticos de la Península. Estamos hasta las narices», ha afirmado un vecino de Santa Cruz de Tenerife.
Este medio ha sido testigo de que esta situación tan extrema que viven los tinerfeños les obliga a resignarse ante una circunstancia que se les escapa. «Sé que todo es una mafia, sé que todo está orquestado, pero es lo que hay. No podemos hacer nada si todo viene de arriba. El que no vea que es un negocio es que es tonto o no lo quiere ver», ha asegurado un vecino.
Cabe decir que en Tenerife conviven dos realidades completamente opuestas. La de los canarios que enfrentan un choque cultural y un aumento de la delincuencia provocado por la instalación de centros de ilegales y la de los inmigrantes que llegan a Europa con hambre de sobrevivir. Los roces continuos entre estas dos dimensiones antagónicas reflejan la crisis migratoria que atraviesa España. «Aquí es muy difícil trabajar», afirma un inmigrante de Senegal sentado al lado de otro hombre al que le falta una pierna. «En España me la tuvieron que amputar porque tuve un cáncer en Senegal», explica.