Sánchez e Iglesias no tienen problema en asistir a funerales católicos… cuando les conviene

Sánchez e Iglesias acudieron al funeral por dos policías asesinados en Kabul. El presidente del Gobierno asistió al funeral de Montserrat Caballé, y el ahora vicepresidente Iglesias estuvo en el oficio religioso por los fallecidos en el terremoto de Ecuador. Pero ninguno de los dos quiso estar en el funeral por las víctimas del coronavirius en España. 

Pablo Iglesias, junto a Albert Rivera, en el funeral por las víctimas del terremoto en Ecuador. A la derecha, Pedro Sánchez junto a la Reina Sofía, en un funeral católico.
Pablo Iglesias, junto a Albert Rivera, en el funeral por las víctimas del terremoto en Ecuador. A la derecha, Pedro Sánchez junto a la Reina Sofía, en un funeral católico.

La ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y de su vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, en el funeral por las 40.000 víctimas mortales del coronavirus en España resulta, cuando menos, una falta de empatía para con los españoles. La pandemia de Covid-19 se ha convertido en la mayor tragedia de la democracia y sus excusas para no asistir al sepelio católico que tuvo que organizar la Iglesia contrastan con otras ocasiones en las que no tuvieron ningún problema en asistir a otros oficios religiosos.

Tanto el socialista como el podemita acudían a funerales católicos cuando eran candidatos del PSOE y de Podemos, y por números de víctimas no tan salvajes como los que ha dejado el coronavirus en España bajo el Gobierno de la pareja política en cuestión. Parece que los funerales solo sirven si hay encuestas en proceso.

Por ejemplo, Sánchez e Iglesias acudieron, el 15 de diciembre de 2015, al funeral que se ofició por dos policías asesinados en Kabul en la plaza de la Comisaría de Canillas. Sánchez, cuando era líder de la oposición, prometió que cuando llegara a la Moncloa celebraría funerales de Estado para todas las víctimas de violencia de género, aunque más tarde rectificó. Ya alzado a la Moncloa, y como presidente del Gobierno, decidió que su presencia en el funeral de la soprano Montserrat Caballé, en octubre de 2018, era de obligado cumplimiento.

En el caso de Pablo Iglesias, resulta que su beligerancia contra la Iglesia se amilanó cuando, el 17 de mayo de 2017, asistió al funeral por las víctimas del terremoto de Ecuador que, al igual que el oficio de este lunes por los muertos del coronavirus, se celebró en la catedral de La Almudena y al que también acudieron los Reyes.

El funeral oficiado este lunes reunía unas condiciones extraordinarias por el altísimo número de muertos en un corto intervalo de tiempo y porque muchos de los fallecidos lo hicieron en soledad y sin ser velados ni despedidos. Pero ni Sánchez ni Iglesias, ambos en el Gobierno de España, se dignaron a acudir. Es más, ambos ocuparon sus agendas con actos electorales para no ir a La Almudena y mandaron a la vicepresidenta Carmen Calvo en representación institucional.

Pedro Sánchez excusó su ausencia con un viaje a Lisboa, y el vicepresidente Pablo Iglesias se fue a un mitin al País Vasco. Ninguno de los dos quiso acudir al primer funeral institucional de su mandato, una ceremonia que tuvo que organizar la Iglesia porque el Ejecutivo se limitó a convocar un acto civil de homenaje para el próximo día 16.

Lo habitual en ceremonias de esta envergadura es que el presidente del Gobierno acuda, al margen de sus creencias personales, como hicieron los predecesores de Sánchez en funerales de víctimas de ETA, de los militares del Yak-42 fallecidos o en el funeral por los muertos del 11-M.

A la ceremonia que se ofició el lunes en la Catedral de La Almudena asistieron Sus Majestades los Reyes con sus hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía -que acudían a su primer funeral institucional- y fueron recibidos y despedidos con aplausos del público en la puerta del templo.

Junto a ellos se encontraban las altas autoridades del Estado, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; el alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida; políticos como Pablo Casado (PP), Edmundo Bal (Cs) e Iván Espinosa de los Monterios (Vox); personal sanitario, militares, policías, guardias civiles, bomberos, voluntarios, representantes de otras confesiones religiosas -incluidos musulmanes y judíos- y unos setenta familiares de las casi 50.000 víctimas que ha dejado la pandemia.

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