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Manel Domínguez: «Me declaro fan de Tamames, es un ejemplo de inteligencia y cerebro activo»

Manel Domínguez
Manel Domínguez, doctor en Comunicación Social y autor de 'Sénior. La vida que no cesa'.
María Villardón

Doctor en Comunicación Social, profesor emérito y director del Máster en Comunicación Digital y Nuevas Tecnologías de la Universidad Abat Oliba CEU de Barcelona. Manel Domínguez (Barcelona, 1951) va a cumplir 72 años, acaba de publicar el ensayo Sénior. La vida que no cesa, y ya no tiene que ir a renovar su carnet de identidad. «Mi DNI caduca en el año 9999 y eso es un insulto. ¡Es el propio Estado el que te dice que ya no sirves! Parece que al ser mayor de 65 años te tienes que sentar y ver pasar la vida, jugar a la petanca o ver obras», concluye enérgico.

Confiesa, además, que le «molesta mucho cuando en la televisión, el presentador dice: ‘Explíquelo como si fuera mi padre’. Disculpe, ¿es que su padre es tonto?». Por todo esto, cree que la intervención de Ramón Tamames en la moción de censura es un acto de valentía: «Con su ejemplo pone de manifiesto que una persona de más de 80 años tiene plenas capacidades intelectuales, y eso es lo más antiedadista que podemos ver en este momento».

La revolución de los séniors progresa rápido, debemos tener en cuenta que los mayores de 65 años serán el 21% de la humanidad en el 2050, mientras que la natalidad sigue descendiendo. «La nueva mujer tiene un papel muy importante en sociedad actual y defienden el derecho a no tener hijos. Hoy en día las parejas no tienen hijos que no hayan sido programados», comenta.

Tras cumplir los 26 años ya no puedes acceder al abono transporte joven y con 35 años te dicen –con cierta sorna– eso de: ‘Uhhhh, ya no eres tan joven, ¿eh?’. Con más de 65 años ya ni sé qué le dicen a uno. Usted con este libro, ¿pone los puntos sobre las íes?

Eso que comenta es edadismo social, María. Y creo, además, que es algo que debemos combatir. El libro no pretende dar un golpe sobre la mesa, sino poner una nueva mirada sobre qué es el nuevo envejecimiento porque la revolución de los séniors ya ha comenzado. El otro día un lector me comentó que su hijo de 13 años había cogido el libro y le estaba pareciendo interesante. No tenía pensado llegar a la cuota de los 13 años, pero me alegró saber que quizás podría invitarle un poco a la reflexión.

¿No cree que la juventud a veces peca de soberbia mirando a las generaciones más mayores? Los años pasan para todos. Quizá esa nueva mirada sobre el envejecimiento y los mayores de 65 años parte de una reeducación de los jóvenes.

Obviamente. El edadismo es un desprecio a las personas mayores en cualquier punto del planeta, y eso es algo que nos afecta a todos como sociedad. Miremos atrás, a la Revolución Industrial del S. XVIII, un momento en el que: o produces o mueres. En el libro hablo del fordismo, refiriéndome a la cadena de producción de coches Ford en EEUU, un momento en que se posa una nueva mirada sobre los mayores. En aquel instante, lo que ocurre es que, al ser mayor ya no sirves porque no produces, hay una exaltación de la juventud como un valor único, exclusivo y válido para la producción y, por ende, para todo lo demás.

Con los años, la sociedad se contaminó de aquella pandemia del S. XVIII y hoy se aparta al colectivo sénior porque ya no tiene ninguna utilidad y eso es un error enorme. Ahora, si buscas empleo a partir de los 50 años, los algoritmos y los filtros de los portales de empleo y departamentos de selección de personal te eliminan directamente.

El día 21 de marzo, como sabrá, se celebra en el Congreso la moción de censura presentada por Vox y el protagonista es Ramón Tamames, el economista y ex diputado de 89 años. La edad está siendo, para algunas personas, motivo de guasa. ¿Cómo valora usted la intervención del Sr. Tamames en la Cámara Baja?

Lo primero que le diré es que no entraré en los motivos o no de Vox para elegir al Sr. Tamames. No los conozco y, por tanto, no viene al caso que los valore. Sí le diré que el Sr. Tamames es un ejemplo de inteligencia y de cerebro activo, y estoy seguro de que es capaz de tener el mayor discurso maduro posible, independientemente de lo que diga.

No entro en sus ideas, pero estoy a favor de su intervención en el Congreso y me considero un auténtico fan del Sr. Tamames porque con su ejemplo pone de manifiesto que una persona de más de 80 años, sin una enfermedad o patología previa, tiene plenas capacidades intelectuales. La memoria del Sr. Tamames, su experiencia e intervención en esta moción de censura es lo más antiedadista que podemos ver en este momento, aunque se haya elegido por razones que ahora no vienen al caso.

También habla de edadismo de Estado, ¿a qué se refiere?

Mire, yo tengo 72 años y mi DNI caduca el 1 de enero del año 9999. Es que eso es un insulto que, además, afecta a la salud mental de muchas personas. ¡Es que es el propio Estado el que te está diciendo que ya no sirves! Pues eso es edadismo de Estado, una forma de apartarnos y de decirnos que ya sólo tenemos que esperar a morir. No tiene en cuenta que en este momento las personas de 65 años ya somos más en número que los niños de cinco años. Y dentro de 30 años, en valores demográficos aproximados, las personas de 65 años seremos el doble que las personas de entre 25 y 35.

