Crónica del día

Manifiesto: socialistas históricos y de Ciudadanos contra el pacto socialcomunista

PSOE Tribunal de Cuentas
Simpatizantes socialistas tras las elecciones del 10N.

Se prepara para mediados de  esta semana un documento de los que ahora de llaman “transversales”, que firmarán gente muy distinguida del PSOE de siempre, de los iniciáticos de Ciudadanos y desde luego de personalidades independientes de todo jaez. El manifiesto aún no tiene título definitivo. Se encabezará o con una apelación genérica a la “Concordia” o con una llamada a responder a lo que el momento histórico en que vivimos requiere o, quizá más genéricamente como una carta abierta a los españoles. El texto, aún incógnito, se desvelará a mediados de esta semana, probablemente el jueves, y ahora mismo está siendo repasado en unas centenas de despachos para ver si cuenta con la aquiescencia de las personas requeridas. La idea ha surgido de socialistas impecables como Nicolás Redondo, los hermanos Mújica, los hijos de Fernando vilmente asesinado por ETA,  Joaquín Leguina, Juan Claudio de Ramón y otros, entre ellos un ex-presidente autonómico andaluz, que completarán la relación de miembros históricos del PSOE extraordinariamente preocupados por la “situación grave en que se encuentra España”.

El documento estará firmado por antiguos simpatizantes del partido ayer de Rivera hoy no se sabe de quién, que ya han mostrado en algún otro episodio su discrepancia por la deriva inconcreta que adoptó Ciudadanos. El más relevante de estos personajes es el catedrático de Derecho Constitucional, articulista muy respetado, Francesc de Carreras, siempre crítico en los últimos tiempos con Rivera y el partido que él contribuyó a formar. Con él suscribirán el texto muchos otros convocados que empiezan por denunciar la gestión que Sánchez está realizando de su pírrica victoria electoral. Evidencian los promotores del manifiesto, todavía en fase de redacción definitiva, que la decisión del presidente en funciones de echarse en manos de los leninistas de Podemos es un mal ejemplo de lo que retrata una sociedad dividida que también se encuentra en permanente tensión, y no por razones ideológicas de importancia sino por simples apetencias partidistas.

El texto señalará, ¡cómo no! los enormes logros que se han conseguido para España en este tiempos que nació con la consensuada Transición, y que han forjado el periodo de mejor y mejor progreso social de nuestra reciente Historia. No debe ser este un recuerdo gratuito; se trata de enaltecer la política de reconciliación nacional que se construyó merced a la Constitución de 1978 y que ahora mismo no es que esté en almoneda, es más grave: es que se pretende arrumbar o revisarse para incluso condenada. Aquella política cerró la confrontación entre derecha e izquierda que en este momento se quiere reabrir. Se ha hecho profunda -vienen a decir los firmantes- la zanja que separa a las dos posiciones políticas. Esto es una acusación que viene a abjurar de la estrategia primero de Zapatero y ahora del propio Sánchez. Pero la denuncia no se ancla en esta constancia; no, se señala que la ruptura entre los partidos nacionales está ofreciendo “ilusión y esperanza” a los nacionalistas periféricos.

Para los firmantes no existe la menor duda; existen otra posibles opciones de Gobierno muy diferentes a la que han cuajado ya el PSOE de Sánchez y el Podemos de Pablo Iglesias. Porque el Ejecutivo que pretenden ambos ni podrá realizar las reformas que tiene pendientes España, ni conseguirá que cicatricen las heridas recientes. Para los promotores de este manifiesto está meridianamente claro, y así lo muestran, que ningún Gobierno de España puede depender de las fuerzas políticas nacionalistas. Apuestan -y en esto no difieren de otras iniciativas que se manejan en la actualidad- o por un Gobierno de coalición (lo que apunta a un entendimiento entre PSOE, PP y el residual Ciudadanos)  o a un pacto parlamentario estable para encarar las dos grandes retos de esta España: la subversión independentista en Cataluña y la crisis económica que ya es lago más que un aviso; es una”. El documento finaliza con una afirmación rotunda: si todo lo dicho cae en saco roto, será la sociedad civil española en general la que obligue a los partidos a preservar la unidad y la concordia entre españoles. Nada menos.

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