DELINCUENCIA VIRTUAL

La Policía descubre una nueva manera de estafar a mujeres con hijos suplantándolos a través de WhatsApp

Se trata de un tipo de engaño en auge que en las últimas semanas ha dejado casos en los que se han conseguido botines de entre 2.000 y 26.000 euros

El modus operandi recuerda a los secuestros virtuales en los que la víctima cree estar hablando con un familiar que está en graves apuros

Estafa WhatsApp
Conversación real captada por la Policía entre un estafador y la víctima.
Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

De un tiempo a esta parte las conversaciones virtuales se han convertido en la gatera por la que muchos delincuentes están entrando en las vidas de ciudadanos anónimos a los que despluman valiéndose de artimañas que les hacen pensar que alguno de sus seres queridos se encuentra en una situación de la que solo ellos pueden sacarles entregando elevadas sumas de dinero. La última variante de este tipo de engaños ha puesto en alerta a la Policía tras detectar cómo varias madres han caído en la trampa de transferir miles de euros a personas que se hacían pasar por sus hijos a través de mensajes de WhatsApp.

Desde hace años se produce en nuestro país una reciente modalidad delictiva que consiste en el secuestro virtual. Un método tan sencillo como complicado a la vez y que requiere tanto de engaño como de una pizca de suerte. La Policía lleva años persiguiendo a redes organizadas que actúan desde Sudamérica y que se han especializado en una suerte de pishing, modalidad informática delictiva por la que un delincuente engaña a un ciudadano para obtener sus claves, usando teléfonos móviles desde los que llaman a teléfonos españoles.

Estas redes han sido identificadas usando presos en cárceles de América del Sur que hacen incansablemente llamadas a teléfonos fijos y móviles con prefijo +34 para contactar con ciudadanos españoles. Estos presos se llevan una insignificante comisión por llamar día y noche a España suplantando a familiares que estadísticamente puede tener el receptor de la llamada. El anzuelo es algo asó como “le llamo de parte de su hijo”, o de su hermano, o de su pareja… sino lo hay, fin del juego, si por el contrario el familiar aludido existe, ahí empieza el juego para convencer al incauto de que si cuelga su familiar pagará cara su indiferencia.

El tráfico de datos

Con este método se han conseguido botines millonarios, pero como todos los trucos, los secuestros virtuales, gracias a la labor policial y a la concienciación social, cada vez funcionan menos porque los ciudadanos mantienen la calma y cuelgan. Es entonces cuando a los delincuentes les toca innovar, y la Policía acaba de descubrir un giro en este tipo de prácticas valiéndose de WhatsApp.

La base del delito es idéntica: probar sobre una cantidad de teléfonos obtenidos de antemano, el tráfico de Big Data es otra de las asignaturas pendientes de la Policía, y esperar que la estadística de su fruto antes o después, porque de entre esos números los delincuentes buscan ahora mujeres y de entre ellas las que sean madres.

¡Mamá! Mi móvil se me ha estropeado, este es mi número nuevo. El otro ya no lo usaré”. Así entrar los delincuentes a través de un mensaje en los teléfonos. La primera respuesta marcará el resto de la estafa. Si leen cosas como “¿Quién eres?”, “No tengo hijos”, o “Te has equivocado, soy un hombre”, el delincuente sabe que tiene que ir al siguiente número de la lista, sin más. En los pantallazos de una conversación real de WhatsApp captada por la Policía aparece la otra posibilidad, la respuesta que hace viable la estafa: “¿Por qué has tenido que cambiar el número? Ya han dado con una madre.

A partir de ahí el falso hijo le explica a su madre que el teléfono se le ha bloqueado y que se ha quedado sin contactos y sin fotos, sin nada. La conversación sigue de la manera más trivial con la mujer lamentando el trastorno que eso le habrá supuesto a su hijo o a su hija, a quien cree al otro lado del teléfono y a quien no puede llamar porque ya le ha dicho que otro de los inconvenientes del repentino bloqueo es que no puede hacer llamadas.

Tras 10 minutos de intercambio de mensajes el impostor lanza el órdago definitivo: “¿Me podrás hacer un favor? Tengo que pagar una cosa y no tengo la tarjeta a mano. ¿Me podrás hacer una transferencia y le devuelvo al tener la tarjeta a mano?”. En menos de dos minutos la madre ya ha recibido el número de cuenta y la cantidad de dinero que el falso hijo o hija necesita.

Habrá quien piense que jamás caería en un engaño tan aparentemente burdo, pero funciona, y vaya si lo hace. En las últimas semanas la Policía ha detectado varios casos de mensajes de WhatsApp en los que las víctimas han acabado pagando cantidades que han ido entre los 2.000 y los 26.000 euros. Y es que la cuenta transferencia es inmediatamente retirada por miembros de la organización que se encuentran en oficinas de cambio de moneda, envío de dinero o en bancos para nada más ser avisados retirar los fondos recién llegados.

La Policía comprende la preocupación de un progenitor ante este tipo de mensajes pero recuerdan que sólo hay un modo de diferenciar la estafa de un problema real: mantener la calma y usar medios alternativos para tratar de contactar por otro medio con el, hijo en presuntos problemas, pero con el genuino.

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