Quiere decir con ello, entiendo, que no habrá suficientes jóvenes para hacer todo el trabajo que la sociedad demanda, ¿no?

Eso es. Es probable que usted dentro de 30 años no tenga que jubilarse, sino reinventarse, porque su cerebro estará estupendamente si lo cuida y lo ejercita. La diferencia entre el cerebro de un joven de 20 y una persona de 50 es que el primero actúa más rápido, pero el cerebro del hombre o la mujer de 50 es más seguro y se equivoca menos por la experiencia, por el conocimiento y por la madurez científica celular que posee. Por tanto, debemos darnos cuenta de que nadie sobra. La ciencia nos dice que, sin intervención celular, podemos vivir hasta los 300 años como límite de nuestra vida. Ahora mismo estamos creciendo 1,5 años cada cinco años, así que podemos decir que el futuro es de los séniors y que nuestra vida no cesa, sino todo lo contrario.

Le han dicho que está usted contra la jubilación, pero entiendo que habla de la jubilación no elegida.

Sí, me lo han dicho, pero es que no es eso. Yo lo que defiendo es que puede haber una edad legal de jubilación, hasta ahí sin problema; pero que cada uno se jubile cuando quiera, no cuando lo decida el Estado o una organización sindical. No quiero que se acorte mi libertad, si tengo salud y la empresa me quiere, ¿no tengo derecho a jubilarme con 115 años? Parece que al ser mayor de 65 años te tienes que sentar y ver pasar la vida, jugar a la petanca o ver obras.

El otro día, una lectora mandaba una carta a un periódico afirmando que a los mayores de 65 años se les está aplicando la eutanasia pasiva. Se refería al aislamiento que sienten cada día en cosas tan relativamente sencillas como pedir una cita online para el médico, por ejemplo.

Estoy de acuerdo con esta señora. Es que el edadismo es terrible, pero aún más cuando se trata de las mujeres. Cuando investigaba para este libro, acudí a un grupo de duelo –sólo como observador– al que iban mujeres que habían perdido a algún ser querido. Una de ellas decía que su deseo era volver a casarse, y lo repetía muchas veces. Cuando me permitieron preguntar, le dije a esta señora mirándole a los ojos: ‘¿Por qué quiere usted casarse? Veo que lo ha dicho en varias ocasiones’. Y ella, honesta, me contestó: ‘Para volver a ser visible en la sociedad. Soy mujer, soy sénior y soy viuda, por lo tanto, para los demás apenas existo. Tengo cerca de 70 años, todo mi entorno me ha apartado por ser viuda. Por eso quiero casarme de nuevo, tener un hombre a mi lado y, como digo, volver a ser alguien en la sociedad’. Me resultó tremendo escuchar aquello, me impactó.

Otro aspecto interesante que trata es el uso de la maternidad como arma ideológica. Se refiere, en concreto, al movimiento británico Birth Strike, el cual defendía usar la antinatalidad para combatir el cambio climático. ¿En qué punto estamos ahora?

Podemos hablar de la nueva mujer. Es una mujer que está más capacitada que los hombres, posee una nueva inteligencia, tienen un papel muy relevante en esta sociedad actual y defienden el derecho a no tener hijos. Y es que hoy en día las parejas, y por ello hay un descenso demográfico, no tienen hijos que no hayan sido programados con antelación.

Por tanto, la maternidad no se convierte en un arma política, sino en un derecho que tiene la mujer a decidir qué hacer. ¿Debe tener hijos sí o sí? No, debe tenerlos si quiere hacerlo, decidir qué hacer con su vida. Las mujeres pueden llegan a ser séniors y no tienen que haber sido madres de manera obligada, sino haber destinado su vida a la investigación, al conocimiento o a lo que sea. Diría que esa es la tendencia en el presente.

Ahora se habla de silver economy o economía plateada para hablar de la aportación económica de los séniors. ¿Le sirve?

Desde el respeto, eso está muy bien, pero es marketing. Estamos en algo mucho más profundo que el pensar en los productos de belleza para los mayores de 65 años, por ejemplo. La economía de plata está genial como eslogan, pero no solventa la realidad del mal del edadismo o la falta de potenciación del talento sénior.

¿Cree que les han puesto la etiqueta de inútil en la solapa?

Es que nadie es inútil, ni los séniors ni los jóvenes. La clave está en la alianza intergeneracional y el equilibrio de la misma. Usar lo mejor de lo mejor de ambos, y hacerlo crecer para la humanidad. En los telediarios no hay mujeres séniors, ¿se ha fijado? No las hay. También me molesta mucho cuando en la televisión, el presentador dice: ‘Explíquelo como si fuera mi padre o mi abuelo’. Disculpe, ¿es que su padre es tonto? No podemos hacer eso, denota un desconocimiento total del proceso de envejecimiento. No podemos coger ese proceso estereotipado para anular o atacar a una persona mayor poniendo de manifiesto que no entiende nada.

@MaríaVillardón

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