Y Rajoy declaró en el Supremo sobre un referéndum «que nunca se produjo»
La intervención del ex presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, era una de las declaraciones testificales más esperadas en el Tribunal Supremo. Su citación se produce tras la admisión de la solicitud de comparecencia efectuada por la acusación popular de VOX y la defensa del presidente de Ómnium Cultural, Jordi Cuixart.
Por fin Rajoy declaró en el Supremo con «meridiana claridad». Tal y como ha dejado constancia de que manifestó, en más de una, dos y tres ocasiones a los políticos catalanes que «no iba a negociar ningún referéndum ni la independencia de Cataluña». Sencillo, tajante y sin aspavientos. Fracasan de nuevo los amigos del espectáculo, en sus expectativas, los mismos que tropezaron con la paciencia infinita de Rajoy cuando lo acusaban de recurrir a la técnica del avestruz ante las amenazas de independencia de Cataluña.
La de Rajoy en la Sala de lo Penal ha sido una situación excepcional, como lo fue que «se concentrasen miles de personas ante la Consejería de Economía para impedir las actuaciones de una comisión judicial, que efectuaban un registro por mandato de los jueces, o que se manifestasen altos cargos, megáfono en mano, ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña». Por ello «nos vimos obligados a aplicar el 155 por primera vez la historia», recuerda Rajoy.
Niega Rajoy que se produjese el 1-O «un referéndum». «Allí hubo gente y unas urnas…» tira de retranca
No niega el ex presidente del Gobierno la existencia de un diálogo institucional con los, a su vez, ex presidentes Artur Mas y Carles Puigdemont, pero sí rechaza con radical contundencia que jamás tuviese algo que tratar en materia de referéndum. «Siempre ha habido conversaciones» entre el Gobierno y la Generalitat, dice Rajoy preguntado por VOX. «El problema es a qué se llega en esas conversaciones. Y sobre el referéndum nunca hubo nada de qué hablar. Dejé claro que nunca el presidente de España iba a saltarse la Constitución y a liquidar la soberanía nacional», afirma Rajoy contundente. Y en ello se ha mantenido firme y reiterativo.
Sostiene hasta la extenuación Rajoy, y sin escatimar en palabras, que los líderes independentistas catalanes acusados de sendos delitos de rebelión y sedición «eran plenamente conscientes, desde el primer día que me reuní con Mas, que no iba a convocar un referéndum para saltarme la ley. No ha habido ningún acuerdo y ni siquiera conversaciones para llegar a un acuerdo para celebrar un referéndum».
Rajoy: «Es el pueblo español el que decide lo que es España, y no los representantes de una comunidad autónoma»
«No había nadie que no supiera que yo no iba a autorizarlo» abunda Rajoy. Por lo que tras la DUI «deliberadamente confusa» que declaró el Govern catalán, como el ex presidente del Gobierno la define, con la retranca propia del seny gallego, y la evidente «liquidación del Estado» que la misma suponía, no tuvo más opción que actuar desde «su responsabilidad». Aunque se desmarque de los aspectos operativos que supuso la toma de algunas de sus decisiones políticas, entre ellas el dispositivo policial del 1-O. Rajoy dice al abogado de Junqueras que no tuvo nada que ver con eso.
Pero sí reflexiona sobre la mayor. Y se posiciona del lado de las fuerzas del orden: «Estoy convencido de que la policía hace una valoración de si las cosas se hicieron bien o mal. ¿La gente que estaba al frente de la Generalitat hizo algún tipo de valoración sobre lo que hicieron y nos tiene ahora aquí?», se pregunta Rajoy. «La Policía y la Guardia Civil hicieron una defensa importante para garantizar los intereses generales de todos» asegura. Y añade: «Tengo el mejor concepto de ellos». Fin de la cita.
