Mariano Rajoy: historia de una foto imposible

Mariano Rajoy: historia de una foto imposible
Fotografías de la declaración de Mariano Rajoy en la Audiencia Nacional. (Fotos: Enrique Falcón)

Media hora antes de que Mariano Rajoy llegara a la Audiencia Nacional, en las inmediaciones del edificio olía al bochorno de una mañana de verano bajo el yugo de 30 grados centígrados. Olía a 300 periodistas buscando sitio. Olía a expectación, a codo con codo, a dedo tenso sobre el gatillo de la cámara. Frente a la puerta principal, había tantas personas como poco sitio para ubicarse. Segundo a segundo, crecía la tensión que precede al momento de gritar: “Aquí, aquí, señor presidente…”. Palabras que hoy se han quedado en el limbo del silencio después de que el presidente del Gobierno haya protagonizado la historia de una foto imposible.

Rajoy salió de Moncloa a las 09.40 horas. Al menos eso dijeron a voz en grito en la sala de prensa de la Audiencia Nacional. “Ya está en camino”, avisaron. “¿Quién está en camino?”, preguntó con cara de abulia un chico vestido con atuendo de piscina que tecleaba al ralentí sobre su ordenador… Pero en realidad, el líder del Partido Popular había salido mucho antes.

Sólo 10 minutos después, sobre las 09.50 horas, los periodistas se enteraron de que el presidente estaba ya en la sede de la Audiencia de San Fernando de Henares. Un polígono que está lejos de todo, a las afueras del propio mundo, y hasta donde habían llegado los 85 medios acreditados para cubrir la primera comparecencia en sede judicial de un presidente del Gobierno en funciones a lo largo de la historia patria.

Tras tanta insistencia en que Rajoy declarara como testigo en el ‘Caso Gürtel’, PSOE y Podemos se habían quedado sin la foto del paseíllo por el ruedo judicial. El espectáculo público había acabado antes de empezar. Cuando la noticia se supo fuera del edificio, las 100 personas que esperaban en la puerta, ataviados con pancartas y carteles, siguieron aguantando la solana matutina de este 26 de julio pero con el ánimo en estado de lipotimia.

La puerta del garaje ha sido el pasadizo de entrada para el jefe del Ejecutivo. No presidente, no party, parecían decirse con los ojos unos y otros en el exterior del complejo. Y las cámaras, y los micros, y las vayas de seguridad, y los periodistas apostados en la calle, se han convertido por arte de la ausencia en el atrezzo inservible de una ópera sin prima donna. El ruido de la calle no ha llegado a los oídos del presidente.

Dentro de la escena

La foto también brilló por su ausencia dentro de la sala. Había un presidente de España ante las cámaras en sede judicial, es cierto, pero fue la foto de consolación. Mariano Rajoy sólo tenía a su espalda una gran pared marrón que lo libraba de una perspectiva junto a compañías acusadas. El presidente entró a lo Gary Cooper bajo el murmullo de los asistentes. No obstante, pronto pasó de estar solo ante el peligro a ser el hombre que nunca estuvo allí. 

«Lo recuerdo perfectamente», «yo eché a Correa del PP», «no tengo constancia», «jamás recibí sobresueldos». El presidente quiso dar la sensación en todo momento de que el ciudadano Mariano había vuelto a sus tiempos de opositor al Registro de la Propiedad y que tenía cada detalle fotocopiado en la memoria. Su pericia como parlamentario, unida a los trompicones verbales de José Mariano Benítez de Lugo (ADADE), han hecho que su comparecencia sólo haya sido una molestia menor.

El ruido más fuerte lo ha traído el silencio que ha provocado la caída del sistema. A los 55 minutos de comparecencia presidencial, ha dejado de grabar por problemas técnicos. Una interrupción que sólo ha servido para fortalecer la solvencia rajoyesca. PSOE y Podemos se han quedado sin foto ante la opinión pública y con la sensación de que será casi imposible que Rajoy vuelva a ponerse delante de un juez aunque sea como testigo.

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