El obispo aragonés que ordenó a León XIV desvela detalles de su vida en Perú: «No paraba, dormía poco»
OKDIARIO entrevista al aragonés Jesús Moliné, obispo emérito de Chiclayo (Perú)
Moliné destaca la intensa labor pastoral del Papa: "Chiclayo se le hacía pequeño"


Jesús Moliné es obispo emérito de Chiclayo (Perú). Nació en la Puebla de Alfildén (Zaragoza) en 1939, pero con 26 años marchó como misionero a Perú. Primero a la ciudad de Piura, después recaló en Chiclayo, donde fue nombrado obispo, cargo al que estuvo durante 16 años.
Moliné conoce bien al nuevo Pontífice León XIV, de quien dice que durante el cónclave lo tenía en su lista de “papables”. «Prevost era un outsider, pero tenía un perfil muy interesante para convertirse en Papa», nos explica en esta entrevista a OKDIARIO.
Él fue quien cedió los trastos al sacerdote Robert Prevost Martínez al frente de la diócesis peruana de Chiclayo, consagrándolo como obispo en 2014, después de que Moliné presentara su renuncia al cumplir los 75 años –cumpliendo con el reglamento eclesiástico–.
«Cuando escuché que era Robert Prevost el próximo Papa, me puse a rezar por él. Se le vio muy emocionado en el balcón y casi con lágrimas en los ojos en la misa de inicio del Pontificado, no podemos olvidar que tiene sangre hispana», resaltará.
«Chiclayo se le quedó pequeño»
El aragonés destaca en este entrevista la capacidad de trabajo de León XIV, de quien dice que «dormía poco, se levantaba muy temprano». «No se acostaba antes de las 00:00 horas, y no sé a qué hora se despertaba, pero sí sé que oficiaba todos los días misa a las 8:00 horas», recordará.
También nos explica su exquisita formación y su trayectoria imparable como superior general de los agustinos donde resaltó por su labor viajando por medio mundo, fichándolo Francisco como prefecto del Dicasterio para los Obispos en Roma en 2022, y nombrándolo cardenal al año siguiente.
«Trabajamos de una manera cercana durante años, y vi cómo Chiclayo se le quedaba pequeño. Tenía una gran facilidad para coger el avión, para ir a Estados Unidos, a Roma; su forma de trabajar; su preparación intelectual y su doctrina sana, a la vez que estaba muy volcado con la gente», destacará.
«Además, sabe varios idiomas. Es algo que hacía falta, conociendo la limitación del Papa Francisco, dado que él sólo hablaba italiano y español», apunta.
Moliné habla bajito, pero usa un lenguaje fresco, moderno, acorde con el nervio que ha demostrado en Chiclayo, alma mater de la Universidad Católica de Santo Toribio de Mogrovejo. A sus 86 años, él tampoco para. Tiene pendiente próximamente otro viaje a Perú, a donde va con frecuencia. «En pandemia, tuve un parón, pero ahora he retomado las visitas a Perú. Estoy escribiendo un libro que me han pedido. Y eso es bueno también para la cabeza, para tenerla activa», nos dice sonriendo.
El vínculo mariano de León XIV y Chiclayo
Además, a lo largo de esta entrevista descubriremos el origen de la devoción de León XIV a la Virgen de la Paz, fuertemente vinculada con la historia de Chiclayo, y que nos permite comprender su predilección mariana, como ha dejado ver desde el comienzo de su papado.
«A Chiclayo se la conoce como ciudad de María. La patrona de la diócesis es la Inmaculada Concepción. Y además está el Santuario de Nuestra Señora de la Paz, que impulsó mi predecesor, el bilbaíno Ignacio de Orbegozo. Ahí León XIV iba mucho a rezar y a reunirse con el clero. El papa viene de un ambiente muy mariano», desvelará.
¿Cómo vivió el momento en que Robert Prevost fue elegido el nuevo Pontífice de la Iglesia Católica? «Son cosas de la providencia de Dios. Yo consagré a León XIV como obispo de Chiclayo porque así quiso él que estuviera en la ceremonia, junto con el nuncio en Perú y el presidente de la Conferencia Episcopal del país».
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