Juicio al 'procés'

Precisión policial «quirúrgica» contra la «resistencia subversiva y clandestina» de los CDR

Más allá de reincidir en conceptos como la "resistencia pasiva" o la "inacción de los Mossos", en el Tribunal Supremo se esbozan pinceladas sobre la concertación de objetivos entre los diferentes actores para facilitar la celebración del referéndum.

Precisión policial «quirúrgica» contra la «resistencia subversiva y clandestina» de los CDR
El fiscal Javier Zaragoza en el juicio del 'procés'

«Fueron muy cautos a la hora de redactar los mensajes», ironiza el principal testigo de la jornada en el Supremo cuando el abogado Alex Solà le pregunta si los Comités de Defensa del Referéndum (CDR) en redes sociales hacían llamamientos a la calma y la no violencia, el 1-O. Es la primera vez que en la Sala alguien verbaliza, de forma tan directa, la «clandestinidad» de los métodos empleados por ciertos activos catalanes pro referéndum.

Quien fue responsable de Información de la Policía Nacional, durante los meses de septiembre y octubre de 2017 en Cataluña, conecta sin tapujos a los CDR y el Govern. La consulta declarada ilegal «estaba convocada por la Generalitat», y consejerías como Educación, en manos de Clara Ponsatí, o Interior, con los Mossos que dependían de Joaquim Forn, «propiciaron que elementos» propios de las mismas «estuvieran al servicio» de la causa separatista.

«ANC y Òmnium convocaban hasta el último momento sabiendo que era un hecho ilícito, el nexo es evidente», señala el comisario. Y relata cómo, incluso, «en las sedes de la CUP y en los casales de ARRAN se daban cursos para explicar cómo conformar murallas humanas de brazos entrelazados» o cómo sentarse en el suelo para evitar ser desalojados.

Las Fuerzas de Seguridad del Estado detectaron en el transcurso de sus investigaciones -ordenadas por la Fiscalía General de Cataluña y orientadas a la incautación de las urnas y el material necesario para la celebración del referéndum-  una estrategia «perfectamente coordinada» de los CDR. A juicio del comisario, queda claro que «los presuntos votantes estaban bien organizados» de acuerdo a «criterios y parámetros uniformes» cuyo objetivo no era otro que el de impedir las actuaciones policiales. Quienes trataban de dar al 1 de octubre de 2017 la apariencia de una votación normal se convertían, llegado el momento, «en un sistema de resistencia de carácter subversivo».

Un comisario de Policía Nacional ha conectado de manera directa a los CDR presentes en los centros de votación con el Govern

Ante semejante estrategia y conglomerado, el responsable policial califica de «más que comedida, quirúrgica» la intervención de sus compañeros de orden público. No ha negado, en ningún momento, el recurso de la fuerza ante determinados escenarios. Pero, a cambio, lo que ha narrado es todavía más revelador de cuáles fueron los criterios de actuación empleados: «Los agentes de las unidades de intervención policial (UIP) priorizaron la seguridad de los votantes en detrimento de la suya propia».

En síntesis, se primó a las personas sobre la eficacia del despliegue y de ahí que no hubiese «cargas», no se practicasen apenas «detenciones» y sólo algunas identificaciones aisladas a individuos, claramente, «más exaltados» que los restantes. En cualquier caso, de existir algún «exceso», ya hay un juzgado de Barcelona, el número 7, «que lo está investigando».

La actitud de los concentrados merece capítulo aparte. Dinámicas simétricas en los centros de votación y gente explorando los límites de la violencia, cuando no ejerciéndola abiertamente. Que el parámetro de comportamiento fuese recurrente -aunque no hubiese «dos colegios iguales aquel día» porque mientras en unos pululaba «un personal más aguerrido», en otros se prodigaban «ciudadanos más vanguardistas»- desmonta la idea de una sociedad civil actuando de manera espontánea y sin un plan previamente concertado, tal y como sostienen las defensas de los acusados.

Los centros de votación se protegieron con varias líneas de «defensa»; acometidas de la masa de gente hacia los efectivos de orden público que trataban de abrir paso a sus compañeros de paisano, encargados de incautar el material y las urnas; y, obstáculos estratégicamente ubicados frente a las puertas principales de los colegios, tipo mesas y sillas amontonadas en un caos estudiado. Patrones replicados por toda Cataluña. Parece poco razonable tanto para el comisario como para el resto de policías que actuaron el 1-O como ‘observadores’ del área de información, a pie de calle, que aquello fuese una mera coincidencia.

Máxime cuando uno de los testigos confirma, a preguntas de la Fiscalía, que en varios centros se encontraron con idénticos «manuales de instrucciones para celebrar el referéndum». Todo aquel espectáculo fue «planeado» para llevarse a cabo y en él estuvieron implicados los mossos, de un modo u otro. Muchos permitieron que se hiciera el recuento de papeletas al final de la jornada, estando ellos presentes, otros llegaron a computarlos personalmente.

Los Mossos permanecieron de ‘brazos cruzados’ cuando no intervinieron para ‘entropecer’ las actuaciones de guardias civiles y policías nacionales

«A la hora de intervenir en los colegios, no contamos nunca con su apoyo», han coincidido los agentes de policía en sus interrogatorios. Los «binomios» estaban. Apostados en las puertas principales de los centros de votación. Presentes pero inertes. Con los «brazos cruzados», en actitud «contemplativa» o «yendo y viniendo», de unos a otros, para «entorpecer» la labor de los policías actuantes. «Algunos estaban en el interior» como si se tratase «de un referéndum normal». Los hubo que alertaron de la llegada de las Fuerzas del Orden.

No obvia el comisario, sin embargo, las excepciones dentro de los «grandísimos profesionales» que son los Mossos. Haberlas, haylas. Como cuando un vehículo de la policía autonómica catalana recogió a un inspector de Policía Nacional que se había quedado aislado en el colegio Ramon Llul, uno de los puntos más conflictivos de Barcelona aquella jornada.

Lo más «terrible» de todo es saber que el dispositivo «fallido» de los Mossos, para el referéndum del 1-O, nunca estuvo orientado a evitarlo. La labor de la policía autonómica se concentró en dos líneas básicas: vigilar a policías y guardias civiles, uniformados y no uniformados, poniéndolos en riesgo constante y no enfrentarse a los ciudadanos que practicaban la «desobediencia civil» propia de los CDR.

Unos CDR que «organizaron muy bien el referéndum». Esta frase es la esencia de la vigésimo octava sesión de la vista oral, en el Tribunal Supremo. Custodiaron las urnas y el material electoral, durante los días previos al 1-O, para colocarlas en los centros de votación y diseñaron los mecanismos necesarios para «ralentizar» las retiradas de las comisiones policiales que consiguieron incautarlas. Los concentrados compartieron unidad de acción. El pulso independentista, alentado por el Govern, contó con ellos.

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