Soraya defiende a la policía
Si alguna duda tenían sus detractores del nivel de oratoria y réplica que tantas veces ha enarbolado Soraya Sáenz de Santamaría en sede parlamentaria, ya se ha encargado hoy de refrescar memorias la propia interesada en sus respuestas como testigo ante el Tribunal Supremo, esta mañana. Suprema ha estado la ex vicepresidenta del Gobierno defendiendo el diseño del dispositivo policial para impedir el 1-O y asegurando que, en un contexto de «acoso violento» en Cataluña, aplicaron el artículo 155 porque la DUI no tuvo un valor meramente simbólico.
Y es que no le cabe ni la más mínima duda a Sáenz de Santamaría que «la primera obligación de todo Gobierno es cumplir y hacer cumplir las leyes y la Constitución». Mandato que ellos atendieron al aplicar, de forma inédita en nuestro país, el mecanismo constitucionalmente previsto contra «quienes no valoraron la posibilidad de modificar la Constitución» para poder lograr sus objetivos y que, precisamente por ello, «son los que están sentados en el banquillo».
Suprema ha estado la vicepresidenta del Gobierno en su defensa de las actuaciones policiales del 1-O
Nada de «violencia» ni «cargas policiales». Sáenz de Santamaría es tajante: «A lo largo de mi vida he visto imágenes de disturbios, que no son agradables a la vista. Pero si no se hubiese convocado a la gente para actuar como ‘murallas’ e impedir a quienes estaban mandatados judicialmente para impedir el reférendum, a lo mejor alguna de las imágenes no se hubiese producido», el mensaje muy clarito para todos los acusados presentes en la Sala.
«Vi agresiones y lanzamientos de objetos» a Policía y Guardia Civil, se refiere, que «son cuerpos profesionales, actúan siempre con prudencia, e intentaron hacerlo de la mejor manera posible». Lo que vivieron los agentes en Cataluña no fue un escrache: «Sé lo que es vivir un escrache», pausa. «Y aquello era un acoso violento a Policía y Guardia Civil en aglomeraciones constantes». También a los políticos constitucionalistas que en palabras de Sáenz de Santamaría «sufrieron mucho políticamente porque hubo un acoso masivo, generalizado y sistemático a alcaldes que recibían amenazas y coacciones» en el seno de «un clima intolerable».
Marchena advierte a Tardá
Lo advirtió hasta en dos ocasiones, un sereno Marchena, al comienzo de esta jornada: los testigos no están para aportar juicios de valor, ni opiniones, sino que su papel es arrojar luz sobre los hechos concretos que están siendo encausados, tal y como ellos los presenciaron. Y así, reconvino en varias oportunidades a los letrados de acusaciones y defensas y los propios citados.
El diputado Joan Tardá arrancó con una «frustrada» intentona de alegato político («Este juicio está inspirado en la venganza») inmediatamente sofocado por el presidente de la Sala. Tardá ha declarado luciendo un lazo amarillo y tras enterarse en el propio acto de la vista -así están las cosas y el nivel de la política española- de que estaba obligado a declarar en español. Metido en faena y evocando cómo uno de los momentos «más emotivos» fue la celebración del referéndum del 1-O que después frustraría el discurso, de 3 de octubre, del rey Felipe VI que, según el líder independentista, «avaló la represión del Estado». Con razón es Esquerra antes Republicana que de Cataluña. Siempre ha habido clases.
Que se lo digan a Artur Mas, quien ha comparecido ante el tribunal para repartir a propios y extraños. Por una parte, que si el protagonismo de la sociedad civil organizada o de la gente a pie de calle fue «determinante» para organizar ese referéndum, declarado ilegal por el Tribunal Constitucional; por otra, que si tras dicho pronunciamiento «nadie se apeó de la voluntad de llevar a cabo el referéndum», pero la vinculación de la Generalitat fue menor que en la consulta que él organizó en 2014, tal y como él mismo reconoce haber pronosticado. Que siempre sabe más el diablo por viejo que por diablo.